Programación Guía de la Feria de Jerez 2024

Jerez

"Es un gran error que las bodegas tengan viñas, ahí no hay futuro"

  • Pascual se despide con mal sabor de boca por la división del sector y el canibalismo al asumir unos los roles de otros · Cree que "si el jerez no ha tocado fondo, le falta poco"

-Le ha tocado presidir el Consejo Regulador en una de los momentos más difíciles para el sector. ¿Cómo ha vivido esa etapa?

-Cuando tomé el relevo de Luis García también había crisis, pero era más legislativa que económica. Han sido años muy intensos, trepidantes, bastante duros en lo que ha sido la negociación y de mucha desconfianza de las organizaciones hacia el Consejo Regulador. Eso ha hecho que las facilidades negociadoras de otros tiempos no hayan existido.

-¿Qué cabe esperar ahora?

-Siempre he sido partidario de organizaciones fuertes y así me las encontré al principio, con una Aecovi que representaba a siete cooperativas, una Asaja que representaba a todo el viñedo y una Fedejerez que representaba a casi todo el sector bodeguero. El que se hayan escindido en un momento dado parte de estas organizaciones ha supuesto una dificultad añadida, sobre todo porque los que se escindían no tenían representatividad en el seno del Consejo, pero demandaban ser oídos. Pero a todos nos ha hecho pensar esta fase y de ahí tiene que salir que las organizaciones sean mucho más representativas y mucho mas fuertes. Una de las cosas que recomendaba al pleno en mi despedida era la necesidad de un plan estratégico y el último pilar es que la articulación del sector tiene que ser con organizaciones potentes y, por qué no, con una interprofesional, algo que estaba muy avanzado, pero un año antes de entrar yo en el Consejo se frenó, no recuerdo muy bien por qué.

-Los anteriores planes estratégicos no han contribuido a normalizar la situación. ¿Cómo sería ese plan del que habla?

- El plan debe tener tres pilares y el último es el de la articulación, pero el primero debe ser la comercialización, que es en lo que hemos fallado en los planes anteriores porque pusimos por delante la producción. El pilar de la comercialización tiene que ir enfocado en dos sentidos, lo que es el producto que estamos vendiendo y otro los mercados en los que se vende. Cometemos muchos fallos al pensar que conocemos los mercados en los que estamos, pero me da la impresión de que nos faltan análisis actualizados y creo que estamos alejados de la realidad. Hay que profundizar en la realidad del mercado y, luego, lo fundamental es el producto. Tenemos que saber lo que queremos vender. No es lo mismo vender un tinto o un rioja, en el que hay tres o cuatro tipos, que vender vino de Jerez, en el que hay muchos tipos que no sólo no tienen el mismo color, sino que además saben completamente distinto. Y luego, dentro de lo que queremos vender, hay dos cosas fundamentales, el sherry y el jerez. Hemos construido una marca fundamental que es el sherry y que nos ha hecho llegar a volúmenes importantes, pero también está deteriorando lo que representa. Hoy día que todo el mundo pronuncia más fácil las palabras hispanas y en este caso jerez, y detrás de jerez coger todos los productos insignias como son el fino, el amontillado y el oloroso y preservarlos de lo que sería otro mercado importante, que es más de volumen como el del sherry, y que además sufre las imitaciones.

-La marca blanca, por tanto, es uno de los grandes lastres del jerez.

-Hay marcas blancas y marcas blancas, aunque últimamente hemos generalizado en el BOB todas. Por ejemplo, Sandeman es una marca blanca, que es propiedad de una empresa y lo embotella otra, pero nadie pone en discusión su rentabilidad. Lustau durante mucho tiempo ha sido marca blanca, compraba a almacenista y le ponía su marca. Harveys, igual. Hay muchas cadenas de supermercados de Reino Unido que tienen su marca blanca y su rentabilidad. Hay que separar entre lo que hemos llamado el hard discount, el descuento agresivo que representan sobre todo las cadenas centroeuropeas y alemanas, que van a mucho volumen y bajo precio, de lo que es la otra marca blanca, que tiene mucho prestigio y es la que mantiene el sector.

-Entonces, ¿habría que abandonar la marca blanca?

-Más bien creo que hay que hacer un debate para definir qué conceptos tienen que estar amparados en una Denominación de Origen, con una reglamentación más restrictiva, y qué otros conceptos se pueden liberalizar. En otras Denominaciones de Origen están los vinos de cosecheros, que nadie pone en duda, y que es un vino mucho más económico que permite a esa DO alinear sus excedentes. Pero en ningún momento han intentado meterlo en la DO. Hay que saber separar qué son restricciones de lo que es ir por volumen.

