La cara más 'amable' de la crisis

Mientras muchos negocios cierran sus puertas, otros ven aumentar su clientela · Una pequeña tienda que arregla zapatos, una costurera y el conocido negocio de ‘compro oro’ ganan el pulso al declive de la economía

La cara más 'amable' de la crisis
María Valero

23 de marzo 2011 - 08:01

El cierre de empresas por la crisis llena diariamente páginas de periódicos y minutos en la radio y la televisión. Los negocios sufren el revés económico con fuerza y las colas ante las oficinas de empleo son cada vez más largas, ahogando poco a poco las esperanzas de miles de empleados por encontrar un puesto de trabajo. Sin embargo, la crisis también tiene dos caras y la positiva tiene el rostro de una costurera, una zapatera y una empleada de las bien conocidas tiendas de ‘compro oro’.

Estos establecimientos han visto crecer su clientela desde que empezó la crisis. Su tradicional trabajo a precios más asequibles o la facilidad de intercambiar objetos por dinero les ha llevado a ser de los pocos que sobreviven en esta crítica situación económica. Carmen Meseguer López es una costurera desde hace años y en su pequeño negocio “la cosa va bien”. Reconoce que ahora “se arregla todo”, desde abrigos de piel escondidos en el armario desde hace treinta años hasta camisas que de cara al verano se transforman en camisetas para ahorrar algo de dinero. “Antes me traían cosas porque les tenían cierto cariño a la prenda y no querían perderlas, pero ahora los arreglos son por necesidad pura y dura”, señala Carmen.

Pantalones de campana que tras pasar por las manos de Carmen son de pitillo, trajes de Comunión que con unos pequeños cambios parecen otros y pasan de hermana a hermana, vestidos que se cortan y túnicas de Semana Santa que se arreglan de un año para otro son el día a día de esta costurera que ‘recicla’ el armario. Hilo en mano escucha las historias de sus clientes “como si fuera una psicóloga, creo que por eso la gente también repite conmigo. Con la crisis he visto que necesitan ser escuchados, así que además de coser hago compañía”, declara Carmen.

Algo parecido ocurre en la pequeña tienda de arreglos de zapatos de Emilia Gil. Desde que empezó la crisis ha visto aumentar su clientela en un veinte por ciento aproximadamente y es que la cartera ha ganado a las tendencias de la moda. “Ahora estamos sacando todo del armario y nos traen las cosas antiguas de piel buena. Si el zapato costó 50 euros y la nueva tapa 4 ó 5, sí merece la pena venir aquí”, declara Gil. En estos últimos años ha visto, junto a su marido, cómo ha cambiado el perfil de su clientela porque “la gente mira más por el dinero, por la necesidad y si antes cambiabas de calzado cada temporada, ahora que aguantar lo máximo posible”.

Lo que están aguantando poco en los armario son las joyas y demás objetos de oro. Los establecimientos de compraventa han tenido un ‘boom’ en los últimos años por el declive de la economía, dando cobertura a la necesidad de vender lo que sea para ganar algo de dinero. Asunción Gómez es una trabajadora de uno de estos comercios en el centro y reconoce que “comprar no, pero vender de todo, cosas rotas, nuevas, sin usar... Hasta nos llegó una señora preguntando si podía empeñar ropa y una radio”. La garantía de tener dinero en el momento ha llevado a muchas familias a abrir el joyero e intercambiarlo para pagar la factura de agua o la luz. “Desde los 18 años hasta señores muy mayores, de los más humildes hasta personas que nunca piensas que podrían vender estas cosas. Creíamos que después de tanto tiempo la cosa iba a decaer, pero nos equivocamos. Siguen viniendo porque la necesidad es la necesidad”, declara la joven.

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