Vocaciones al sacerdocio

Más con menos

  • La Iglesia mantiene (a través de fórmulas diversas) su actividad en la provincia pese a la escasez de vocaciones de los últimos tiempos

La ermita de La Ina del siglo XIV, a dos kilómetros del núcleo rural, atendida por el párroco de Torrecera, fotografiada el pasado martes.

La ermita de La Ina del siglo XIV, a dos kilómetros del núcleo rural, atendida por el párroco de Torrecera, fotografiada el pasado martes. / pascual

"Es verdad. Nos encontramos en una precariedad vocacional. Así como en otros tiempos había una abundancia extraordinaria y se hicieron seminarios nuevos en tantos lugares, fue extraordinaria aquella coyuntura, probablemente no solo por temas estrictamente religiosos, ahora nos encontramos en una penuria que podemos decir también extraordinaria. Y ya desde hace mucho tiempo". Quien pronuncia estas palabras es el recién reelegido presidente de la Conferencia Episcopal Española, Ricardo Blázquez. Esa afirmación que lanzaba esta misma semana evidencia la preocupación de la Iglesia por esa falta de vocaciones al sacerdocio.

Pese a esta merma en la 'plantilla' sacerdotal, la Iglesia gaditana procura mantener su presencia y su actividad. Y para ello ha recurrido en los últimos tiempos a 'fórmulas' que de algún modo compensan esa progresiva pérdida de sotanas.

El primer punto que se ha convertido en fundamental ante la realidad es la figura del laico. A menos clero, más seglares. El laico no puede conformarse ya con acudir a oír misa sino que acepta también responsabilidades en la acción de una parroquia, un arciprestazgo o una diócesis, se abren dos caminos: los denominados ministerios laicales, que son tareas que asumen seglares (catequesis, gestión económica, visitar a los enfermos, administrar incluso la Comunión, dirigir algún área diocesana...); y el conocido como diácono permanente, que son hombres que ejercen la labor de predicar la palabra de Dios, celebran el sacramento del bautismo, puedan casar, dar formación a los padres que van a bautizar a sus hijos o a los que se preparan para el matrimonio, etcétera, aunque mantienen su vida conyugal y familiar.

Un recurso curioso que se viene dando en estos últimos años es el de traer a la diócesis a sacerdotes extranjeros. En la provincia actualmente hay cuatro en la diócesis de Jerez (tres colombianos y un irlandés) y diez en la diócesis de Cádiz (de procedencia polaca, venezolana, colombiana, americana e incluso coreana). Desde esta última diócesis explican que muchos de ellos son religiosos cuyas órdenes los envían a Cádiz a ejercer su ministerio; en otros casos -siguen explicando fuentes del Obispado de Cádiz- se trata de seminaristas que vienen a estudiar y que terminan trasladándose de diócesis, además de algún caso por motivos familiares. En cualquier caso, esta medida ayuda de algún modo a compensar esa falta de vocaciones propia.

También se viene dando otro curioso fenómeno en la provincia en estos últimos años: el establecimiento de nuevas órdenes religiosas, que de algún modo 'suplen' a las congregaciones más tradicionales que en muchos casos están inmersas en procesos de reagrupación que conlleva cierre de conventos y casas. De este modo han llegado a la provincia últimamente las Clarisas del Santísimo Sacramento (establecidas en Barbate), las Hermanitas de Foucauld, o los Misioneros Identes. En estos casos, fuentes del Obispado de Cádiz explican que el proceso habitual es que se realicen visitas a estas órdenes religiosas y se les plantee establecerse en la diócesis. "Es que el obispo tiene compromiso episcopal de que la vida religiosa siga adelante", precisa la responsable de Comunicación del Obispado gaditano, María José Atienza.

Y sin recurrir a 'terceros' -entendiendo por éstos los laicos, los sacerdotes extranjeros o nuevas órdenes religiosas de más reciente creación- el mantenimiento de la Iglesia en la provincia también pasa por su propio 'ejército'. Y esto está provocando lo que podría denominarse la figura del cura pluriempleado. "Somos menos, mayores y queremos abarcar campos nuevos. Eso es un reto y una tentación", reconoce el responsable del Clero de la diócesis de Jerez, Eugenio Romero. "Es algo que se asume cuando uno se ordena", añaden desde el Obispado de Cádiz, apuntando también que la sociedad actual tampoco lo entendería de otro modo hoy. "Antes la gente acudía a la iglesia, donde el párroco atendía al que llegaba; hoy hay que salir al encuentro, como constantemente nos está pidiendo el Papa Francisco", señalan. Y así, hay sacerdotes que atienden varios templos, oficiando varias misas al día, o incluso se desplazan casi a diario entre diferentes pueblos; o que compatibilizan su responsabilidad al frente de una parroquia con otras misiones diocesanas que le encomienda el obispo del lugar.

Otro campo en el que la Iglesia ha volcado su preocupación y dedicación en los últimos tiempos, para contrarrestar la falta de sacerdotes, es precisamente el de la vocación. Cada Obispado cuenta -desde hace relativamente pocos años- con una pastoral dedicada expresamente al fomento de la vocación sacerdotal. Y a ellos se unen también la pastoral Juvenil, que enlaza en muchas cuestiones y ocasiones con la vocacional, o los denominados seminarios menores. A través de estas y otras iniciativas lo que se busca es poner en valor la vocación al sacerdocio y ayudar al joven que quiera dar el paso; un "acompañamiento para guiarlos en su proceso de discernimiento", explica el rector del Seminario Diocesano de San Bartolomé (en Cádiz), Ricardo Jiménez.

Normalmente, son los propios seminarios los que se encargan de llevar a cabo estas misiones, organizando encuentros de monaguillos, convivencias vocacionales, o unas oraciones por las vocaciones que por ejemplo en Jerez se celebran todos los domingos en el colegio de la Compañía de María.

Con estos mecanismos que el propio devenir de los tiempos ha ido configurando, logran 'sobrevivir' las dos diócesis en que se divide la provincia de Cádiz. Aunque desde el Obispado gaditano se señala que falta de sacerdotes "ha habido siempre". "Hubo una época muy fuerte en la Posguerra, donde la sociedad era católica, la gente tenía muchos hijos y había un auge vocacional. Y ahora estamos en una época de mantenimiento e incluso de leve crecimiento", analizan positivamente desde la diócesis de Cádiz, señalando además como dato colateral el fuerte descenso de la natalidad en España.

Por tanto, el positivismo, la botella medio llena, es lo que impera en la Iglesia de la provincia. En el Obispado de Cádiz dan un valor añadido a la figura del sacerdote o del seminarista de hoy, "que no han tenido nada a su favor para tomar esa decisión", señalando que "ya hubiera 300 o 1.000 curas, siempre iban a ser pocos". Y en el de Jerez, el responsable del Clero también lo tiene claro ante el problema de las vocaciones: "No tenemos que agobiarnos, hacer lo que podamos y confiar. Al fin y al cabo, esto está en manos de Dios".

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