Evolución coronavirus

Qué hacer este verano en caso de positivo ante el repunte de covid

  • Las autoridades sanitarias mantienen las recomendaciones frente a las restricciones que se aplicaban en la fase aguda de la pandemia

  • Dejan en manos de los ciudadanos que den positivo la decisión de imponerse sus propias limitaciones para evitar la propagación del virus

  • La Junta niega que Andalucía esté bajo la séptima ola y el Gobierno central pide prudencia y responsabilidad frente al sensible repunte del covid 

  • La séptima ola del covid provoca un aumento de la incidencia y las hospitalizaciones en Jerez

Una mujer con mascarilla en el paseo marítimo de la playa de la Victoria de Cádiz.

Una mujer con mascarilla en el paseo marítimo de la playa de la Victoria de Cádiz. / Julio González

La Junta de Andalucía niega rotundamente que la comunidad autónoma esté inmersa en la séptima ola del covid, para lo que se aferra a la menor incidencia del virus frente a otras comunidades autónomas, donde las subvariantes de ómicron han multiplicado los positivos en las últimas semanas y empiezan a hacer estragos en la presión asistencial. 

Las últimas estadísticas oficiales, publicadas el martes, elevan los nuevos casos de covid a 71.818 frente a los 52.218 del mismo día de la semana anterior, mientras que la incidencia en mayores de 60 años se sitúa en 1.135,30 casos en los últimos 14 días. 140 casos más que el martes anterior.

Según el último informe, en la última semana se han registrado 188 nuevos fallecimientos y hay 11.586 pacientes ingresados por covid, situándose la tasa de ocupación de camas por coronavirus en el 9,56% y en las UCI, en el 5,73%, con las Urgencias de media España desbordadas.

Andalucía y Jerez, aunque muy lejos de los índices de las zonas más críticas del país, no son ajenas a la sustancial subida de la incidencia y las hospitalizaciones provocada por los nuevos sublinajes del covid. 

La llamada ‘ola silenciosa’ del covid está en pleno auge y los expertos apuntan que alcanzará su pico a mediados de agosto en España, coincidiendo con la temporada estival y con el cierre de camas en los hospitales habitual por estas fechas del año, lo que puede agravar aún más una situación frente a la que la ministra de Sanidad, Carolina Darias, apela al “sentido común” de la población, sobre todo en interiores con mucha gente, y al uso por parte de las personas vulnerables de la mascarilla, que se mantiene, no obstante, para toda la población en el transporte público, centros sanitarios, residencias de mayores, así como en farmacias.

Y sobre la cuarta dosis de la vacuna -es curioso que se hable de una nueva dosis de refuerzo cuando en Jerez hay problemas aún para recibir la tercera-, que la Junta de Andalucía reclama para los mayores de 80 años, la ministra asegura que se aprobará su administración generalizada cuando lo recomienden los expertos, para lo que habrá que esperar como mínimo hasta septiembre.

Pero el Gobierno andaluz en funciones, ahora con mayoría absoluta del PP, no quiere ni oír hablar de nuevas olas que puedan poner en peligro la afluencia de turistas en el periodo vacacional, situación que ya se vivió en la fase aguda de la pandemia, en la que Andalucía abrió sus puertas de par en par en verano para permitir la entrada de visitantes nacionales ante las restricciones a la llegada de viajeros internacionales.

En consecuencia, el virus se disparó exponencialmente en la comunidad autónoma, de los principales destinos turísticos que pasó casi de la noche a la mañana de ser una de las menos afectadas en los primeros coletazos del covid a ocupar los primeros puestos del país.

Autodiagnóstico en caso de síntomas, la única opción

Tras el cambio de estrategia para el seguimiento y control del covid a finales del pasado mes de marzo, las autoridades sanitarias cambiaron las restricciones por las recomendaciones para dejar en manos de la población la decisión de qué hacer en caso de contagio por coronavirus, y tampoco está muy claro que protocolo seguir en caso de positivo, salvo en los casos graves y de personas vulnerables (más de 60 años, sanitarios y sociosanitarios, inmunodeprimidos y embarazadas), los únicos que se siguen monitorizando y a los que se aún se aplican las limitaciones de la fase aguda.

Entre las excepciones a la regla general, la Sanidad pública seguirá haciendo test a personas con cuadro de infección respiratoria aguda que requieran ingreso hospitalarios, a las que hayan estado recientemente en regiones en las que circulen variantes de interés o preocupación y a la población migrante recién llegada a España.

Las autoridades reconocen que las subvariantes de ómicron son mucho más infecciosas y, aunque sus efectos son más leves, la carga viral se mantiene por más tiempo en el cuerpo, por lo que al margen de si los contagiados siguen las recomendaciones, nunca está de más que los no positivos, sean o no vulnerables, también extremen las precauciones si quieren evitar el riesgo de caer o recaer en las redes del coronavirus.

Las pruebas diagnósticas ya no son obligatorias para la mayoría de la población y hasta la Organización Mundial de la Salud (OMS), que el viernes reunirá a su Comité de Emergencia para analizar la situación de la pandemia, advierte de que la caída en volumen de los test de diagnóstico hacen cada vez más difícil hacer un seguimiento de ómicron y detectar nuevas variantes. A falta de pruebas obligatorias, las personas no vulnerables con síntomas responsables -las no responsables pueden ocultarlo, con el riesgo que ello implica de propagación- sólo tienen una forma de contrastar si se han contagiado, para lo que, a la mínima sospecha, deben comprar un test de antígenos o similar en farmacias y hacerse ellos mismos la prueba en casa.

El resultado positivo en el autodiagnóstico no tiene vuelta de hoja, no así el negativo, que puede deberse también a una mala manipulación del mismo o a la falta de carga viral suficiente en los primeros días tras la aparición de los síntomas, que en caso de persistir, se recomienda repetir la prueba.

Soy positivo, ¿qué hago?

El inicio del proceso para la gripalización del covid -tratar la enfermedad como una gripe más- lleva aparejada la eliminación de la obligatoriedad de las pruebas PCR, desaparición de las cuarentenas obligatorias para los positivos leves menores de 60 años y supresión de las bajas automáticas, que ahora deben autorizarlas los médicos de cabecera. 

Cada contagiado es libre de imponerse o no sus propias limitaciones, aunque por norma general se recomienda reducir al mínimo indispensable los contactos durante una semanas para cortar la cadena de contagios.

Los positivos deben -el problema es que no deja de ser una recomendación- extremar las precauciones, por ejemplo, haciendo uso de la mascarilla y manteniendo una higiene adecuada durante el contagio y los días posteriores.  

Otra de las recomendaciones es recurrir al teletrabajo siempre que se pueda, pues hay empleos que necesariamente son presenciales, por ejemplo camareros, obreros de la construcción..., que en todo caso, deberán acudir al trabajo con mascarilla.

Los que trabajen con personas vulnerables, no deben acudir al centro de trabajo en los primeros días de síntomas o tras el diagnóstico y para garantizar una vuelta segura al trabajo, tienen que -esto sí es una obligación- presentar una prueba de antígenos negativa una vez superada la enfermedad.

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