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Ciudad

Muchas 'dank'

  • Una fundación alemana subvenciona el comedor 'Nos importa Jerez'. A diario más de 30 personas, y una mascota, comen gracias a la solidaridad.

Muchas dank o vielen gracias. Da igual. Tras las puertas de una bodega de Madre de Dios huele a guiso y a verduras frescas. A fuego lento se cuece a diario un 'matrimonio' perfecto entre la fundación alemana 'Kalonge' y el equipo del comedor social 'Nos importa Jerez'. La entidad germana subvenciona la 'casa' a la que van a almorzar seis días a la semana unas 35 personas sin recursos de la ciudad, un trabajo que lidera Loren Hinojosa a través de la asociación Solidarios de Estella del Marqués.

Todo comenzó una madrugada, hace ya unos años, cuando este vecino de la pedanía escuchaba el programa 'Hablar por hablar' de la Ser. Aquella noche los oyentes llamaban para contar sus experiencias con el 'macarrón solidario', una iniciativa que consistía en cocinar en casa y repartir luego la comida en la calle. "Y me propuse hacerlo en Jerez. Empecé haciéndolo en casa, en Estella, y lo traía a Jerez por distintos puntos. Poco a poco la gente fue conociendo la iniciativa y ya decidimos hacer un punto de entrega en la plaza de las Angustias. Pasamos de 15 personas, a 20, a 40 y hasta 90 personas hemos llegado a dar de comer todos los domingos", recuerda Hinojosa. Junto a otros voluntarios, se traían de Estella la comida envasada en fiambreras -regaladas por una empresa de Guipúzcoa- y en una bolsa la metían junto a un trozo de pan y fruta.

El proyecto fue cogiendo fuerza y aunque no lo sabían, la fundación alemana 'vigilaba' por las redes sociales qué hacían y cómo lo hacían. "Después nos enteramos que a través de Facebook seguían nuestra actividad durante meses hasta que vieron que el loco que llevaba esto hacía las cosas bien. Nos reunimos en Mallorca y de ahí salió abrir este comedor", relata Loren, quien añade que "lo pagan todo ellos. Los gastos del alquiler, luz, agua, teléfono y hemos contratado a una trabajadora social".

En el techo de la bodega, cuelgan paraguas que hacen las veces de curiosas lámparas porque "el espíritu de este comedor es resguardar a quien lo necesita". El 70% de los usuarios que acude a comer "son personas que han estado muy bien económicamente y con la crisis se han visto pidiendo ayuda". "Tenemos marroquíes, rusos, alemanes, jerezanos; personas de Alicante, de Barcelona... Lo que no hay son alcohólicos o usuarios con problemas de adicciones... No. Para ellos hay otros tipos de centros en los que les pueden ayudar", remarca Hinojosa, quien añade que "esto es como un restaurante cinco estrellas solidario. Aquí no hay una voz más alta que otra, aquí hay convivencia. Aquí no hay conflicto, no viene la Policía...".

Varias cajas de verduras se amontonan en una mesa. El huerto solidario de Madre Coraje también aporta cada quince días su granito de arena y "el Banco de Alimentos también nos surte, ahora tenemos que ir a por más de 8.000 kilos". "Nosotros no queremos dinero, lo dejamos muy claro. Si hay una recogida de donaciones por un evento, nosotros nos vamos con alguien de la organización y compramos comida. No tocamos el dinero. Queremos alimentos", subraya Loren. A su lado Rosa Gil, voluntaria del comedor, reconoce que "me enteré de que esto estaba aquí, me gustó y dije 'me voy'. Vengo para cocinar y darles de comer y después te vas con la satisfacción de que estas personas por lo menos comen, que tienen un plato de comida. Vienen con frío, con problemas, sin tener cubiertas sus necesidades básicas, pero aquí al menos comen un plato caliente". Junto a Rosario le toca cocinar a Josefa Cortés, también voluntaria: "Me enteré por mis amigas, y llevaba tiempo con ganas de colaborar con alguna asociación. Decidí formar parte de ésta y la verdad es que es una familia. Este comedor es la casa de una gran familia".

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