El arte de copiar
Las nuevas tecnologías han irrumpido en universidades y colegios como nuevo método para aprobar sin estudiar
Buscamos en Google “pinganillo para copiar en exámenes” y de inmediato aparecen más de 3.000 resultados que ofrecen a los estudiantes la posibilidad de conseguir uno de estos pequeños aparatos que parecen estar convirtiéndose en la última tendencia para conseguir aprobar un examen sin necesidad de estudiar. “Pinganillo para copiar en exámenes por 100 euros”, es uno de los primeros resultados y a continuación el vendedor aclara en su oferta que “he probado esta forma de chuleta y puedo responder a cualquier duda queme hagáis sobre estos aparatos”. En definitiva, toda una revolución y un nuevo quebradero de cabeza para los profesores.
Las llamadas “chuletas electrónicas” está llevando a que el profesorado agudice el ingenio. Diego Martínez, profesor de La Salle Mundo Nuevo, explica que “la medida disuasoria más efectiva es permanecer alerta mientras se realiza la prueba. En nuestro centro hemos decidido prohibir los móviles en todo momento, así evitamos riesgos. Vicente, profesor de universidad, declara que “los ingenieros y los que estudian telecomunicaciones tienen más facilidades y más medios para copiar usando las nuevas tecnologías, pero pienso que aún sigue triunfando la típica tarjetita con letra pequeña”. En relación a las chuletas más curiosas que ha visto durante su carrera, Vicente recuerda “un chico que vino a clase con corbata y me extrañó bastante, luego descubrí que tras la corbata tenía todas las chuletas. Las chicas también aprovechan su vestimenta para copiar; suelen guardarlas entre las tablas de la falda. Aunque realmente sigue triunfando el preguntar o intentar copiar al de al lado”. Los profesores intentan usar diferentes trucos para disuadir al que intenta copiar. “Realizar pruebas orales, poner exámenes distintos o revisar las mesas antes de empezar, son algunas de las técnicas que usamos los profesores en el colegio”, explica Diego Martínez de Mundo Nuevo.
En cuanto a los alumnos, existen dos tipos: los modernos y los clásicos. Los más arriesgados se han adentrado en el mundo de las nuevas tecnologías para conseguir superar una prueba. Pedro,un estudiante universitario, afirma que junto con unos amigos crearon un sistema imposible de detectar. “Te ponías una chaqueta y en uno de los botones de la manga había una cámara que servía para grabar el examen, en el cinturón llevaba la batería y en el tobillo un transmisor. A parte, un bolígrafo donde estaba instalado un pinganillo. Fuera, había una furgoneta que recibía la señal y una persona te contestaba las preguntas del examen”. Este sistema, según Pedro, costaba unos 1.000 euros, aunque los compañeros de clase que quisieran podían comprar las respuestas y se las pasaban por el móvil. “Podíamos sacar más de 5.000 euros con la venta de respuestas, era toda una inversión”, explica Pedro. El pinganillo que funciona mediante mediante una llamada es lo más común y se puede adquirir en cualquier tienda de electrónica o especialistas en espionaje. Algunos comerciantes del sector niegan vender productos con ese fin y aseguran que ellos facilitan elementos para el “control de seguridad y para profesionales”, detectives, o particulares que deseen mejorar la seguridad de sus hogares. Pero las tiendas online especifican el uso de estos utensilios y se nombra literalmente el término “chuleta electrónica” para referirse al conocido pinganillo. Incluso las hay que tienen un apartado exclusivo para exámenes.
Pero también está el estudiante clásico que se conforma con el típico bolígrafo grabado, la goma o la tapa de estuche. “Hay algunos que ya ni siquiera se molestan en hacer chuletas van al examen a ver si suena la flauta”, afirma Vicente, profesor de universidad. En definitiva, parece que el aprobar es la finalidad de todo estudiante que se enfrenta a una prueba, la diferencia se encuentra en los métodos, correctos o no, que cada uno decide utilizar.
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