Dos goles de Fernando Torres dieron una victoria esencial Atlético frente al Leganés, superado por el delantero y un equipo rojiblanco a medio gas, aún lejos de su mejor versión y con la mente puesta en la vuelta de las semifinales de la Copa del Rey contra el Barcelona.

El triunfo fue de Torres, protagonista indiscutible de una tarde sin apenas sobresaltos para el Atlético. Suyos fueron los dos tantos del encuentro y el gol 4.500 de la historia del club rojiblanco en Primera.

Era un partido especial para él. Por el rival y el escenario, los mismos que cuando debutó con el primer equipo allá por 2001, cuando tenía 17. De vuelta a la titularidad dos partidos después, clave en la reacción de su equipo ante el Barcelona del pasado miércoles, se reivindicó con dos goles trascendentales para su equipo.

Ya la primera ocasión de peligro fue de Torres, en una carrera en la que picó la pelota con destino fallido ante Herrerín. La segunda la firmó Saúl Ñíguez con un tiro lejano fuera. Y la tercera terminó en penalti sobre Fernando, habilitado con un pase perfecto de Gabi y atropellado en su recorte en el área por Siovas.

Griezmann lanzó la pena máxima por el medio con un disparo flojo que adivinó Herrerín, así que fue Torres el encargado de enviar el balón al fondo de la red tras aprovechar el rechace. Fue su tercer tanto en Liga, en la que no marcaba desde la cuarta jornada.

Lo cierto es que el rigor táctico del Leganés fue un problema ofensivo por momentos para el equipo rojiblanco, que aún debe afinar muchos aspectos, como su distancia entre líneas, su continuidad en el juego, el desborde en ataque o los despistes defensivos.

Pero el Leganés, mejor colocado atrás, evidenció pocos recursos en ataque, por lo que nunca llegó a hacer daño al equipo que dirige Diego Simeone.

Ya en la segunda mitad, y con el Leganés sin encontrarse, Gabi inició la jugada que sentenció el partido: una acción con toques en la que participó más de medio equipo y que tuvo en Fernando Torres a su último hombre y goleador.

Asistido por Correa, que reemplazó a Saúl Ñíguez tras el descanso, su definición, por encima de Herrerín, puso el broche perfecto a una bonita jugada, por precisión, por movimientos y por finalización. Una victoria indispensable para el Atlético, que ya vela armas para intentar asaltar el Camp Nou.