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La crítica

El lenguaje del sonido

  • La bailaora Rafaela Carrasco da otra vuelta de tuerca más a su baile para adentrarse en el mundo de los sonidos y del compás

Después de presentarnos en su última visita al Festival un prototipo convencional, aquel 'Vamos al tiroteo', Rafaela Carrasco ha dado una vuelta de tuerca más a su baile para adentrarse en el mundo de los sonidos y del compás, eso que está ahora tan de moda entre los artistas contemporáneos.

La sevillana pasa a la otra orilla conceptual para ofrecernos una propuesta centrada en dos aspectos, los efectos visuales y la coreografía. Quizás se olvida del flamenco puro y duro, pero es que Rafaela sólo necesita levantar los brazos y hacer un desplante marcando con los palillos para recordar al espectador que hace tiempo que pasó esa estación. Ahora, su mente prefiere centrarse en otros mundos, en otros escenarios y en otros conceptos, aunque eso sí, siempre con ese toque de original y personal que su prodigiosa mente irradia. No obstante, su atrevimiento, como es normal, no gusta a todo el mundo, que añora un recorrido mucho más flamenco, ya no sólo en el ámbito puramente artístico sino también en detalles como el vestuario, en esta ocasión muy vanguardista.

Gustos a un lado, 'Con la música en otra parte' es un espectáculo completo, basado en elementos visuales y espaciado en el tiempo con detalles concisos, que alivian y hacen que su digestión sea más placentera.

Coreográficamente pocas cosas pueden reprochársele, pues tanto en los momentos más flamencos, como la farruca o la rondeña que interpreta Rafaela, como en los más jazzísticos, que protagonizan los músicos con los bailarines, está todo estructurado y coordinado al milímetro.

Durante trece números y con la música como eje principal, la bailora va desgranando toda una serie de composiciones, a veces en solitario y otras con la compañía, en los que juegan un papel importante los músicos. Tanto es así que las coreografías están puestas al servicio de la música, y no al contrario, como suele ocurrir en otros montajes. De esta forma vemos a Rafaela, por ejemplo, amoldarse a la rondeña 'El Atlante' de Canito, algo poco común.

Entre las cosas positivas que posee la nueva creación de la sevillana está la sinergia que genera a lo largo de la noche, una sinergia que agrupa, de manera envolvente y captando la atención del espectador, a cada uno de los músicos de Camerata Project Flamenco, cuyos instrumentos posibilitan un ambiente idóneo para que Rafaela pueda matizar cada detalle.

Como en otros espectáculos de la bailaora, el ingenio está presente, en muchas ocasiones en grandes dosis, como la farruca que alterna con el cuerpo de baile y Jesús Torres, sencillamente maravillosa; en apuntes de enorme belleza plástica como los protagonizados por David Coria (de los bailaores más flamencos del grupo) y el contrabajista José Miguel Garzón, y sobre todo con ese pequeño homenaje a Brodway, esa pincelada de 'claquet flamenco', que conforman los tanguillos 'Apaga y vámonos', puramente visual y conseguido, y que fue de lo más aplaudido de la velada.

Baile

con la música en otra parte

Bailarines: Pedro Córdoba, David Coria, José M. Maldonado, Ricardo López y Rafaela Carrasco. Cante: Antonio Campos. Guitarra: Jesús Torres y Juan Antonio Suárez Cano. Palmas: Jonathan Mirón. Colaboración especial: Camerata Flamenco Project. Piano: Pablo Suárez. Chelo: José Luis López. Flauta y saxo: Ramiro Obedman. Contrabajo: José Miguel Garzón. Percusión: Karo Sampela. Coreografía: Rafaela Carrasco y Bailarines. Dirección de vestuario: Elisa Sanz. Diseño de Iluminación: Gloria Montesinos (A. A.I). Diseño de espacio escénico: Gloria Montesinos. Iluminación: Agnethe Tellefsen. Sonido: Juan Benavides. Sastrería: Pepa Carrasco. Maquinaria y regiduría: Ernesto Ruiz. Realización de vestuario: Gabriel Besa y Maika Chamorro. Realización escenografía: Ernesto Ruiz. Dirección, producción: Rafaela Carrasco. Producción ejecutiva: Alejandro Salade. Día: 6 de marzo. Lugar: Teatro Villamarta. Aforo: Tres cuartos de entrada.

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