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12 meses de ¿cambio?

Primer aniversario del triunfo electoral del PP en Jerez

Con la austeridad como obsesión, el gobierno de Pelayo cumple un año de gestión titubeante, idéntico clima de crispación en la calle, más paro en Jerez, y salvado 'in extremis' por un plan de pago a proveedores que incluye el mayor recorte de la historia municipal

12 meses de ¿cambio?
Francisco Sánchez Múgica

22 de mayo 2012 - 01:00

María José García-Pelayo se puso el listón muy alto ante la ciudadanía hace justo doce meses prometiendo cosas que no sabía a ciencia cierta si iba a poder cumplir. Desde luego, ni nada extraño ni nada, por desgracia, que no haga ante unas elecciones cualquier político que se precie. Llegó a decir que no habría problemas económicos con el PP en el Consistorio jerezano e incluso firmó de su puño y letra una carta prometiendo que no habría despidos entre la plantilla municipal. Aunque no frivolizó con sus planes para combatir el paro en campaña -como sí hizo el PSOE cuatro años antes prometiendo 'paro cero' (?)-, sí se comprometió a llevar a cabo un gran pacto local por el empleo con agentes económicos, sociales y oposición que no ha sido capaz de impulsar en doce meses. No se trataba de prometer si tal o cual proyecto de ciudad acabaría saliendo adelante, de lo que se hablaba era de asegurar el sustento de muchas familias, de dar estabilidad al Ayuntamiento y a los servicios públicos esenciales, y de recortar el avance voraz del desempleo en una ciudad con una tragedia cifrada en más de 33.000 parados. Cosas de primera necesidad. Pero en lugar de cumplir a rajatabla con ese camino hacia el cumplimiento de sus grandes propósitos, se instaló de manera perenne en el discurso de la herencia, la crisis y la ruina, en lugar de tratar de construir, con ayuda de todos, algo parecido a un horizonte, a una ilusión, que al menos sirviera de espejismo en plena travesía del desierto para Jerez.

Un año después, la impresión es que parece haber cambiado todo, o al menos eso se ha intentado, para que poco haya cambiado en la ciudad. Más allá de que en los últimos doce meses se han alcanzado niveles de crispación y malestar social que han seguido traspasando fronteras y, de paso, dilapidando a pasos agigantados la imagen de Jerez, la gestión de los asuntos de calado por parte del ejecutivo de García-Pelayo arroja un primer balance cuando menos dubitativo. Muy marcado por la austeridad, la asfixia económica, los duros recortes y las engorrosas campañas electorales de noviembre y marzo pasado. Obviamente, nada ajeno a lo vivido en otras muchas ciudades del país.

El mayor 'éxito' de los últimos doce meses parece haber sido sacar adelante un plan de pago a proveedores mediante un crédito de 299 millones de euros que permitirá convertir deuda comercial en financiera a cambio de un Plan de Ajuste del Ayuntamiento (el segundo aprobado en diez meses) que, entre otras cosas, le hará pasar a la historia, si nada cambia o no se minimiza la medida, como la alcaldesa que llevó a cabo un ERE entre una plantilla de un Consistorio que no hay que olvidar que es el segundo, tras Madrid, con mayor volumen de deuda de todo el territorio nacional. Una decisión drástica, motivada por el plan cocinado en Madrid y anunciada un 30 de marzo (cinco días después de las elecciones autonómicas), que probablemente tenga 'buen cartel' en la calle, pero que probablemente puede pasar factura electoral entre el influyente y multitudinario personal ligado de un modo u otro al Consistorio.

Pero 2015 queda muy lejos para Pelayo. Su obsesión, parece que sincera y responsable, es poner orden en el caótico y desfigurado Ayuntamiento que legó del gobierno del PSOE de Pilar Sánchez. Prometió no hablar de herencia recibida y mirar adelante, pero no pudo evitarlo. Era casi imposible no hacerlo al aterrizar en una administración local con casi 1.000 millones de euros de deuda y con sus ingresos por recaudación tributaria comprometidos casi al 100% y la Participación de los Ingresos del Estado (PIE) retenida al completo. Ni siquiera su estilo y talante moderado, de escasos aspavientos y mucho trabajo callado, le impidieron avanzar planes que poco a poco fueron derribándose como castillos de naipes. Anunció un crédito de inicio de legislatura de 20 millones de euros para ganar liquidez pero tras llamar a la puerta de 14 entidades financieras no obtuvo ni 10 millones. Dio fecha para cerrar un acuerdo con Seguridad Social y Hacienda para liberar parte de la PIE y seguir cumpliendo con la deuda y el pago del corriente, pero ambas instituciones descartaron esta posibilidad a la vista de las nefastas experiencias vividas con gobiernos anteriores de la ciudad. Estas dos grandes apuestas económicas de hace un año quedaron en nada. Pero es que también planeó privatizar Aguas de Jerez para conseguir un mínimo de 100 millones de euros por el canon de la concesión y tampoco fraguó una medida que incluso motivó la puesta en marcha de una plataforma antiprivatización. Con el tiempo, repensó la decisión y hace poco ordenó que se vendiera el 49% de las acciones de Ajemsa para que el accionista mayoritario siguiera siendo el Ayuntamiento. De momento, poco más se ha sabido de este cambio de rumbo.

