De padres a hijos
Baile
A lo largo de estos 21 años de Festival de Jerez, han sido varias las generaciones de los Farruco que han pasado por Villamarta. Por eso, ver ayer al primogénito de Farruquito, el pequeño Juan, de apenas cuatro años, sobre el escenario junto a su padre, fue uno de esos momentos que se quedan en la retina y que seguramente pasen a formar parte de la historia de este festival.
Aconteció lo mismo en aquel 2000, cuando un jovencísimo Farruquito daba sus primeros pasos en Jerez, en una noche en la que su tía Pilar 'La Faraona' le 'bautizaba' en esta tierra. Años más tarde la historia se repitió con su hermano, El Carpeta, al que hemos visto crecer con algunos de los espectáculos del mismo Farruquito y su madre La Farruca.
Ahora llega el turno de Juan 'El moreno', que apenas levanta un palmo del suelo y ya sabe convivir y moverse con ángel sobre el escenario. Suyos fueron los momentos más emotivos de esta nueva propuesta de Farruquito, 'Baile moreno', con la que pretende honrar a su padre.
El bailaor sevillano mantiene su estética dancística y de composición de espectáculos (donde también se incluye la música), y lo hace recurriendo a tópicos de siempre (el amor, la boda, la muerte...). No hay que olvidar que cuenta la vida de su padre, al que recuerda ya no sólo con fragmentos de su cante, sino también con algunas de sus aficiones.
Pero en esos tópicos a los que nos referimos existe un denominador común, el baile. Farruquito no se esconde, da la cara y asume el protagonismo bailaor durante toda la noche. Engarza un baile tras otro como si nada le afectara y demostrando que su capacidad física y bailaora permanecen intactas.
En esa manera tan personal de entender el baile sobresalen esta vez algunas novedades. La principal es que incluye en su composición a un cuerpo de baile con Barullo, El Polito, Gema Moneo y Marina Valiente. Por ello, utiliza coreografías grupales que no son muy habituales en su carrera, pero que dan una muestra más de su evolución y progresión como bailaor.
De cualquier forma, su caudal dancístico no se pierde, todo lo contrario, se refuerza en momentos como la soleá con la que se cierra el espectáculo o en una original seguiriya en la que el bastón cobra especial protagonismo junto con la presencia de sus primos El Polito y El Barullo.
Precisamente éste último es una de las notas positivas del montaje pues demuestra una consolidación importante de su baile. Su braceo por bulerías, parándose, marcando los tiempos y escuchando el cante, fue de lo mejorcito de toda la noche.
A nivel de cante, el aire camaronero persiste en muchas escenas, al igual que la sabiduría de Pepe de Pura y Antonio Villar, y la belleza sonora de Encarna Anillo, una maravilla cuando asume el mando.
La noche, no obstante, tuvo en el abrazo de Farruquito y hijo Juan el punto de inflexión, que logró eclosionar una imagen para la posterioridad y sobre todo la ovación de un teatro rendido a la fuerza bailaora de un artista que se acerca cada vez más al mito.
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