-Su caso se puede comparar al de los entrenadores de fútbol, de los que se prescinde cuando las cosas van mal porque es más fácil echar a uno que a toda la plantilla.

-Yo estaba ya quemado. Eran dos etapas ya y, en un momento determinado, creo que hacía falta un cambio. Si llegados a un punto el entrenador lanza un mensaje y ese mensaje no es oído, creo que hay que abrir una nueva etapa. Y en ese sentido, siempre me ha parecido que el sector es inteligente. Cuando hizo falta una etapa de integración del Consejo con las instituciones, nombraron a Antonio Barbadillo que estaba en Diputación y en el laboratorio agroalimentario. En otro momento había que acercarse a Europa, y apareció un experto en asuntos europeos como Rafael Coloma. Después vino la legislación española y apareció un catedrático de derecho como Luis García. Y a mi me tocó un momento de crisis y racionalización interna, de preparar al Consejo para el futuro, que era quizás mi especialidad, y creo que he cumplido. Ahora se abre una nueva etapa, que quizás sea más política, aunque no estoy de acuerdo en lo que algunas veces se comenta de que no había buena relación entre el Consejo y la Consejería de Agricultura.

-Muchos piensan que en esta nueva etapa, con el ex consejero de Empleo Antonio Fernández al frente, va a entrar más dinero de la Junta en el Consejo y el sector. ¿Lo comparte?

-Creo que todos hemos aprendido que había una OCM, en la cual estábamos muy preocupados por algunas cosas, como el uso de boca del brandy, pero se nos ha olvidado el otro reparto presupuestario, en el que había partidas para el arranque de viñedo, el desarrollo rural y el sobre nacional. El dinero está en el presupuesto de la OCM y es el que es. Si es verdad que se puede discutir si en el reparto que ha habido del sobre nacional entre las distintas comunidades autónomas, Andalucía no ha escapado bien, pero también es verdad que nosotros tenemos 30.000 hectáreas de viñedo y hay otras zonas que tienen medio millón de hectáreas. Ahora bien, el viñedo andaluz tiene una singularidad que se debería haber defendido y creo que en el reparto del sobre nacional Antonio Fernández puede hacer, en un momento determinado, un buen papel.

-El reglamento del jerez y la integración de los dos consejos han sido dos de los grandes retos de su etapa al frente del Consejo. ¿Se ha convertido alguno en obsesión?

-La integración de los consejos reguladores se veía venir y ha sido más fácil de lo que pueda parecer, pero el reglamento ha sido más difícil. La integración viene de una demanda del sector de reducción de costes institucionales y era fácil entender que, estando la mayoría de las firmas en uno y otro consejo, se haya facilitado la integración. Creo que no ha sido nada traumática, completamente necesaria y un éxito desde el punto de vista de ofrecer el mismo servicio al menor coste posible. El reglamento, sin embargo, ha sido más difícil porque se mezclado por pate de las organizaciones con cada uno de los momentos de crisis que hemos vivido desde el año 2003. Y cada vez que estábamos negociando un plan estratégico, sectorial o como quiera llamarle, siempre que no se cumplía una premisa alguien se levantaba de la mesa creada para el reglamento y, mientras no se arreglase el tema puntual, se mantenía al margen. Con el reglamento llevábamos siete años con interrupciones, pero sí era una obsesión personal porque era necesario para el futuro y había que cumplir con un determinado trámite de la Unión Europea para el que no estábamos preparados. Nos hemos desgastado muchísimo en algo que podíamos haber aprobado hace cuatro años. Es verdad, que han surgido cosas por el camino, como la bomba del fino y la manzanilla, que paralizó completamente un proceso que estaba prácticamente cerrado. Al final se ha sacado un reglamento muy importante y la representatividad que hay ahora mismo en el Consejo es una demostración de sus ventajas. Más representación y más amplia es imposible y es verdad que no me quería ir sin dejarlo ultimado.

-¿Se le queda alguna asignatura pendiente?

-Más que asignatura pendiente, me queda mal sabor de boca porque entré como una persona de consenso, votada por todos, y me voy con esta separación entre organizaciones. En este sentido, creo que debía haber forzado más la mejora del ambiente, es un tema en el que me voy con mal sabor de boca. También me hubiera gustado tener algo más de tiempo para haber afinado la integración de los conceptos brandy de Jerez y vino de Jerez. Se ha hecho desde el punto de vista de costes y de la estructura, pero creo que todavía no estamos preparados para tener dos consejos reguladores bajo un mismo prisma. Para eso hubiera hecho falta un año o año y medio más.

