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Diario de las Artes: El universo plástico y estético de uno de los pintores sevillanos con mayor personalidad

CURRO GONZÁLEZ

Espacio Santa Clara

SEVILLA

Una de las obras que se exponen en el Espacio Santa Clara de Sevilla.

Terminó la temporada pasada en el paisaje artístico sevillano con suma trascendencia expositiva. Buenas muestras colectivas – ‘After Imagen’ en Barrera Baldán, ‘Y por fin el agua’ en Rafael Ortiz, ‘Corpus’ en Alarcón Criado, ‘Amanece que no es poco’ en Birimbao y ‘No, no lugar’ en Di Gallery-; muestras que constataban el muy buen momento en el que se encuentra el arte en una ciudad que ha ido recobrando el entusiasmo que había perdido en los últimos tiempos, mostrando programaciones de verdadero interés en salas y galerías -sobre todo, en estas- para sumarse al tren -el bueno, no el del Ministro Puente- de lo que debe ser un paisaje artístico de vitalidad y calidad. Fin de temporada pasada que nos dejaba como continuación para esta que, ahora, comienza la gran exposición de Curro González por la que voy a iniciar este recorrido iniciático sevillano que nos va a dejar, por lo que sabemos, una programación llena de sentido y solvencia artística absoluta.

Otra de las creaciones de Curro González.

En Sevilla, Curro es nombre mayor, de héroe grande; de torero genial. El diestro fue supremo dios de un Olimpo al que pocos han llegado después de él -ahora, solo tres son ángeles que siguen su estela, José Antonio, Pablo y Juan; los demás, lo mismo de una realidad mediocre apreciada por una legión desinformada- En el universo de la plástica hay otro Curro gigante, González de apellido, que ha pintado, sin alharacas, para los paladares más sabedores. A nosotros, que lo conocemos de largo, porque lo hemos seguido siempre, el pintor nos llega, como es habitual, convincente porque él está convencido; sabio hacedor de una pintura suya, única, con marchamo de mucha calidad y, sobre todo, portadora de los valores eternos de la gran pintura. Acudimos hace unos días a Santa Clara, después de haberla degustado cuando la exposición inició su camino. Nos entusiasmó y la hemos dejado reposar hasta casi el final. El antiguo convento es un remanso de paz; como la pintura de Curro. Tiene mucho, abundan patios, escaleras, recovecos, espacios que fueron algo y que ya son otra cosa. Está hasta el gran cartel de las Fiestas de Primavera del año 1994 con el que Juan Lacomba sacudió los todavía trasnochados ambientes de la ciudad. Por eso, creo que es el sitio ideal para una muestra de Curro González. Porque Curro es capaz de meter en una pintura toda una extensísima realidad con los inabarcables iconos de la existencia, de su existencia.

Otra de las obras del autor sevillano.

La muestra viene a ser una especie de gran retrospectiva, hay piezas de 1982 que compiten en potencia y calidad con las últimas salidas de la factoría incesante y bien engrasada de Curro; ese Curro pintor pintor, alquimista de la verdad y con un poder iconográfico absoluto y sin vuelta de hoja. Porque Curro es pintor sin medida, de los que conocen los entresijos del arte y todos los recovecos de su experiencia como artista; por eso se adentra por un mundo de imposibles que se hacen posibles porque descubren su personal sentido pictórico siempre intimista, hacia dentro, aunque su sempiterna figura emerja en esa maraña distributiva de una composición que es, no obstante, medida, sentida y acertadamente acomodada.

Curro González es en esencia pintor figurativo, de una figuración abierta donde cabe absolutamente todo, hasta él mismo; con una representación bien definida en su compleja manifestación. Su obra es producto de una conciencia artística clara que estructura, por eso, un escenario justo, con todas las cosas en su sitio, aunque tenga difícil su localización y sea complejo su diseño espacial dentro de ese horror vacui que, a veces, sostiene la obra.

Una obra más de Curro González.

La exposición del Espacio Santa Clara viene a poner en su justo acomodo la figura de uno de los pintores sevillanos más representativos de las últimas décadas; un pintor de culto, quizás, y no por su culpa, un poco desvaído dentro de la exuberancia de los últimos años que constituye todo un hito importantísimo en el contexto general de una pintura sevillana a la que Curro ha dado suprema entidad y un amplio recorrido dentro de una figuración que él hace única, personal e intransferible. La pintura de Curro asume muchos parámetros de su entorno, a los que él dota de una manera ‘a lo Curro’; maneras que abren las perspectivas de la representación hasta conseguir un espacio iconográfico lleno de energía. Es el pintor de la imagen que la sitúa en un escenario, de variada y diferente estructuración compositiva, donde ejercen su potestad las más puras marcas cromáticas y los elementos de más intensa formulación; imágenes de la más dispar naturaleza que desarrollan una abierta posición significativa. Su obra es un ejercicio de la evocación, de la sugerencia, de la recreación de un universo que trae referencias pretéritas pero que hace presente el peso de la cultura a la que se dota de especial identidad artística. Es el universo absoluto de una imagen que lanza cómplices guiños a una representación ampliamente cuestionada. Y todo con un muestrario de tendencias artísticas en el que la plástica, en sus más distintas posiciones, se manifiesta descubriendo un pintor grande en plena madurez y con los horizontes diáfanos para seguir ahondando en su personal planteamiento artístico.

Buen inicio de temporada con un Curro González siempre bueno, siempre inquietante, siempre personal e intransferible.

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