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Los 'number one' de Jerez

Tres jóvenes ganadores del Premio a la Excelencia Educativa por sus notas en Bachillerato y Selectividad hablan de su futuro laboral y de los beneficios de haber hincado bien los codos durante muchos años

De izquierda a derecha, Agustín Amoril Porras, Lourdes Cosano Arjona y Claudia Fraidias Hidalgo, en el Estadio Chapín, durante la entrevista.
R. D. / Jerez

05 de julio 2009 - 01:00

Hay números clave para Lourdes. Del 7 al 10. En esa franja de calificaciones se ha movido a lo largo de su vida estudiantil. ¿Cates? Pues sólo uno a lo largo de 17 primaveras. Y ha sido este año, "porque ya era hora de estrenarse. Me dieron hasta la enhorabuena", dice con una estupenda sonrisa. Nota que luego recuperó con un 10. Fueron las malditas Matemáticas, su asignatura preferida. Esta joven jerezana ha sido una de las ganadoras de los Premios a la Excelencia Educativa para alumnos que finalizan Bachillerato, impulsados por el Consistorio con el patrocinio de Caja Inmaculada. Un 9,63 ha sido la nota de corte.

Tras mucho debatir, y señala la frente con el dedo indicando que lo ha pensado bastante, se ha decantado por la carrera de Derecho. Podría haber hecho lo que quisiera con esa calificación, pero ha elegido las letras a pesar de haber hecho el Bachillerato Tecnológico. "Me gusta lo que he elegido porque creo que me va a aportar mucha amplitud de conocimiento y cosas muy útiles. Las ingenierías también me llaman la atención pero al final prefiero Derecho".

Dice Lourdes que ha estado "muy contenta" en el Instituto Coloma, donde hay "unos magníficos profesores". Allí llegó del colegio Jesús María El Cuco, donde asegura que hizo una Secundaria "estupenda. Creo que he tomado cosas de cada colegio".

Las dos hermanas de esta joven promesa son tan buenas estudiantes como ella. "Creo que la familia tiene mucho que ver a la hora de alcanzar estas notas porque hemos tenido, y tenemos, muchas clases extraescolares. Sin mis padres esto hubiera sido imposible. Yo, por ejemplo, hago ballet clásico en la Escuela de Belén Fernández, estudio música, idiomas. Creo que estas notas han llegado porque ha sido un trabajo elaborado poco a poco. Tengo la capacidad de que me cunda lo que estudio. No tengo que invertir demasiado tiempo. Es una ventaja".

No le gusta que la llamen empollona pero tampoco le preocupa. No se considera la hija perfecta porque hay que recordar que estos galardones premian también la actitud del alumnado ante sus obligaciones personales, la cultura del esfuerzo y la dedicación como valores positivos y necesarios para la promoción personal, académica y profesional. "No lo soy porque tengo defectos como el desorden. Mi vida intenta abarcar tantas cosas que a veces necesito parar y organizarla".

El futuro está escrito para Lourdes en Madrid, donde quiere estudiar la carrera. "Creo que estamos en una edad en la que debemos conocer otros lugares, ser autosuficientes... Allí me encantaría también seguir con la danza. De mayor no tengo claro que quiero ser, a lo largo de la carrera lo decidiré". Y los 600 euros del Premio, "para lo que viene, aunque algún capricho me permitiré. La recompensa ya no son sólo las notas". Y la excelencia en el plano personal..., "tener unas buenas amistades y el reconocimiento de las amigas, que sean de verdad".

Agustín Amoril Porras. Ese es su nombre y un 9,82 es su nota de corte de Bachillerato y Selectividad. Es zurdo y la única asignatura que ha suspendido en su vida es eso de recortar, cuando era pequeño. "Es que las tijeras redondas que había eran para diestros y no veas lo que cuesta. Parecía que le daba bocaos al papel", comenta entre risas.

Ha estudiado en El Pilar y es el primero en el ranking de estos premios. Tiene 17 años y las ideas muy claras. Asegura que no está mal este reconocimiento, "está genial que te digan lo bien que lo has hecho. Pero la nota es una meta personal. Yo me siento bien y eso del dinerillo me va a venir estupendamente".

Hasta donde le alcanza la memoria, Agustín dice que ha sido muy buen estudiante, hasta el desliz con aquellas tijeras. "No me cuesta estudiar pero he tenido que chapar como todo el mundo con, por ejemplo, esos temas de Historia que no hay por dónde cogerlos. Ahí hay que hincar codos sí o sí. Este último año me he esforzado especialmente para conseguir la nota suficiente para lo que quiero estudiar: Biotecnología". Por ahora, no sabe si en Sevilla, Salamanca o Barcelona, pero lo que sí sabe es que le encanta la ingeniería genética y todo el tema de los transgénicos, "pero en Europa las leyes son muy conservadoras así que lo mismo me tengo que ir en un futuro a EEUU, que no me importaría nada". Aunque reconoce que de pequeño quería ser herpetólogo, es decir, un estudioso de los anfibios y los reptiles. De padre matemático y madre doctora, la dinámica estudiantil y vivir rodeado de libros en casa ha sido muy habitual. "Mi hermana pequeña ha sacado mejor nota que yo, así que apunta maneras. Parece que lo llevamos en la sangre".

Sí que le han llamado empollón alguna vez, pero dice que no tiene necesidad de invertir muchas horas de estudio. Una letra chiquitita y cerrada le ha salvado de dejar muchos apuntes a sus compañeros, "más bien los he pedido yo alguna vez". Prefiere los números que las letras, pero no se engaña, y sabe que memorizar la historia de España de los siglos XIX y XX no le supone mucho trabajo.

Claudia Fraidias Hidalgo, del IES José Manuel Caballero Bonald, ha llegado hasta el 9,62. Va a estudiar Medicina en Cádiz y quiere trabajar en EEUU. Una recompensa que llega después de toda una vida sacando buenas notas. "Y es que esto no viene de aquí. Ya son muchos años. Pero lo mejor de todo es que es un reconocimiento de la sociedad a toda esta labor", comenta la joven de 17 años. "Intenso y duro". Así califica el tiempo que ha pasado en el Tartessos y Bonald, "pero una experiencia grata en ambos centros. Hay muy buen nivel". No se considera una empollona, algo que dice no le han llamado demasiado, pero no le importa que se lo digan. "Se me da bien estudiar, no tengo que dedicarle un tiempo excesivo. Muy buenas notas he sacado para el poco tiempo que le he dedicado" (ríe).

Aunque en un principio quiso ser profesora, la cirugía es la que al final la ha conquistado. Sabe que este galardón no sólo le premia por sus notas, sino también por su actitud ante la vida. Disfruta con la lectura, la pintura y viendo mucho la tele, "pero no cualquier cosa. Odio los programas de cotilleo", aunque reconoce que hay cosillas que debe pulir como ayudar más a su madre "en las tareas del hogar, que me cuestan, sobre todo que me manden sacar la basura, no me gusta nada".

Claudia anima a niños y jóvenes a estudiar y les dice que no son sólo las notas lo que importa, "es la cultura que se adquiere de este empeño. Eso sí que es valioso".

9,82

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