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Bodegas Barón

El rebusco

Pasado y futuro

Tradición centenaria en el corazón de Sanlúcar

Lola Flores en las bodegas Barón junto a José Rodríguez ‘Xixarito’ (foto Ricardo).

La historia de las Bodegas Barón se remonta a 1895, cuando Manuel Barón Fernández (1874-1947) adquirió las viejas soleras del vinatero Anselmo Paz. Aquel gesto marcó el nacimiento de una empresa que, con el tiempo, se convertiría en una de las casas más emblemáticas del vino sanluqueño.

Retrato de Manuel Barón Fernández.

Barón Fernández consolidó su proyecto sobre una sólida base familiar. Su esposa, Dolores Romero Sánchez, descendía de los Romero de la Balsa, una saga estrechamente vinculada al mundo del vino en Sanlúcar desde mediados del siglo XVII. Tras la muerte del fundador, su viuda y sus herederos mantuvieron viva la bodega hasta la década de los ‘70.

La viña Atalaya en una etiqueta impresa durante la Segunda República.

En esa misma década la firma pasó a manos del empresario sanluqueño José Rodríguez Jiménez, conocido popularmente como Xixarito. Con visión y respeto por la tradición, Rodríguez mantuvo intacto el legado histórico, preservando las antiguas bodegas y marcas, al tiempo que modernizaba las instalaciones y proyectaba la empresa hacia el futuro. Su fallecimiento en febrero de 2011 cerró una etapa decisiva en la evolución de la casa.

Xixarito e hijos

Corría 1984 cuando las históricas bodegas pasaron a manos del empresario José Rodríguez Jiménez (1933-2011), un emprendedor sanluqueño de espíritu inquieto y visión de futuro -de orígenes humildes y huérfano de padre desde corta edad- que había hecho fortuna con su empresa de hierros San Cayetano.

Rodríguez Jiménez apostó con decisión por devolver a la bodega el esplendor de antaño, decidido a proyectar su nombre más allá de las fronteras locales. Los inicios, sin embargo, no fueron sencillos. La compleja situación heredada retrasó durante dos años el arranque de la nueva etapa, obligándole prácticamente a comenzar desde cero.

Espejo con la publicidad de la casa.

Su punto de partida fue modesto pero firme: con la uva procedente de su finca Viña Parpalana y el envejecimiento en las instalaciones de la calle Molinillos, inició la venta de vino a granel. El impulso definitivo llegaría en 1989, con la adquisición de un tren de embotellado que multiplicó la capacidad de trabajo, amplió la cartera de clientes y abrió la puerta a nuevos mercados nacionales e internacionales.

Etiquetas del brandy Jorge III, y la del cream sherry con la firma de José Luis Torres.

El progreso se consolidó en 2006, año clave en la historia reciente de la casa. Tres acontecimientos marcaron entonces un punto de inflexión: primero, la venta de la Viña Parpalana, con el acuerdo de continuar su explotación durante tres años; segundo, la compra de la viña El Poedo, que permitió aprovechar al máximo la producción de ambas fincas; y tercero, en agosto de 2008, el inicio de las obras de las nuevas instalaciones en la finca Hato de la Carne, situada en la carretera de Sanlúcar a Chipiona, donde también se plantaron nuevos viñedos.

El destino quiso que José Rodríguez Jiménez falleciera en febrero de 2011, sin poder disfrutar de la primera vendimia de El Hato, celebrada ese mismo año sobre una superficie de dos hectáreas, ampliada a 7,5 hectáreas en 2014.

José Rodríguez ‘Xixarito’ (segundo por la izquierda) y sus hijos, Félix, Pepe y Juan Luis.

Desde entonces, sus hijos José Rodríguez Carrasco (Sanlúcar, 1966), Juan Luis y Félix han tomado el relevo, manteniendo viva una tradición bodeguera que se remonta a casi cuatro siglos de historia. Fieles al legado paterno pero con mirada contemporánea, han apostado por renovar la imagen de sus productos y conquistar nuevos mercados internacionales.

Barón respeta el medio ambiente utilizando productos 100% ecológicos, manteniendo un compromiso con el futuro y el desarrollo sostenible, con una máxima garantía de calidad en todos los procesos de la producción.

En 2014, coincidiendo con el lanzamiento de su nueva identidad corporativa, la empresa reforzó su presencia en eventos vitivinícolas y gastronómicos, consolidando su compromiso con la promoción del vino y con la difusión de una herencia familiar que sigue escribiendo, año tras año, nuevas páginas en la historia del vitivicultura sanluqueña.

Bodegas

El principal núcleo bodeguero se levanta entre las calles Molinillo segunda y la carretera de Chipiona, en un enclave de notable valor histórico y arquitectónico. El conjunto, organizado en torno a un patio central de aire tradicional, reúne edificaciones de distintas épocas y estilos que reflejan la evolución de la arquitectura vinatera sanluqueña.

Fachada de la bodega en calle Molinillo.

Entre sus joyas arquitectónicas destacan la encantadora bodeguita morisca San Dimas y la bodega-granero San Pedro, esta última datada en el siglo XVIII. A ellas se suman las naves de San Agustín, levantadas en 1871, donde aún reposan las antiquísimas soleras fundacionales de Anselmo Paz, verdaderas reliquias enológicas que guardan más de un siglo de historia.

