Diario de las artes

Cien pasos de una sabia andadura

Obra de la exposición 'Los últimos cien pasos'.

Obra de la exposición 'Los últimos cien pasos'.

LA realidad, a fuerza de siglos siendo representada pictóricamente, ha perdido mucho del interés artístico que siempre tuvo. Mucho tiempo en el que su sentido se ha visto menoscabado por planteamientos que no siempre estaban a la altura de las circunstancias plásticas y estéticas exigidas. En los últimos tiempos, sobre todo, los numerosos actores que se acercaban a ella pobres de recursos, de ideas, de argumentos y de aptitudes no han hecho nada más que agrandar esa esquiva dimensión de escasa artisticidad que se le viene observando. Copiar lo real, sin más, poco aporta; sólo satisfacer miradas miopes, espíritus pusilánimes y parcos entusiasmos. Para eso no es descabellado acudir a otros planteamientos más convincentes. No es hora, a estas alturas, de conformarse con efectismo epidérmicos de meras copias a modelos concretos. La figuración es otra cosa; el discurso de lo real, también. Es cierto que se necesita un sustento artístico clarificador, la esencia básica de una técnica conformadora, el oficio generador de intenciones. Pero, de ahí a sólo conceder máxima potestad a los esquemas ilustrativos, dista un abismo y mantener únicamente el estamento de lo simplemente mimético es caer en un error mayúsculo y no estar en la verdadera conciencia artística reinante.

Juan Ángel González de la Calle es un artista de muy amplio vuelo. Siempre lo ha sido. Lleva toda su vida dedicada a plantear con rigor los esquemas de la realidad. Está al cabo de todo cuanto ocurre en la pintura figurativa. Y lo está porque por sus pinceles ha pasado todo el amplio estamento que representaba lo concreto. Su realismo se ha materializado con todos los registros que han intervenido en esa manifestación suprema de lo real. Quiero con esto decir que su obra se ha sustentado en los rigurosos postulados de un arte consciente y hecho a conciencia. Planteamientos conceptuales parecidos pero no idénticos. Su pintura es consciente porque se basa en el conocimiento, en las exactitudes físicas del supremo ejercicio pictórico, en una técnica apabullante que lo domina todo y que es capaz, desde ella, de afrontar los más difíciles estamentos. Lo viene haciendo desde siempre y se constata con estos últimos ‘cien pasos’, dominadores, de verdad, de la pintura figurativa.

Óleo de Juan Ángel González de la Calle. Óleo de Juan Ángel González de la Calle.

Óleo de Juan Ángel González de la Calle.

Otra de las obras que se exponen en la sala La Coracha de Málaga. Otra de las obras que se exponen en la sala La Coracha de Málaga.

Otra de las obras que se exponen en la sala La Coracha de Málaga.

Al mismo tiempo su pintura se formula a conciencia, es decir, no es producto únicamente de una ejecución exultante sino que transmite contundentemente los esquemas de una realidad que ofrece infinitamente más de lo que la mirada abarca. Por eso, es pintor pintor. Un narrador puro, que sabe contar las historias que pueden producirse en los inabarcables espacios de lo real. Porque su pintura son escenas que transcurren en un paisaje que es real; otra cosa es que lo que se cuenta esté realizado con todo el rigor de un pintor figurativo superior y otra, muy distinta, es que su patrimonio conceptual sea real, ficticio, imposible, cercano, transgresor, pararreal o inventado.

Juan Ángel González de la Calle es capaz de todo. Pinta lo concreto; lo ha pintado siempre con la más absoluta solvencia. Ahora, consigue un paso más; el primero de esta felicísima singladura que se presenta en los dos pisos de la extensísima Coracha malagueña y que lleva el título de ‘Los últimos cien pasos’. El artista se vale de los elementos que produce la realidad. Sólo eso. Luego los somete a un poderosísimo y efectísimo alambique donde se destila una realidad absolutamente marginada. En este especial laboratorio, lo concreto va a perder su inicial sentido. En su pintura el contexto real no es nada más que un accidente totalmente artístico. Las cosas pierden su identidad, la naturaleza adquiere una nueva dimensión, los personajes se someten a un proceso identitario de insospechadas posiciones. Todo es posible y cualquier situación es susceptible de jugar un nuevo papel.

Otra de las obras del pintor jerezano. Otra de las obras del pintor jerezano.

Otra de las obras del pintor jerezano.

La iconografía adquiere un nuevo valor; sus desarrollos y desenlaces se miden por los parámetros de lo inesperado. La realidad adopta un nuevo lenguaje representativo. Se ilustra un universo de imposibles; lo inmediato se vuelve absolutamente mediato; parece como si el artista desentrañara fuerzas inabarcables que dejaran entrever una nueva identidad de lo más cercano. Todo trueca su inicial posición. Es el universo de la distopía; aquello que no puede ser -¿por qué no?- porque lo real ha perdido ese contexto que siempre se le ha querido dar. Por eso la pintura de Juan Ángel es la traslación de una realidad a otra; aquello que materializa otras circunstancias ajenas a lo habitual.

La exposición en la Coracha malagueña viene a testificar la historia de un pintor que es eminentemente pintor. Este juego dialéctico sirve para asegurar que estamos ante uno de esos artistas imprescindibles; uno de los que han hecho más grande la pintura grande. Aquel que ha creado un lenguaje a contracorriente, transgresor desde un concepto distópico; artista total que marca las rutas de una pintura que no tiene tiempo ni edad; que surge sin complejos y que manifiesta los postulados de un arte que sigue manteniendo toda su verdad. La exposición de Juan Ángel González de la Calle llega a Málaga para mostrar una realidad absoluta de artista en plena lúcida madurez.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios