La crítica

Destapar el tarro de las esencias con sólo bailar

  • Alberto Sellés fue capaz de dejar el mejor sabor de boca de lo que llevamos de Festival.

A medida que pasan los años, triunfar en el Festival de Jerez con una propuesta tradicional y sencilla es más complicado. Apenas se ven a lo largo de estas dos semanas actuaciones en las que no jueguen un papel fundamental el equipo de luces o la escenografía. El público se está acostumbrando a lo que se le da, o sea, obras con ciertos toques surrealistas, decorados ambiguos e instrumentos propios de otras músicas.

Es digno de alabanza atreverse, valga la expresión, a presentar un trabajo castizo y con ningún tipo de añadidos. Un sólo bailaor, Alberto Sellés, fue capaz de dejar el mejor sabor de boca de lo que llevamos de Festival. Con esa soltura propia de su tierra natal, Cádiz, se metió en el bolsillo a todo el público. En pocas palabras, supo bailar como gusta en Jerez, sin historias.

No obstante, la puesta en escena fue impecable, cuidada al detalle, la mano en la dirección musical y guión del musicólogo Faustino Núñez no pasó desapercibida. Al igual que la voz de David Palomar, pieza indiscutible de la noche, con la que se intentó, con buen resultado, recordar a los que dejaron huérfano al cante de Cádiz.

Mariana Cornejo, Chano Lobato o Aurelio Sellés... resucitaron por una noche. David mostró su arsenal en gracia y 'aje', un verdadero intérprete de la esencia de Cádiz. De principio a fin el nivel fue altísimo. Sólo cinco personas fueron necesarias para dar un recital de lujo.

Alberto Sellés nos dio la bienvenida por martinetes, con los que pudimos apreciar la casta del joven bailaor. De negro, puso sobre las tablas su corazón y su condición de artista, una revelación del baile.

David Palomar fue turnando sus apariciones en solitario con las de acompañamiento al baile. Con la guitarra contundente de Rafael Rodríguez, Palomar se acordó del Mellizo con unas malagueñas perfectas. También quisieron recordar a Chano Lobato por alegrías. ¡Qué majestuosidad! Por un instante parecía que estábamos en una taberna del barrio de la Viña de Cádiz. El olor a mar se acercaba por momentos y el salero se derramaba por el tablao.

"Que toquen arrebato las campanas del olvido..." que decía 'La Perla' por soleá. Alberto quiso hacernos ver que en Cádiz todavía queda mucho que ver y que decir en el flamenco. A pesar de que Sellés forma parte actualmente del Ballet Andaluz de Flamenco, no tuvo reparos en obviar lo más dancístico de su profesión. Es curioso cómo lo más normal, se convierte a veces en excepción.

Tras un momento de calado, Palomar pasó a los tientos-tangos, en los que Sellés exhibió su donaire en el escenario. Se paseó con arte y compás durante un buen rato. Sabe mantener la atención del público durante todo el espectáculo, no nos aburrimos, todo lo contrario, pareció hasta corto.

Las palmas de Diego Montoya y Roberto son dignas de mención. Por si fuera poco, el gaditano quiso despedirse con los sones de su tierra, tanguillos. Ahí ya fue el remate. Se bajó del escenario y ante la sorpresa del público, comenzó a bailar por unos minutos. El respetable participó en la fiesta de Alberto Sellés con palmas y jaleos.

Con Sellés, el flamenco en Cádiz está más que asegurado, no caerá en el olvido sino que seguirá dando los frutos de una gente con un arte especial, e insisto, con gracia y salero, algo que sólo tienen allí.

Baile

Las campanas del olvido

Baile: Alberto Sellés. Cante: David Palomar. Guitarra: Rafael Rodríguez. Palmas: Diego Montoya, Roberto Jaén. Guión y dirección musical: Faustino Núñez. Coreografía: Alberto Sellés. Música: Rafael Rodríguez. Diseño de sonido: Alfonso Espadero. Diseño de luces: Antonio Valiente. Técnico de monitores: Juan Luis Vega. Producción: Sara Dezza. Día: 25 de febrero 2014. Lugar: Sala Compañía Aforo: Lleno.

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