El gobierno local plantea crear la categoría de 'casetas-discoteca' en la Feria de Jerez
Baraja distinguir entre 'casetas tradicionales' y 'no tradicionales', cada una de ellas con unas normas específicas que faciliten su control y su convivencia en el recinto ferial
Las 'no tradicionales' o 'casetas-discoteca' se ubicarían fuera de las zonas nobles del recinto ferial y estarían exentas de la obligación de tener cocina y de reproducir música de estilo aflamencado
La Feria del Caballo 2025 ya tiene fecha: se celebrará del 17 al 24 de mayo
Si no puedes con tu enemigo, únete a él. El gobierno local baraja la posibilidad de introducir distintas categorías de casetas en las nuevas ordenanzas de la Feria del Caballo de Jerez en lugar de la tipología única reconocida hasta la fecha. La idea sobre la que trabaja la Delegación municipal de Fiestas, y que ha sido trasladada a las asociaciones de caseteros y hosteleros, contempla básicamente dos categorías, las 'casetas tradicionales' y las 'no tradicionales', también conocidas como 'casetas-discoteca', a las que podría unirse una tercera, las casetas-restaurante.
El asunto tiene su miga, e incluso a priori se puede pensar que choca con las primeras medidas incorporadas por el gobierno local del PP en su nueva etapa al frente del Consistorio jerezano, dirigidas a recuperar la esencia y los valores de la Feria, por lo que las asociaciones Hostelería de Jerez y de Casetas Tradicionales, que coinciden en muchos aspectos, pero también tienen sus diferencias, deslizan que el Ayuntamiento tendrá que hilar muy fino para que no lo estalle en las manos.
Sin embargo, el gobierno local entiende que no puede seguir poniéndose una venda en los ojos frente a una realidad que va a más y frente a la que carece de herramientas en la actual normativa para su control efectivo y para garantizar la convivencia entre dos formas muy distintas de entender y vivir la Feria, la tradicional propiamente dicha y otra alternativa, en la que tendrían cabida otras formas de ocio cada vez más extendidas.
La categorización de las casetas ya existe en otras ferias andaluzas, en las que el casetero -el titular de la licencia- puede elegir libremente si se encasilla en una y otra opción, cada una de ellas con sus correspondientes derechos y obligaciones. Según la información recabada por este periódico, la idea sobre la que trabaja en el Ayuntamiento es que las 'casetas tradicionales' se rijan básicamente por las mismas normas recogidas en las ordenanzas actuales para todas las casetas sin distinción, en particular la obligatoriedad de tener cocina y de reproducir música aflamencada -sevillanas, rumbas y flamenco-.
En las 'no tradicionales' o casetas-discoteca, por contra, el servicio de cocina sería opcional y se permitirían otros estilos musicales, claro que a condición de agruparlas fuera de las zonas ‘nobles’ del recinto ferial, las calles principales por las que discurre el paseo de caballistas y algunas aledañas.
La idea es equiparar la regulación de las casetas a la legislación general de los establecimientos hosteleros, para los que se establecen distintas categorías en función de los servicios que ofrecen, básicamente bar-cafetería, restaurante y bares de ocio, cada una de ellas con unas normas y un horario específicos.
Esta misma propuesta ya se descartó en la modificación de las ordenanzas llevada a cabo en 2013, durante la anterior etapa del PP al frente del Ayuntamiento, en la que se incorporaron, entre otros, cambios importantes para regularizar los coches de caballo de alquiler, que pasó a considerarse actividad comercial sujeta a una serie de requisitos como el seguro obligatorio, estado sanitario de los animales o lista de precios públicos del servicio.
Cabe recordar que las actuales ordenanzas reguladoras de la Feria del Caballo consideran infracciones muy graves tanto los incumplimientos en materia de música, horario y limitación de decibelios (art. 25.5) como el no disponer de servicio de cocina (art. 25.6). En ambos casos, el régimen sancionador contempla la posibilidad de aplicar sanciones económicas de entre 600 y 900 euros, compatibles con el cambio de ubicación de la caseta, la suspensión de la titularidad por un año o la retirada de la licencia sin posibilidad de renovarla.
El dilema de los horarios
El melón está abierto y ahora hay que darle forma para evitar el riesgo de que termine teniendo un efecto llamada que desemboque, más pronto o más tarde, en una proliferación de las 'casetas-discoteca' mayor aún de la ya experimentada en los últimos años.
Así lo entienden las asociaciones Hostelería de Jerez y de Casetas Tradicionales, con las que el delegado de Fiestas, Francisco Zurita, compartió días atrás la idea de establecer distintas categorías de casetas en una primera toma de contacto dentro de la ronda iniciada por el responsable municipal en paralelo a la consulta pública abierta por el Ayuntamiento para la modifcación de las ordenanzas de la Feria del Caballo.
Mientras que los caseteros tradicionales prefieren esperar a conocer más detalles para pronunciarse, los hosteleros de Feria se muestran abiertamente en contra de incorporar cambios sustanciales sin medir bien las consecuencias, que en este caso pueden ser “irreversibles”.
