A la vuelta de la esquina

No maltratarás

Días pasados se ha manifestado el repudio contra el maltrato a las mujeres. Se ha avanzado, pero aún no es suficiente, pues la vida no se cambia sólo con leyes. Es  muy lento el caminar hacia la consecución de la igualdad. Hay mujeres que no están de acuerdo con la existencia de la discriminación negativa femenina. Seguramente porque ellas no la han sentido.

He leído un trabajo magnífico del colombiano J. Samuel Arango Martínez, titulado ‘Jesucristo y las mujeres’. Copio frases de filósofos de la antigüedad, tenidos como ejemplo, que dan mucho que desear, pero así era el pensamiento en esa época.

Aristóteles decía que las mujeres eran defectuosas e incompletas por naturaleza. Eurípides afirmaba que era el peor de los males. No es mejor el gran Pitágoras (600 a.C.), que afirmó: “Fue creada del principio creativo que generó también el caos y las tinieblas, mientras que el varón surge del principio bueno que generó la luz y el orden”. Filón afirmó que la mujer se quede en casa y viva en retiro.

Todas las épocas han mantenido ese pósito de afirmaciones que se han transmitido hasta llegar a la dictadura franquista, en la que he conocido a mujeres maltratadas y hombres maltratadores  que no eran castigados. El ‘honor’, maldito concepto militarista, que se invoca para acometer castigo incluso de muerte contra las mujeres, por la menor sospecha de adulterio. Al contrario, si es realizado por los hombres es una muestra de virilidad. Se aplica aún en España, y mucho más en las religiones musulmanas y judía.

¿Qué tenemos los hombres para ser tan violentos? No es fácil el camino de la igualdad.

Tenemos ejemplos de estigmatización contra los gitanos, contra los negros, contra los homosexuales, los enfermos mentales.

La libertad femenina también se tiene que cimentar en la independencia económica.

Algunas mujeres me confesaron que no podían marcharse de su casa porque no tenían medios de subsistir. Actualmente los medios disponibles, escasos, son mejores que hace unos años, pero el goteo de muertes y maltratos no cesa.

Ya sé que hay mujeres que han matado, yo fui testigo en mi juventud, pues tuve que ir al hospital de Santa Isabel y me encontré el cadáver, en la sala de espera, de un hombre asesinado por su mujer. Eso ocurre pocas veces.

Las mujeres en trabajos feminizados, como en Acasa y Limasa, al no obtener el salario por el trabajo realizado, les impiden la obtención de esa libertad, según se dijo en la manifestación contra el maltrato de las mujeres, y así lo sienten muchas de ellas: se sienten maltratadas.

Aún en las misas católicas se recita en el canon: “Acuérdate, Señor..., con el Papa XX, con nuestro Obispo XX y todos los sacerdotes que cuidan de tu Iglesia...” y ninguna mención a las monjas, catequistas, cuidadoras del altar, limpiadoras voluntarias... ¡Que lejos de la actitud de Jesús con las mujeres!

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