-¡Integración!, ¿en qué sentido?

-Bueno, vino y brandy son dos conceptos distintos a la hora de publicitarlos y a la hora de la legislación, por lo que para la promoción conjunta hay que crear nexos de unión congruentes entre los dos productos y esa congruencia es la que te permite pasar de una Denominación de Origen a una Específica, unirlas o al contrario, separarlas. Todo eso enlaza con el debate de los productos complementarios, pero se ha quedado todo con alfileres.

-¿Qué piensa de las multinacionales?, ¿suman o restan?

-Yo soy fruto de una multinacional, me he hecho en una multinacional y discrepo de la valoración que se hace de ellas. Las multinacionales aparecen aquí con el objetivo de disponer de una red de distribución que no tenían y Jerez sí. Llegan, invierten en activos, en publicidad y, sobre todo, en directivos y en formación. Introducen la contabilidad de costes, las finanzas, empezamos a hacer números y si es verdad que al no ir bien el negocio algunos deciden irse. Hoy día queda prácticamente una -Beam Global-, pero están los directivos y el aprendizaje. Creo que el que se de más o menos importancia al vino de Jerez viene no tanto por la multinacional sino por la rentabilidad del producto. Habíamos posicionado un producto con más de tres años de envejecimiento en madera a unos precios que, evidentemente, era difícil, y no sólo para las multinacionales, sacarle rentabilidad. Hoy día vemos a empresas en poder de familias españolas para las que el Jerez no es el primer objetivo en su portfolio, porque los mismos números que hacen las multinacionales los hacen las empresas españolas. La única solución es posicionar el vino de jerez al precio que ofrezca rentabilidad y eso, todo el mundo lo sabe, significa reducir el producto. Es lo que estamos sufriendo con la crisis y siempre he dicho que el futuro de Jerez está en el margen, no en el volumen y cuando digo Jerez vuelvo a recordar el tema sherry, pues tenemos que posicionarnos en un segmento más pequeño, pero más rentable. Estamos mezclando ahora churras con merinas y la rentabilidad se resiente.

-Desde esta perspectiva, las bodegas pueden pensar en autoabastecerse de su viñedo y que sobran los pequeños viticultores.

-Creo que este sector necesita volver a sus orígenes. Zapatero a tus zapatos, es decir, el viticultor tiene que ser viticultor, el almacenista, almacenista, y el bodeguero, bodeguero. Uno de los grandes errores, y por eso nos ha ido un poco mal, es lo que llamamos las bodegas de integración vertical. Se han ido asumiendo los roles de otros y nos los hemos comido. No le hemos permitido la rentabilidad. Creo que el viñedo volverá a manos de viticultores y las bodegas se darán cuenta de que, si quieren rentabilidad, tienen que volver a esa marca blanca de vinos envejecidos por los almacenistas. Ahi creo que está el futuro.

-¿Qué va a hacer Jorge Pascual ahora?

-Estoy aterrizando en una nueva vida en la que la intensidad desaparece. Estoy en un mar de dudas. Siempre me ha gustado la gestión y la docencia, y estoy en contacto con la Universidad de Cádiz para recuperar esa parte de la docencia y ver si la experiencia acumulada en la gestión de empresas y organización la puedo poner a disposición del sector agroalimentario como asesor. Pero aún no he tenido mucho tiempo para pensar en ello.

-¿Y dentro del sector bodeguero?

-No estoy ahora mismo en situación de decirle que no a nada, pero también está la confidencialidad, pues no sería muy ético ofrecer mis servicios a una bodega porque alguien puede pensar, y con razón, que estoy jugando con ventaja porque en el Consejo se manejan datos confidenciales. Esto tengo que evitarlo durante algún tiempo.

-¿El jerez ha tocado suelo o puede caer más?

-Las estadísticas de este año son bastantes más positivas que las del año pasado. España está dando el do de pecho y creo que se va a convertir en el segundo mercado por definición del jerez, algo atípico de nuestros vinos, pues mientras el rioja es 80% España y 20% exterior, para nosotros es al revés. Creo que todavía quedan algunas caídas en el exterior, sobre todo en Reino Unido, donde las campañas para meter el vino en la mesa están empezando a tener éxito, pero son más lentas que vender en supermercados. Pero si no estamos llegando ya al suelo le queda muy poco.

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