Para rematar la gestión económica, la que ha contado con mayor protagonismo en este primer año, Pelayo, asediada por la falta de liquidez de las arcas municipales, desafió a Diputación -también gobernada por el PP- y decidió romper, no sin desgaste interno en su partido, el convenio vigente desde 2008. Un acuerdo que, entre otras cosas, tenía amarradas importantes órdenes irrevocables de pago con Urbaser (concesionaria de la limpieza y la basura) y diferentes entidades financieras. Una decisión que ha arrojado un quebranto de 17,3 millones de euros que ahora deberá enjugar cediendo a la institución provincial buena parte de lo que se ingrese por las multas de tráfico. Ni siquiera le salió a Pelayo la jugada del estatuto económico especial que prometió Javier Arenas si ganaba las autonómicas. Este tratamiento especial era una de las claves para hallar ingresos 'extra', pero el resultado final de las elecciones supuso, como la propia alcaldesa ha reconocido, un auténtico jarro de agua fría. Esta titubeante gestión no invita demasiado al optimismo, pese a que no deja de ser cierto que más de un millar de proveedores con facturas desde el año 93 pendientes de cobro podrán saldar sus deudas gracias a los conocidos créditos ICO que ha puesto en marcha el Gobierno central. Eso sí, saldar deudas no es sinónimo de disponer de 'cash', sino de que habrá que llevar a cabo grandes sacrificios para poder pagarle a los bancos en los próximos diez años. De momento, el ajuste a corto plazo que más afecta a la ciudadanía en general es el de la subida de la tasa de la basura, que acabará en un año con el déficit histórico que arrastra el servicio.

Pese a todo, de un tiempo a esta parte, el gobierno local del PP parece haber logrado mantener una especie de aparente paz social sin que, sin embargo, se hayan cerrado los frentes abiertos motivados, fundamentalmente, por el impago a trabajadores municipales y que prestan servicios esenciales a la ciudad. Las protestas han quedado congeladas hasta nuevo aviso y los autobuses, los mismo que acumularon hasta 14 semanas consecutivas en servicios mínimos (un eufemismo para lo vivido en Jerez), vuelven a circular tras el 'secuestro' de la concesionaria, otra decisión bien acogida pero que bien ha podido llegar tarde tras casi un año sin transporte urbano. Por cierto, aún se desconoce a qué se espera para presentar un Plan de Movilidad que, en teoría, se iba a poner de largo a mediados del pasado mes de diciembre.

Entre los aciertos de este primer balance está la atención a la micropolítica y al arte de hacer lo mismo o más pero con mucho menos. Prueba de ello fue el éxito de iniciativas como 'la noche azul y blanca', que apenas aportó grandes novedades pero sí puso repleto de público el centro, o la atención constante y casi inmediata a pequeñas grandes demandas ciudadanas: desde devolver la vida a la fuente del Mamelón hasta actuaciones de emergencias en barriadas, calles y plazas, y otras actuaciones como adecentar el entorno de la calle Puerto, junto al Alcázar y puerta de entrada para cientos y cientos de turistas que visitan la ciudad. A ello hay que sumar la valentía de romper con el monopolio privado en la explotación del circuito de Jerez, que puede convertirse en poco tiempo en un gran polo de negocio, y otras decisiones como la probable instalación de la Pinacoteca Rivero en una parte de los Claustros, una medida que son muy pocos los que pueden acoger con recelo y desagrado. Resta por reactivar cuestiones tan importantes para el futuro socioeconómico de Jerez como la Ciudad del Flamenco y también deberá mostrar la alcaldesa cuál es su verdadera intención para el Parque Tecnológico Agroindustrial, así como para el centro de la ciudad, que ya ha anunciado que quiere revolucionar con los proyectos estrella de Esteve y San Agustín, que tendrán una terminal y un mercado de diseño, y un centro para emprendedores, respectivamente.

