Pasarela

Suecia bautiza al tercer nieto de los reyes

  • El príncipe Nicolás, nacido el 15 de junio, recibió las aguas bautismales en una ceremonia familiar marcada por las travesuras de su hermana Leonor.

Suecia vivió ayer con júbilo el bautizo del tercer nieto de los reyes Carlos Gustavo y Silvia, el segundo hijo de la princesa Magdalena y Christopher O'Neill. La capilla del Palacio de Drottningholm se engalanó con flores para el príncipe Nicolás, sexto en la línea de sucesión al trono sueco. A mediodía en punto comenzó una ceremonia que, lejos de la pompa y el boato de Estado, estuvo marcada por la ternura de Magdalena hacia su hijo, quien con casi cuatro meses era normal que llorara en varios momentos, y por las travesuras de su hermana mayor, Leonor, de tan sólo año y medio.

A las doce en punto las salvas de cañones anunciaron la llegada de los reyes Carlos Gustavo y Silvia, que entraron en el templo junto a los pastores responsables del servicio religioso: la arzobispa Antje Jackelén, acompañada del obispo emérito Gorän Lönnermark y el capellán y rector de la capilla real, Michael Bjerkhagen. Detrás de ellos, los padres del protagonista del día, con él en brazos. El príncipe Nicolás, como manda la tradición, vestía el mismo batón de cristianar que su prima Estela y su hermana Leonor, tal y como también lo hicieron antes su abuelo Carlos Gustavo y la princesa heredera Victoria. Su madre, la princesa Magdalena, aparecía, muy recuperada ya su figura tras el embarazo, con un vestido estampado en el que predominaban los dorados y burdeos, el pelo recogido en un moño y adornado con una gran flor en este último color.

El pequeño, tras recibir las aguas bautismales de manos de su tío, el príncipe Carlos Felipe, rompió a llorar y ya no paró en casi todo el servicio religioso. Su madre, atenta siempre a él, intentó calmarle en varias ocasiones. La única que lo logró fue la princesa Margarita, hermana del rey, quien tuvo el detalle de ponerle un chupete que le dio algo de consuelo.

Frente a lo bien que se portó su prima Estela, acompañada de sus padres, la princesa heredera Victoria -muy elegante y luciendo embarazo de morado- y Daniel, Leonor acaparó muchas sonrisas de los presentes al ponerse a jugar en el suelo durante el bautizo y hacer intención de asomarse a la pila bautismal en otro instante.

Tras la ceremonia, que duró unos 45 minutos, los padres salieron a saludar a las puertas de la capilla de Drottningholm y Chris bromeó sobre el llanto constante de su hijo: "El bebé ha estado muy tranquilo", dijo. Los reyes ofrecieron después a los invitados una recepción en Palacio.

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