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Cuando el Alzhéimer aparece en los 50

Salud

Esta enfermedad neurodegenerativa ha empezado a diagnosticarse en personas cada vez más jóvenes. Se recomienda acudir al médico ante la manifestación de cualquier síntoma.

Cuando el Alzhéimer aparece en los 50
Leonor De La Calle

Jerez, 26 de septiembre 2016 - 01:00

"A mi marido lo diagnosticaron con Alzhéimer a los 57 años, pero esto empezó hace mucho tiempo", asegura Sole Rodríguez. El aumento de despistes y la pérdida de memoria alertaron a la familia de este paciente de AFA La Merced de que algo no marchaba bien. Como él, son muchas las personas que comienzan a desarrollar Alzhéimer a partir de los 50 y 60 años de edad. La aparición precoz de esta enfermedad neurodegenerativa ha ido aumentando en la población en los últimos años y supone un cambio más drástico en la vida de los enfermos y sus familiares cuando se desarrolla a edades tempranas debido, en gran medida, a que los síntomas del Alzhéimer crecen con mayor rapidez y en menos tiempo cuanto más joven es la persona.

"Últimamente vienen al centro muchas más personas jóvenes diagnosticadas con Alzhéimer. Tenemos un paciente con 52 años y otros cuantos de cincuenta y tantos y 60 y pico. El diagnóstico a edades tan tempranas no era muy común, pero ahora se está convirtiendo en algo cada vez más habitual", explica Montse Rosado, trabajadora social de AFA La Merced. Se desconoce con exactitud el motivo de este incremento, pero los especialistas aseguran que el frenético ritmo de vida en el que estamos inmersos hoy día podría estar relacionado. Algunos médicos han descubierto que ciertos genes pueden hacer que los síntomas del Alzhéimer comiencen a temprana edad en algunas personas, pero el diagnóstico varía mucho en cada paciente.

Uno de casos es el del marido de Sole Rodríguez. Hace ya tres años que estos jerezanos recibieron los resultados de las pruebas que confirmaban sus sospechas: El marido de Sole padecía Alzhéimer precoz. Para ella, en cierto modo, fue un alivio saber qué es lo que le pasaba a su marido después de años de disgustos, cambios e interrogantes. Por fin podía centrarse en su tratamiento y fijar un rumbo. Sin embargo, el camino hasta descubrirlo no fue fácil. "Estoy segura de que los primeros síntomas comenzaron a manifestarse hace 7 u 8 años. Le ocurrían despistes en la vida cotidiana, como meter el Colacao en la nevera, olvidarse de recoger a la niña del colegio, dejarse el cazo en el fuego, creer que había ido a comprar el pan o a sacar dinero pero en realidad no lo había hecho y otras cosas por el estilo", explica. Estas pérdidas de memoria generaron problemas en el matrimonio. Sole no sospechaba por aquel entonces que lo que le ocurría a su marido podría estar causado por una enfermedad, sino que lo atribuía a dejadez, especialmente después de que comenzara a no querer salir ni con sus hijas ni con ella. Este distanciamiento provocó que la pareja estuviera a punto de divorciarse pero, como todavía había amor entre ellos, decidieron asistir a terapia psicológica para que un especialista les ayudara a solucionar sus problemas y seguir adelante.

"Fue entonces, cuando fuimos a terapia, cuando la psicóloga empezó a tirar del hilo. Yo le contaba los despistes como parte del problema matrimonial y, a raíz de eso, ella comenzó plantearse que quizás podrían ser síntomas de Alzhéimer. Le realizó diversas pruebas y lo derivó al psiquiatra y éste al neurólogo. Este especialista nos dijo que sí queríamos participar en una prueba pionera que consistía en extraer líquido de la médula espinal y aceptamos. Tardaron 6 meses en darnos los resultados, la espera se nos hizo eterna", comenta.

Las pérdidas de memoria comenzaron también a manifestarse en su empleo. "Mi marido era médico, así que tenía que tener los cinco sentidos a la hora de realizar los diagnósticos, recetar un medicamento u otro, atender a un paciente diferente cada 3 minutos, etc. Empezó a notar que fallaba en el trabajo y finalmente lo tuvo que dejar. Para él está siendo muy duro porque conoce perfectamente los pasos de esta enfermedad y ha tratado a pacientes con su mismo diagnóstico", afirma.

Sin embargo, con el apoyo de su familia, sigue adelante con su tratamiento. Además de la ayuda de los fármacos asiste a terapia en AFA La Merced desde que fue diagnosticado, donde realiza actividades de estimulación cognitiva. "Aunque sabemos que esta enfermedad, al ser neurodegenerativa, va a ir cada vez a peor, nosotros lo animamos a que se esfuerce en casa, que haga sus ejercicios con el programa de ordenador, que salga y demás. Él se hace el remolón y en muchos momentos se bloquea cuando no se acuerda dónde está algo o cómo se hace alguna de las tareas, pero tanto mis hijas como yo le ayudamos a recordar y a que supere sus obstáculos. Con esta enfermedad hay que tener mucha paciencia. También el haber adoptado una perra lo ha ayudado mucho tanto a él como a nosotros a afrontar la realidad y adaptarnos a los cambios", explica.

Partiendo de su experiencia, Sole asegura que hay señales muy evidentes de esta enfermedad, aunque a menudo se confunde con otros problemas. "Estoy convencida de que hay muchísimas parejas con el mismo problema que tuvimos mi marido y yo. Una situación que está enmascarado con una crisis matrimonial pero que en realidad es algo mucho más grave. Por eso animo a todo el mundo a que acudan a un especialista en cuanto sospechen que los despistes sobrepasan los límites de lo normal, pues pueden ser los primeros síntomas de Alzhéimer, y cuanto antes se comience con el tratamiento mejor será la calidad de vida tanto del paciente como de sus familiares", explica.

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