Los galeristas

Vivir del arte

  • Las galerías de arte bajan sus ventas pero tratan de innovar para sortear la crisis

Si la política y la economía han fracasado y no han servido para sacarnos de la crisis, ¿por qué no centrar las inversiones en la cultura y el mundo del arte?,  se pregunta un galerista que, como todos en esta vida, pudo constatar que  la recesión económica  se había cebado en el mundo del  arte y le había sumido en una profunda depresión. ¿El arte está ahora en crisis o es que el arte siempre lo ha estado? Ni entre los propios galeristas de arte hay acuerdo y el panorama no es muy claro. Aunque  algo hay muy cierto y el problema, muy simple: El público no se decide a comprar. Ni siquiera bajando los precios. La crisis ha impregnado todo de tristeza e incertidumbre.

Esta situación coyuntural ha hecho que la incertidumbre que sufrimos planee sobre inversores y coleccionistas y hay datos preocupantes que apuntan a más de un 30 por cien de pérdidas en ventas desde el estallido de la burbuja. “¿Treinta? Me parece poco. Y mucho más...”, refiere una veterana de este mundillo, la jerezana Carmen de la Calle, una de esas valientes autónomas que regenta ahora su quinta y flamante galería en la calle de Santo Domingo, 17 duplicado. “Esta nueva situación ha hecho que los galeristas se adapten a nuevos comportamientos y fórmulas a la hora de captar clientela, que se vean obligados a innovar servicios en sus espacios y no dependan tan sólo del negocio de la venta”. De otra manera, el asunto no prosperaría.

La inquietud de Carmen por el arte le viene desde la infancia. De Jerez viajó a Madrid junto a sus padres y ya, con trece años, invertía sus ratos libres en el Museo Sorolla. Sorolla le conquistó y ahí comenzó a apasionarse por el mundo del arte. Dice considerarse “autodidacta, una esponja” y parafrasea a su colega madrileña Elvira González cuando dice que “estudiar Historia del Arte no te enseña a ser una buena galerista, sólo te permite entrar en el mundo del arte, por lo que yo suplo la falta de formación inicial en arte con la intuición”.

La misma intuición que le llevó en 1991 a abrir su primera galería de arte en la calle Almenillas y de Almenillas pasó al Arenal y, desde aquí, a la calle Medina, un negocio que compatibilizó en 2003 con una galería en Madrid hasta que en 2005 cerró la galería jerezana.  Años después, cerró en Madrid por problemas familiares y volvió a Jerez, donde ha vuelto a abrir otra sala. Son, por tanto, casi una veintena de años con una intuición que le llevó a conocer las entrañas del negocio, descubrir a un buen puñado de grandes artistas y conocer muy bien todo lo que se mueve en torno al arte, con viajes constantes por toda España a ferias y eventos  Por eso, su opinión es importante.

Carmen siempre apostó por artistas jóvenes, principalmente andaluces, aunque ahora confiesa que el cliente “compra con mayor seguridad: quiere calidad y la firma demostrada del artista en su obra. Yo no expondría ahora a un principiante. Quieren nombres de reconocido prestigio, más cotizados, como son los grandes maestros del siglo XX”. La nueva galería de Carmen de la Calle se asienta sobre la planta baja del estudio de arquitectura de Manuel Ángel González Fustegueras y Andrés Luque, junto a la Sala Paúl. “Me lo cedió y le prometí a Manuel hacer de ese bello espacio una conexión con la sociedad, sus gentes, donde entrarían otras actividades como conferencias, presentaciones de libros, vídeo arte... hacer un espacio multidisciplinar, participativo y abierto”. Ha inaugurado la sala con un ‘pelotazo’, el artista Cristian Domecq, al que seguirá el jerezano José María Báez y, más adelante, una exposición de trabajos de Rafael Alberti,  algunos de ellos datados en 1918.

Ramón Martín y Paloma Caparrós han regentado durante unos diez años la galería Belén pero la “poca respuesta del público”, sumado a la coyuntura de la crisis, les han dejado en el camino. “Así ha acabado este romance -explica Ramón-, esta ilusión y entusiasmo con que trabajábamos desde el primer día. Creo que lo que hacíamos no convencía a una ciudad con tanto costumbrismo arraigado como es la nuestra”. También Ramón apostó con más o menos suerte por artistas jóvenes  y, como Carmen de la Calle, no observa gran interés en su ciudad natal por el arte “mientras que el interés de las instituciones es nulo. Yo, desde luego, soy ‘anti-subvenciones’, no creo en ellas, van siempre a manos de los amiguetes”.  Y sin padrino, ya se sabe que no hay bautizo. “Hoy día, han bajado los precios en las galerías. Es un buen momento para comprar”.

También para el sevillano Juan Carlos de Lamadrid vender se ha convertido en primordial en la galería de fotografía contemporánea que abrió, hace meses,  en Pozo del Olivar. Juan Carlos es periodista y fotógrafo. Ha sido además comisario de muestras y responsable durante seis años de la organización y proyectos educativos de la exposiciones de ate contemporáneo de la Obra Social de Cajasol. “De la mano de Paco del Río, allí aprendí a trabajar en la organización de una muestra . El trabajo también me permitió relacionarme con un gran número de artistas y, con todos esos conocimientos y experiencia, llegué hasta aquí por un proceso natural”.

La galería ocupa un acogedor espacio luminoso con vistas a la calle dedicada en exclusiva a la fotografía y el lenguaje visual, nada que ver con una galería de arte. “La fotografía -explica Juan Carlos- es un mercado nuevo. Muchos la ven como más rentable, con precios más bajos. Quien compra lo hace porque es una oportunidad de negocio”.

El panorama para un iniciado no es el mejor. Las instituciones públicas han recortado o suprimido sus inversiones en la cultura. La Junta ha prescindido de estas ayudas y la propia Diputación ha cerrado el fondo que mantenía para adquirir obras de arte. “Sólo la Confederación de Empresarios de Cádiz sigue apoyando el arte contemporáneo a través de su bolsa de compra”.

Contar con buenos artistas, calidad en los trabajos y una programación coherente son, para este joven, las principales claves del negocio. En la galería ha puesto horario europeo. “Posicionar a tus artistas a nivel nacional e internacional en buenos espacios, mantener contactos con museos y coleccionistas  o acudir a ferias son siempre tareas obligadas en este oficio”. De Lamadrid, que cree que en Jerez falta una “cultura de disfrute de una galería”-  inauguró la sala con excelentes imágenes  del francés Bruno Barbey y, estos días, expone los trabajos de Gilles Larrain y Cristóbal Lara sobre la temática del flamenco.

Son tan sólo dos salas en una ciudad de 230.000 almas, las dos nuevas, las dos diferentes, pero una misma crisis.

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