Una referencia especialmente valiosa sobre las Bodegas Barón se conserva en un folleto promocional impreso en 1981 por la imprenta jerezana Grafibérica, testimonio de la vigencia y prestigio de esta casa sanluqueña.

Viñas y vinos

Actualmente la familia Rodríguez Carrasco cuenta con dos viñas; El Poedo y El Hato, ya que la histórica viña Atalaya, actualmente abandonada, no se incluyó en la compra de las propiedades de Barón, pero si el Tartanero, sede central de las bodegas Barón convertido en hotel.

Edificio Tartanero, sede admistraiva de la compañía y posterior hotel.

La viña El Poedo se ubica en los pagos próximos a Sanlúcar de Barrameda, limitando con Rota, dentro de la zona del Jerez Superior.

Asentada sobre lomas que miran a la desembocadura del río Guadalquivir, la finca cuenta con 50 hectáreas de viñedo propio. Sus tierras de albariza, combinadas con la humedad constante del enclave, favorecen el desarrollo óptimo de la vid y aportan a la uva las cualidades distintivas que caracterizan a estos pagos.

El Poedo fue adquirida a Argüeso en 2006 por unos 3,6 millones de euros.

Parte de la casa de viñas, de arquitectura tradicional de finales del siglo XIX se ofrece como casa rural para actividades enoturísticas.

Fachada de la viña Poedo.

Por otra parte, El Hato, ubicada en la carretera circunvalación A-480, y que cuenta con una pequeña extensión de 7,5 hectáreas de tierra albariza.

Con ello obtienen el 70% de su producción de mosto, adquiriendo el 30 % restante a otros viticultores de la zona.

Actualmente, en las instalaciones de Parpalana se moltura la uva que se recoge en la vendimia.

Sus instalaciones bodegueras en Molinillo 2ª, la forman varias naves de criaderas y soleras, en las que nos encontramos la Manzanilla y el Fino, en la variedad de vinos bajo velo de flor, y el Oloroso, Amontillado, Cream, Moscatel, Pedro Ximénez y Medium, en la variedad de vinos de crianza oxidativa, lo que da vida a las marcas de Pino Viejo, Micaela, Atalaya, Barón, Xixarito y Soluqua. La penumbra de sus bodegas es más recia y más íntima, la humedad de sus suelos es constante, los rociados son de poca cantidad pero frecuentes, todo ello unido al envejecido en sus botas de roble americano, hacen de estos caldos un lujo al paladar. En las nuevas instalaciones de las bodegas el Hato de la Carne se lleva a cabo el envinado de botas de oloroso para el Sherry Cask.

Sala de catas.

Desde hace unos pocos años, elaboran también dos vinos de pasto bajo el apelativo de Paranornales.

Se elaboran con uva 100% Palomino Fino procedente del de Pago Cebollares. Con un envejecimiento, muy delicado, de ocho meses bajo lías finas seleccionadas, que hacen de este Vino de Pasto una fusión incomparable de dos versos hermanados: fidelidad al terruño y una enológica basada en el respeto.

El Blanco Paranormal es un vino blanco procedente de un único viñedo plantado en 1997 en cultivo ecológico, Se elabora con mosto de primera yema dejándolo reposar durante ocho meses en barricas nuevas de roble americano.

Andana de botas en una de sus bodegas.

Para el Blanco Oxidativo Paranormal se sigue el mismo proceso con los mejores mostos de viñedo El Poedo, sin fortificación, y se deja en graduación natural durante ocho meses en barricas de amontillado, lo que le confiere una intensidad y un cuerpo robusto, nunca antes visto en un vino blanco.

Blanco Oxidativo Paranormal no es un vino para todos los públicos, está reservado para quienes realmente saben apreciar los vinos de calidad.

La imagen de una nueva generación

En 2014, los responsables de la bodega encargaron a la pareja de jóvenes diseñadores jerezanos de Estudio Macoma la creación de la nueva imagen de sus etiquetas. El objetivo era lanzar al mercado una gama de vinos que atrajera a una nueva generación de consumidores, marcando una auténtica revolución en el sector. Los nombres de esta innovadora línea son Xixarito, Soluqua y Micaela.

La nueva imagen para la gama de sus vinos.

La creatividad de Estudio Macoma se refleja en las contraetiquetas, que recrean lugares y edificios emblemáticos del paisaje urbano de Sanlúcar, incluyendo la serie de coloridos azulejos de cerámica del Palacio Ducal.

El autor del artículo con José Rodríguez Gutiérrez.

La bodega también ha diversificado su actividad con botas envinadas de vinos calificados para la producción de Sherry Cask, destinados a importantes destilerías de Escocia y Taiwán, entre ellas Pago del Hato.

Etiqueta de la manzanilla Micaela.

En la etapa actual de la empresa se incorporan dos jóvenes miembros de la familia, la tercera generación. Enrique Pérez lo hace en 2013, asumiendo el departamento de Exportación y la gestión del mercado nacional. Por su parte, José Rodríguez Gutiérrez (Sanlúcar, 1996), hijo de José Rodríguez Carrasco, se suma al proyecto en 2021 para encargarse de las actividades de enoturismo y la organización de eventos, además de dirigir la presencia digital de la compañía mediante el desarrollo de sus redes sociales y la página web corporativa.

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