“La Feria está en auge, y aunque siempre hay cosas que se pueden pulir para mejorarla, hay que tener mucho cuidado con lo que se toca para no equivocarnos”, señala el presidente de los hosteleros de Feria, Alfredo Carrasco, quien alerta del problema de horarios que puede suscitar la división de categorías planteada por el gobierno local.
Los hosteleros abogan por mantener la obligatoriedad de contar con servicio de cocina en todas las casetas, incluidas las ‘no tradicionales’ -'casetas-discoteca'-, ya que en caso contrario considera que no tendría ningún sentido que una caseta que no sirve comidas abra a la una de la tarde como establecen las actuales ordenanzas, “y no hay nada más feo que una feria con las casetas cerradas a mediodía como se ve en otros sitios”.
“¿Para qué van a abrir antes si no tienen obligación de tener cocina o algún servicio de comida?”, se pregunta Carrasco, quien por el mismo motivo entiende que tampoco tiene razón de ser establecer una tercera categoría de casetas-restaurante, “a no ser que en este caso se permita el cierre después de las cenas, porque la normativa obliga a estar abierto hasta las cinco de la madrugada, aunque excepcionalmente se permite el cierre a las tres”.
El tema del horario es relativo, pues al margen de la flexibilidad horaria que siempre ha existido en Feria -los jerezanos más madrugadores saben que pocas casetas están abiertas a la una de la tarde como establecen las ordenanzas, al igual que los más noctámbulos se han encontrado con casetas cerradas a primeras horas de la madrugada los días de menos afluencia, sin que hayan sido sancionadas por estos incumplimientos-, no se descarta introducir otros cambios de horario en función de la categoría de las casetas.
El ‘Día del Socio’ y otros problemas de díficil solución
Al margen de las categorías de casetas, el Ayuntamiento estudia posibles soluciones para algunas de las principales reivindicaciones de hosteleros y caseteros tradicionales, entre ellas la posibilidad de poder celebrar el llamado ‘Día del Socio’ cualquier día y no necesariamente en los primeros como recogen las actuales ordenanzas.
El encaje de la jornada reservada para los socios de las casetas en los primeros días tenía su razón de ser en el anterior modelo de celebración de la Feria de domingo a domingo, en el que los días grandes coincidían con el segundo fin de semana. Sin embargo, tras el cambio al formato de sábado a sábado, con el lunes festivo de añadido, el primer fin de semana ha pasado a ser el de mayor afluencia, por lo que no tiene mucho sentido mantener el ‘Día del Socio’, y que por tanto muchas casetas puedan limitar el libre acceso, precisamente cuando coinciden en el recinto ferial el mayor número de personas.
Los hosteleros, por su parte, también plantean la ampliación del horario de carga y descarga, petición para la que habría que tener en cuenta las necesidades de las labores de limpieza del recinto ferial por parte de los servicios municipales, pero que también se estudiará.
Hay otros temas que se de momento se quedarán en el tintero y que tienen difícil arreglo, como el de las reservas de mesa para las comidas y cenas, problema que se ha generalizado a partir de la reanudación de la Feria tras la pandemia y que no deja de ser una forma encubierta de privatizar las casetas, o el del aforo, asunto igualmente complicado toda vez que la ley establece un máximo de una persona por metro cuadrado, y eso en la Feria sería pedir peras al olmo.
Hosteleros de Feria y caseteros tradicionales también han puesto sobre la mesa otros aspectos recogidos en las ordenanzas susceptibles de mejoras, sobre todo aquellos relacionados con la capacidad de aplicar sanciones inmediatas por incumplimientos flagrantes y reiterados por parte de las casetas, en particular por rebasar el volumen de la música.
La consulta pública sigue su curso
Entre tanto, la consulta pública lanzada por el Ayuntamiento para modificar las reglas de juego de la Feria del Caballo sigue su curso, si bien la inmensa mayoría de las ideas, sugerencias y propuestas presentadas hasta la fecha por los ciudadanos, caso de la demanda de más aseos públicos, no tienen cabida en las ordenanzas.
La modificación de las mismas, en cualquier caso, se plantea como una necesidad para actualizar el texto que regula los aspectos básicos del funcionamiento de la fiesta jerezana a los últimos cambios normativos en materia de sanidad, seguridad...
Tras la consulta pública, que permanecerá abierta hasta el 26 de julio, y los contactos con las asociaciones y colectivos implicados en la Feria del Caballo, el Ayuntamiento elaborará un borrador al que se incorporará las propuestas y sugerencias que estime oportunas. Una vez superado el trámite de exposición pública y resolución de alegaciones, se redactará el texto definitivo de las nuevas Ordenanzas con idea de que pueda elevarse a pleno para su aprobación en el mes de septiembre para su entrada en vigor a finales de octubre o principios de noviembre. Es decir, con antelación suficiente a la apertura del plazo de la solicitud de licencia, que suele producirse a mediados de diciembre, aunque puede adelantarse o retrasarse en función de las necesidades.
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