Sebastian Vettel (Ferrari) celebró su Gran Premio número 50 con la escudería Ferrari con un valioso triunfo en el circuito de Hungaroring, donde la fábrica de Maranello rubricó un fin de semana memorable.

El equipo italiano estaba, no en vano, obligado a reaccionar dada la incansable persecución de las flechas plateadas de Lewis Hamilton y Valtteri Bottas. Y así lo hizo, con un doblete que dibuja una nueva perspectiva en el Mundial de Fórmula 1.

Aunque Mercedes se mantiene al frente de la clasificación de constructores (357 puntos, por 318 de Ferrari), en el listado de pilotos Vettel logró un mayor margen. Y es que, antes del comienzo de la undécima prueba del Mundial, apenas un punto lo separaba del británico. Ahora son 14. Por delante, nueve carreras restan para el desenlace de la temporada.

Vettel partió desde la pole y cruzó en primer lugar la bandera a cuadros para rubricar su segundo éxito en Hungaroring.

Eso sí, la jornada empezó con un gran sobresalto para el alemán debido a la reparación contrarreloj que tuvieron que llevar a cabo sus mecánicos tras detectar un problema hidráulico en su monoplaza, lo que sin duda amenazó con frustrar sus opciones de triunfo.

Pero el contratiempo no fue a mayores y desde Ferrari solventaron el fallo para que el líder del Mundial pudiera encaminarse a la parrilla de salida y lanzarse a por su cuarta victoria del curso, después de las cosechadas en las citas de Australia, Barhéin y Mónaco.

Precisamente, en el trazado monegasco había firmado un doblete Ferrari. La escudería italiana repitió gesta en un circuito con características similares, donde la potencia del motor resulta casi intrascendente. Eso explica la presencia de los dos McLaren en el top 10, pues Fernando Alonso fue sexto, e incluso se dio el lujo de marcar la vuelta rápida en el último giro. Su compañero de garajes, Stoffel Vandoorne, pudo terminar décimo.

En honor a la verdad hay que decir que no sólo las características de Hungaroring ayudaron a McLaren a puntuar. También la fiabilidad del equipo británico, la misma que ha brillado por su ausencia en numerosas carreras, dio una tregua a sus pilotos antes del parón veraniego.

Eso sí, tanto Alonso como Vandoorne siguieron desde lejos la lucha por los puestos de cabeza, reducida a cuatro pilotos: los dos de Ferrari (Vettel y Kimi Raikkonen) y los dos de Mercedes (Bottas y Hamilton).

Por su parte, Daniel Ricciardo (Red Bull) aparcó el sueño de la remontada al verse apeado por su compañero de equipo, Max Verstappen, en la primera curva. Este incidente rebajó el cara a cara a Ferrari y Mercedes tras la retirada del coche de seguridad.

A lo largo de los 70 giros, y a pesar de su insistencia, los dos Mercedes debieron aceptar la superioridad de sus grandes adversarios. Ni siquiera la decisión de que Hamilton y Bottas invirtieran sus posiciones para que el británico rodase tercero quebró el dominio de la escudería de Maranello.

Vettel y Raikkonen, en cambio, permanecieron inalterables en el primer y segundo puesto, respectivamente. Más aún el alemán, que confirmó su intención de dar a Ferrari su primer título mundial desde 2007, cuando se coronó su ahora compañero después de que la disputa interna en McLaren entre Alonso y Hamilton diese al traste con las opciones de victoria del español.

Más variaciones se produjeron por detrás de ellos. Carlos Sainz (Toro Rosso) redondeó su fin de semana con su ascenso desde la novena hasta la séptima posición, seguido por Sergio Pérez (Force India), que fue octavo. Su compañero de equipo, Esteban Ocon, acabó noveno.

70 vueltas completó Paul di Resta, inesperado participante en el Gran Premio de Hungría. El piloto probador de Williams saltó a la pista en sustitución de Felipe Massa, quien causó baja por enfermedad al término de la tercera sesión de entrenamientos libres del sábado. Así, el británico disfrutó de su primera carrera desde el Gran Premio de Brasil de 2013 y, al menos, logró completar el recorrido previsto.