"Viena me enseñó una equitación que luego adapté al campo"

Alvarito habla del homenaje en la Escuela que lo vio nacer como jinete

Domecq Romero, en la Escuela de Viena.
Raquel Benjumeda / Jerez

26 de octubre 2008 - 01:00

Álvaro Domecq Romero, Alvarito, que gestiona su vida profesional y personal como el hombre que le enseñó ser su padre, se emociona como un niño cuando recibe regalos como el que le acaba de hacer la ciudad centroeuropea de Viena. En el palacio imperial donde bailan los caballos lipizzanos estuvo de alumno y tomó buena nota. Su paso por la catedral de la equitación clásica lo convirtió en un rejoneador, un jinete y un garrochista de los mejores libros de historia. Y además se vino con un sueño: crear en Jerez una escuela como la austriaca. El resto de la historia ya lo conocen.

- Empresario, ganadero, bodeguero, jinete… Usted está siempre creando, reinventándose a sí mismo, ¿en qué se inspira?

- Pues supongo que es la afición; la afición al caballo, al toro, al vino… Ese es el motor de mi vida. Siempre hay cosas nuevas que hacer y es muy bonito. También es verdad que tengo la suerte de tener una ganadería de caballos y de toros buenas y eso da mucho ánimo. Son caballos que resuelven y que funcionan, así que es fácil divertirse.

- ¿Y cómo se organiza para no descuidar nada? Ya se sabe que quien mucho abarca…

- Bueno, cada día le dedico un poco de tiempo a cada una de mis aficiones. Ahora, por ejemplo, la temporada del espectáculo ecuestre "A campo abierto" ha terminado y esto me deja tiempo para otras ocupaciones. También he estado algún tiempo sin montar por la lesión que tuve de rodilla. El accidente aquel me dejó algo apartado de la equitación, pero ya la he retomado, aunque con algo de agujetas.

- ¿En qué 'lío' está metido ahora? ¿Qué es lo próximo que va a 'registrar'?

- Bueno, de momento, cuidar mi pierna. Esto me está llevando bastante tiempo. Y, por supuesto, seguir trabajando como hasta ahora. Así que, en resumen, el presente y el futuro inmediato lo dedicaré a cuidarme y a mantener lo que he creado.

- Este mes de octubre ha hecho años de la muerte de su padre, Álvaro Domecq y Díez, ¿cómo es la vida sin la importante figura de su padre?

- A mi padre lo recuerdo cada día que pasa. Por fortuna, tengo que agradecer a la ciudad de Jerez el maravilloso regalo que ha hecho a la familia con la estatua ecuestre en la avenida que lleva su nombre. Cada vez que paso por delante de él, y lo hago bastante a menudo, casi a diario, le observo mientras le rezo.

- Estaría orgulloso de su hijo al ver que continúa con sus aficiones… Cuidando su legado…

- Bueno, es que yo siempre he sido como él. Me han gustado las mismas cosas: el caballo, los toros, el campo… A casa siempre ha venido gente extranjera para aprender conocimientos hípicos. Enseñó a mucha gente y eso es lo que la familia sigue manteniendo. Yo creo que estaría orgulloso de mi y eso me hacer dormir tranquilo.

- ¿Qué ha significado el homenaje que la ciudad de Viena le ha dado a Alvarito?

- Viena significa casi quinientos años de historia. Es una institución que conserva intacta la equitación clásica y antigua: el galope, el trote, los ejercicios de doma… Todo es muy puro. Yo estuve aquí de alumno y aprendí muchísimo; fueron conocimientos que me han servido para adaptarlos a la vida en el campo, al acoso y derribo… Es otro lenguaje de la equitación. Yo me he sentido muy emocionado y maravillado por este homenaje, porque a esta escuela y a esta ciudad la llevo en el corazón.

- Puede hacer una valoración, como ganadero olímpico y como experto jinete de Doma Clásica, del papel español en los últimos Juegos Olímpicos de Pekín?

- En primer lugar, quiero felicitar al caballo 'Fuego XII', de Pura Raza Española, a su ganadero, Miguel Ángel Cárdenas, y a su jinete, Juan Manuel Muñoz, por el gran esfuerzo que han hecho para llegar hasta allí. Al final, fue la mejor actuación de todo el equipo. También hubo mala suerte porque aparecieron algunas lesiones de última hora… Y, bueno, esto son cosas que pasan en todos los países, pero también es verdad que hay que ponerse las pilas, hay que seguir trabajando para estar arriba. Hay que reaccionar ya. En casa estamos domando caballos que esperemos puedan estar en citas deportivas importantes.

- En Los Alburejos no dejan de nacer y formarse caballos estrellas. De hecho, hace muy poco, acaba de vender todo un lote de ejemplares españoles domados para un país europeo… ¿Puede contarnos algo más?

- Estamos negociando con un grupo de personas de Budapest (Hungría) porque allí hubo una escuela muy antigua y ahora ha surgido interés por su reconstrucción. En principio, estos caballos que se han vendido irán destinados a la creación de esta nueva escuela de arte ecuestre, pero es algo que aún no está hecho. Habrá caballos míos con la idea de hacer una nueva escuela.

- En unos días se celebrará el juicio por el brutal atentado que sufrió la cuadra de caballos toreros de sus sobrinos Luis y Antonio, ¿qué espera la familia de la Justicia?

- Eso, justicia. Este ha sido sin duda uno de los episodios más tristes para la familia y lo único que queremos es que todo el mundo sepa el nombre y el apellido de la persona que lo hizo y que no se vuelva a repetir, porque es horrible. Eso no se puede hacer, no puede quedar así.

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