La crítica

El resurgir de una maestra

  • La veterana artista consiguió demostrar una vez más la maestría de la que disfruta desde ya hace años

 Dice un refrán que ‘el que tuvo retuvo’. Aplicable perfectamente a ‘La Chiqui de Jerez’, una mujer apartada de su faceta como bailaora en los últimos nueve años, tiempo que ha dedicado a la enseñanza del baile flamenco.

Por suerte, tomó la decisión de reaparecer en el Festival de Jerez, concretamente en el ciclo ‘Paso a dos. Maestros & jóvenes’ en Sala Compañía. Como joven de la noche contó con la presencia de Antonio Molina ‘El Choro’, bailaor de la escuela sevillana que derrochó ligereza, velocidad y compás en todo momento.

A La Chiqui se le notó la falta de complicidad con el atrás, todo lo contrario a lo que ocurría cuando aparecía en escena el Choro, mucho más acoplado a los cortes de su elenco cantaor y guitarrístico. Una pena porque bailaora jerezana demostró  que atesora una experiencia envidiable, unas formas únicas que no supieron acompañar las tres voces de la noche. El cante de Moi de Morón, de El Pulga y de Pepe de Pura supieron encajar mejor con el baile de El Choro. 

Con la apertura del telón los guitarristas, la maestra y el joven comenzaron por tangos, con una Chiqui en plena forma. Dar clases durante tantos años en una academia por donde han pasado miles de alumnos beneficia y hace que los pies respondan a cada remate. Es común que las profesoras de baile, si quieren consolidarse como tal, dejen a un lado los escenarios por lo menos durante un tiempo. 

Tras ello, los tres cantaores de la noche se apoderaron del escenario para interpretar una larga ronda por trilla, martinetes y tonás, en la que destacó positivamente la intervención de Pepe de Pura. Antes de que éstos terminaran, El Choro, sin aspavientos, se gustó por seguiriyas. Una fuerza visible, una velocidad de vértigo en sus pies. Ambos bailaores se fueron alternando el protagonismo durante la noche.

La Chiqui, de nuevo, moviéndose como pez en el agua por el escenario, desplegó toda su experiencia con un baile netamente jerezano, la bulería por soleá. Con gran soltura se desenvolvió evitando su faceta más académica y tirando de recuerdos y tradición. Y es que la experiencia es un grado.  

De nuevo se notaba que la concordancia entre el baile y el cante no era la más apropiada. Una lástima ya que La Chiqui puso todo lo que pudo sin obtener la misma respuesta por la otra parte. Aún así la actuación no careció de sentimientos ni ganas.  

Tras las malagueñas y abandolaos que interpretaron los cantaores, sin el acompañamiento de ninguno de los bailaores, El Choro se llevó un largo tiempo paseándose por el proscenio a compás de unas alegrías. Ahí se notaba esa comunión idónea que debe haber entre todo el grupo artístico. Insisto, la culpa no fue de La Chiqui en ningún momento, sólo que “surgieron imprevistos a última hora”, como señaló la artista jerezana.

La actuación finalizó por bulerías, como no podía ser de otra manera. Desquitada del nerviosismo inicial, la veterana artista consiguió demostrar una vez más la maestría de la que disfruta desde ya hace años con ese baile femenino y cabal. El Choro, por su parte, cautivó a partir de una fuerza sorprendente ganándose igualmente al público. A pesar de todo lo ocurrido entre bailaora y cantaores, la noche resultó un éxito notable por el resurgir de una maestra del baile jerezano.

Baile

Chiqui de Jerez & Antonio ‘El Choro’

Baile: Chiqui de Jerez y El Choro. Cante: Moi de Morón, Antonio Núñez ‘El Pulga’, y Pepe de Pura. Guitarras: Juan Campallo y Jesús Guerrero. Día: 25 de febrero. Lugar: Sala Paúl. Aforo: Tres cuartos de entrada. 

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