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"Quien diga que en la calle se duerme, es mentira"

27 de noviembre 2011 - 09:59

Lo más duro que Magdalena ha tenido que oír el tiempo que dormía en la calle es a un abuelo explicándole a su nieto pequeño que "los indigentes duermen en la calle porque les gusta dormir así". Siendo madre y abuela no entiende cómo "la gente educa tan mal a sus hijos. Con la educación adecuada, solucionaríamos muchos problemas".

Nació en San Fernando, y vino a parar a Jerez "de casualidad y por circunstancias de la vida". Circunstancias que se remiten a un divorcio que la dejó sin compensación económica e incapaz de hacerse cargo de sus hijos, que se quedaron con su padre. Para completar el marco de la historia, Magdalena debe moverse en trayectos largos con silla de ruedas, debido a una trombosis cerebral de la que hace 30 años que arrastra sus consecuencias.

Se considera a sí misma "el sargento de hierro" y como "una persona muy independiente que no quiere ser una carga para nadie". Lleva en el Albergue Municipal poco más de un mes, allí hace su vida, gracias a unos compañeros y educadores que la hacen sentir a gusto. Sus hijos van a verla con sus nietos cuando pueden, siendo éste el único momento en que Magda - como la llaman sus compañeros - deja el albergue.

Cuando recuerda la extensa época en la que su cama se componía de "dos cartones y una manta" evoca una época donde "la gente no te trata como a una persona más". Confiesa que le han llegado a tirar "naranjas y vasos. Incluso me han robado y me han dejado sin ropa". Según la isleña, "en la calle no se duerme. Quien diga que sí es mentira". Relata la experiencia como "estar con un ojo abierto y los oídos puestos toda la noche", algo que le persigue aún a día de hoy, en el albergue. "Todavía soy incapaz de dormir relajada, sigo estando pendiente a los ruidos por si la policía viene a echarme en cualquier momento".

Aunque la temporada que ha pasado más tiempo en la calle ha sido de 3 años, no se considera "una persona de la calle", lo que a continuación explica diciendo que "hay gente que pertenece a la calle, yo no. Son personas incapaces de acatar normas y respetar a los demás, por eso cuando se les ofrece venir a un albergue chocan con todas las normas, en la mayoría de las ocasiones debido al mono que deja el alcohol y la s drogas".

Al relatar el momento en que decidió buscar ayuda en el Albergue Municipal cuenta que no quería "salir cualquier día en los periódicos como una indigente más que muere una noche en la calle. Además, hay momentos en los que necesitas hacer tus necesidades y los bares se cansan de ti, porque alejas la clientela".

"La gente que quiere salir de la calle, puede hacerlo. Tenemos la ayuda necesaria, aunque a veces no la veamos", aconseja Magdalena en el centro de la calle Cantarería, mientras espera a ser llamada de un centro de VIH. Su estancia la considera "muy positiva. Los educadores me tratan muy bien y están muy pendientes en todo momento". Lo único de lo que se queja es que "deberían abrir más sitio para mujeres indigentes. La mayoría en los centros son hombres y yo conozco muchas que no pueden entrar por falta de plazas".

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