La cuna del caballo se mecía en Ducha
Antonio Romero Girón. Ganadero
El Pura Raza Española rescata el nombre de Romero Benítez en el Sicab para premiar a una ganadería de leyenda conocida mundialmente por criar caballos que eran modelo de monumentos.
En casa de Antonio Romero Girón daban sus mejores conciertos flamencas de raza como María de la Colina. Las fiestas privadas de amigos en el cortijo Ducha servían para celebrar la vida, la juventud o la venta de uno de sus caballos de Pura Raza Española. Porque el hierro de Romero Benítez, sin saberlo la cantaora sevillana, tenía la misma pureza e historia que sus bulerías gitanas. Y eso lo conocía casi el mundo entero por aquellos años ochenta. De muy lejos recalaban clientes para pagar lo que la mayoría elevamos al nivel de fortuna por una sola yegua de esta marca jerezana que hunde sus orígenes en el buen gusto de Cristóbal Romero Zarco, el primer ganadero de este hierro de leyenda que nació a principios del siglo XIX. Mexicanos, alemanes, costarricenses, venezolanos, franceses, australianos, italianos o españoles cimentaron su afición ganadera a base de hembras marcadas con el hierro del círculo y la Y. No hay buen ganadero de caballos de Pura Raza Española que no esté salpicado con la sangre de Romero Benítez. En la última edición del Salón Internacional del Caballo, celebrado en Sevilla del 2 al 7 de diciembre, Antonio Romero Girón, el ganadero jerezano que estuvo al frente de la última etapa de la ganadería (1964-1990), recogió el premio Pura Casta por preservar y difundir la riqueza genética del PRE.
-¿Qué tenían esos caballos?
-La pureza y la belleza. No es subjetividad de autor. Y tampoco vanidad ganadera. Parece ser que eran puros como pocos. Y lo eran porque, entre otras cosas, a principios del siglo XX la Yeguada Militar recomendó a los criadores españoles mejorar la cabaña incluso con otras sangres para hacer un caballo más rápido. Pero Romero Benítez no lo hizo. Por eso enfrascaba esencia. Se puede hurgar mucho más en la historia de este hierro hasta llegar a épocas napoleónicas, donde se difumina la verdad y la leyenda. El emperador francés era un mal jinete fiel al caballo de Pura Sangre Árabe que conoció al Caballo Español a través de Godoy durante los primeros años del siglo XIX en su intento por afrancesar la piel de toro. La amenaza del invasor que perdió Waterloo por el malestar que le producían las almorranas ocasionadas por la equitación, según cuenta la historia (o la leyenda), llegó hasta el sur de España. Que el avance del vecino podía suponer un peligro para el patrimonio ganadero lo sabían los antepasados de Antonio Romero Girón y otros ganaderos como los monjes cartujos, por eso los caballos tuvieron que estar escondidos hasta pasados los tiempos convulsos. Pero no fue la guerra lo que hizo peligrar la continuidad genética en el cortijo Ducha.
-¿Por qué desapareció el hierro de Romero Benítez?
-Porque se acabó la afición. Eso fue en 1990. Pero Jerez ya llevaba lustros asistiendo al funeral de históricas ganaderías durante la segunda mitad del siglo XX. La de Romero Benítez era una más de las sesenta yeguadas que existían dentro de sus fronteras en una época en la que el ganado particular se criaba para las labores agrícolas y para cumplir con las necesidades ganaderas militares, que demandaba el ganado privado para mejorar sus propias líneas. Romero Benítez siempre buscó la pureza en el hierro del bocado, antes y después de su huida. Primero lo hizo Cristóbal Romero Zarco, el primer eslabón de Romero Benítez, comprando yeguas cartujanas al presbítero Pedro Zapata. La historia la siguió escribiendo Rafael Romero Benítez, que volvió al bocado para comprar más de veinte yeguas y dos sementales. Y finalmente la convirtió en leyenda su nieto, Antonio Romero Girón, con quien la ganadería protagonizó el último suspiro. El ganadero continúo su tarea ganadera con "Levitón", un vestigio cartujano que encontró al fondo del pasillo de las cuadras del Depósito de Sementales. El padre de "Evento" le dio a Romero Benítez tres campeonas de España y la fama mundial. Fueron décadas de prestigio y negocio. La duquesa de Alba, actores como el americano Greg Harrison, Johan Cruyff, Antonio Ariza (el hombre de Domecq en México) o Manolo Prado necesitaban comprar caballos para poder criar y después vender. Y la materia prima la tenía Romero Benítez. El reconocimiento más importante llegó en 1973, cuando se incorporó a las vitrinas del guadarnés de Ducha el Caballo de Oro, el galardón que cada año y desde los años sesenta concede el Ayuntamiento de Jerez a los méritos acumulados en la labor realizada en la difusión del PRE y de Jerez. Hoy, apenas queda una decena de ganaderías de Pura Raza Española en la comarca de la ciudad del caballo.
-Y ahora parece que cada vez es más difícil encontrar candidatos jerezanos para el Caballo de Oro…
-Es que hay que sacarlo de Jerez porque está perdiendo el prestigio. Y también crear una comisión formada por personas que sepan de caballos y que conozcan en profundidad la trayectoria de los candidatos. Premiar la excelencia, como hay que hacer con el Paseo de Caballos de la Feria.
-Pone usted el listón un poco alto. ¿Qué es saber de caballos?
-Nacer y crecer entre caballos, tener caballos, verlos trabajando en tierra y después montarlos… Y aún así, hay pocos que sepan de caballos.
-Es desolador. A la entrega de premios le han acompañado dos concejales del Ayuntamiento de Jerez, ¿ha tenido ocasión de transmitir su inquietud?
-Agradezco al concejal de Turismo, Antonio Real, y al concejal de Promoción y Fiestas, Antonio Montero, que hayan venido conmigo a recoger este premio pero de lo que se trata es de fomentar el caballo en Jerez. El Pura Raza Española abandonó Jerez hace años, a pesar de que mantiene activos, de momento, importantes centros de producción como Torrestrella, Bohórquez o Diosdado. El PRE exploró una proyección mundial a través de la cría y del deporte y ha conseguido que le hablen de usted en países como Alemania, donde la doma clásica tiene capilla sixtina. Es cierto que el caballo centroeuropeo sigue imbatible en las marcas mundiales pero también es cierto que el PRE es una de las pocas razas puras que ha conseguido ser olímpica, gracias en parte al aporte genético de líneas como la de Romero Benítez. Ahora, Antonio Romero Girón, el último ganadero de la familia, atiende sereno a los admiradores que buscan restos de su ganado para criar, como lo hacían en aquellos años en los que María de la Colina se rompía la voz en el patio de Ducha.
-¿Qué le sugiere la idea de volver a criar caballos?
-No, se acabó. Pero si tuviera que hacerlo desde luego buscaría la sangre de Romero Benítez. Por nostalgia y porque es la mejor.
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