¿Con cuál de las dos María José García-Pelayo del último año nos quedamos? ¿Con la alcaldesa decidida y arrojada que acude a las seis de la mañana doce días después de tomar posesión a abortar 'in extremis' una huelga de la basura a las puertas de la concesionaria Urbaser; y con esa que se mueve como pez en el agua en la distancia corta acudiendo, fuera de agenda oficial, a actos solidarios y a visitar a vecinos con serios problemas, como los de los pisos apuntalados de La Asunción? ¿O hay que quedarse con la alcaldesa de las 14 semanas de huelga de autobuses que fuerza el fin del conflicto a las puertas de la Feria; y con la que hace del despacho de Alcaldía un búnker en el que permanece atrincherada esperando a que escampe? No hace falta que decidan todavía. Quedan tres años más. Pasará de todo.

Los aciertos

Austeridad

Desde el minuto 1 de la legislatura, la alcaldesa ha dado orden de recortar absolutamente todo lo recortable. Redujo áreas de gobierno, se quedó con un solo asesor, rebajó salarios, ha metido la tijera, aun riesgo de lo impopular de estas medidas, a los gastos en eventos y fiestas como, por ejemplo, Navidad y Feria... Ha machacado con la cantinela de la austeridad, pero siempre predicando con el ejemplo.

Micropolítica

El PP, a falta de grandes presupuestos, ha atendido con celeridad numerosas demandas y quejas vecinales a pequeña escala, que muchas veces dan más rédito que los grandes proyectos de dudosa utilidad.

Capacidad de reacción

A veces, el gobierno local parece empecinarse, y es lícito, en sus propios criterios a la hora de hacer política, lo que no quita para que en otras ocasiones no tenga ningún problema en reaccionar y rectificar si se comprueba que la medida no es la más acertada.

¿Paz social?

Tras un otoño-invierno crudos en los conflictos, la recta final de la primavera discurre plácida, pese a los severos recortes anunciados. No deja de ser un logro.

Los fallos

Poca mano tendida

Si en el ánimo de la alcaldesa durante el último año estuvo buscar el consenso, el diálogo y la mano tendida entre los diferentes agentes políticos, sociales y económicos poco o nada se ha notado. Salvo aquella lejana reunión de domingo con la oposición a principios de mandato, no ha habido ni una sola reunión con todos en la misma mesa.

Inseguridad

A veces ha podido dar la impresión de una actuación a destiempo, con rectificaciones permanentes, lo que ha ofrecido una sensación de inseguridad que en nada ayuda en el actual contexto de incertidumbre e inestabilidad.

Comunicación

La comunicación ha sido uno de los graves problemas del equipo de María José García-Pelayo en todo este tiempo. A veces se ha pecado de sobreinformación con ruedas de prensa maratonianas; otras, el hermetismo y aislamiento ha sido total y absoluto.

Programa electoral

El hecho de que a los pocos meses del rotundo triunfo en las municipales el Partido Popular jerezano eliminara de su página web oficial el programa electoral que presentó en los comicios ha sido sin duda uno de los flancos de ataque más fáciles para la oposición.

Las polémicas

Viernes negro

Fue un viernes negro de enero. Los conflictos sociolaborales desencadenados por los impagos del Ayuntamiento provocaron cargas policiales a las puertas del Consistorio. La subdelegación negó excesiva contundencia en una actuación defensiva, el gobierno local ni siquiera valoró los graves hechos ese día y la oposición abandonó el pleno. Un caos que dio la vuelta a España.

Convenio diputación

En contra de su partido, decidió romper el convenio de recaudación con Diputación, una medida polémica que habrá que ver si da resultado en junio con la regularización de los pagos.

Autobuses

Tras acumular casi 30 semanas en huelga de los 12 meses que ha gobernado el PP en Jerez, el servicio de autobuses se restableció justo antes de la Feria del Caballo con el ‘secuestro’ de la concesión por parte del gobierno local. Muchos se preguntan, con razón, por qué se esperó tanto para adoptar esta decisión.

Acasa

Uno de los conflictos permanentes entre Ayuntamiento y Junta ha sido el servicio de ayuda a domicilio. La Junta no ha abonado las transferencias en tiempo y forma, las trabajadores acumulan meses de impagos pero el Ayuntamiento tampoco abona el 20% que le corresponde.

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