"Hay solución para padres agobiados"

"Abundan 'pequeños dictadores' porque se sobreprotege a los hijos para ganarse el cariño"

Javier Urra, en una imagen reciente.
Juan P. Simó Jerez

07 de abril 2013 - 01:00

Pedagogo terapeuta, sicólogo forense en la Fiscalía del Tribunal Superior de Justicia y en los Juzgados de Menores de Madrid, ex Defensor del Menor en la Comunidad de Madrid, presidente de la Red Europea de Defensores del Menor y profesor de Ética y Deontología de la Complutense de Madrid. Es la tarjeta de presentación de este gran comunicador navarro y prolífico autor Javier Ulla Portillo (Estella, 1957), que estos días ha vuelto a Jerez con un nuevo libro bajo el brazo: "Respuestas prácticas para padres agobiados. Disfrutar educando".

-¿Hay muchos padres agobiados?

- Hay muchos. Están agobiados de que no lo van a hacer bien, de que es difícil compatibilizar trabajo con familia, con la educación de los niños… Y quieren ser excelentes, perfectos. Y eso es lo que les agobia.

- Nuestros abuelos no se agobiaban. Ahora quieren ser padre, pedagogo, psicólogo... ¿Qué ha pasado?

- En España, en la época de nuestros abuelos, el hijo era un tesoro, porque se han tenido pocos hijos y si podían vivir eran felices. Podrían tener hasta seis hijos, pero se le morían dos. Eso se daba casi por hecho. Luego se dispersaban, trabajando en el campo o la oficina. Hoy es verdad que los padres quieren ser pedagogos, psicólogos, pediatras, que el niño no sufra, que sea equilibrado emocionalmente, que se maneje bien con las comunicaciones, que estudie idiomas... Y ahí viene el agobio, que es un agobio vital.

-¿Cómo se llega a ser un padre competente?

- Primero, queriendo serlo, preparándose antes de serlo, buscar una pareja con la que tú creas que puedes tener criterios similares, leyendo libros para, a su aire, tener una herramienta y conocer los estados evolutivos del niño, lo que necesitan. Hoy hay padres que no saben hacer nada, que no saben reforzar, cómo evitar los celos o una rabieta. Y claro que hay sistemas, pero hay que aprender.

- ¿Cuál es la pregunta más frecuente de los padres al sicólogo?

- En los adolescentes, los padres te preguntan cómo manejan el horario de un chico de 15 años el fin de semana. Cómo 'negocian' para que vuelva a una hora prudente. Si son más pequeños, con 8 años, otra cosa que les preocupa es eso de dónde están los límites en las redes sociales, qué tiempo debe estar ante el ordenador, qué es adicción… Y, a veces, a los padres les preocupa pero callan el problema de las drogas.

-¿Aún son muchos los pequeños dictadores en el hogar?

- Si, son muchos. Yo tengo una lista de espera larguísima. Y lo son por muchas causas: Una de ellas es porque se sobreprotege a los hijos para poder ganar el cariño. Pero hay que decirle que no es el rey de la casa, es uno más, no más que los padres y mucho menos que los abuelos. Hay hijos que no son dictadores, sólo algo irrespetuosos, algo típico en nuestra juventud.

-¿Deberíamos ser más duros?

- Pues no sé si la palabra es duro, pero sí más coherentes. Eso lo tiene que hacer el policía, el profesor, el ciudadano, los medios de comunicación... Es decir, hay un desprecio horrible en las palabras, en los insultos... en chicos y en chicas. Yo me quedo asustado oyendo a hablar a algunos. La pregunta es por qué hay padres que dejan hacerles eso.

- Aconsejaba el optimismo en uno de sus trabajos. ¿Es posible con la que está cayendo?

- Yo creo que se debe y se puede hacer. El optimismo es un carácter. Yo soy un hombre optimista que sufrió un ataque al corazón, que tengo una madre ingresada con alzheimer, que ha visto cosas que la gente ni imagina como Defensor del Menor, que me han puesto más de una vez un cuchillo en el cuello, que ha trabajado con violadores… Yo no soy Disney, pero soy optimista. Ahora hemos sacado un test que se llaman 'Trauma'. Hemos estudiado a 2.500 personas con severos traumas y al final, la gente va a tener dolor y va a sufrir. Ahora bien, ¿por qué hay gente que se quiebra como un cristal y otra que vuelve a mirar la vida cara a cara? Y hemos visto que lo más importante es tener un carácter optimista. Es decir, Javier Urra dice: 'La esperanza es una obligación ética'. Sabiendo que algún día nos moriremos, o que se morirán nuestros hijos, siendo conscientes de eso, ser pesimista no sirve para nada. Ser optimista permite hacer más cosas. Otra cosa que le salva a la persona es ser coherente, congruente con sí mismo. Estos son factores esenciales para levantar la cabeza después de que la vida te abofetee, dándolo por hecho. La vida no es fácil.

-¿Los españoles somos felices?

- Los países más ricos son los nórdicos. Pero en España se suicida cinco de cada cien mil personas y allí veinticinco, cinco veces más. En países tipo República Dominicana no se suicida casi nadie. Habría que ver la influencia de la climatología. Entonces, ¿en España es la gente más feliz? En general, sí aunque sobre todo en Andalucía, donde la gente tiene un pensamiento de tristeza profunda. Lo vemos todos los días: el andaluz es capaz de reír, de cantar una saeta, lo mismo que llorar en Semana Santa. En fin, la felicidad es algo efímero. Lo que de verdad gusta a los españoles es hablar, su tertulia, y debemos saber que la tristeza se combate.

- Dígame qué hago para ser feliz.

- No pedir más a la vida que nos puede dar, valorar los pequeños detalles, cuidar la amistad, no perder el contacto con la naturaleza, disfrutar de la belleza, relativizar los problemas, compartir sonrisas y luego no llorar cuando veas la lágrima en otra persona. Tú no puedes ser feliz llorando, recordando a una persona que has perdido, estar a su lado... pero es un debate de profunda nostalgia. Yo creo que la última pregunta inteligente que nos haremos en la vida será: ¿Para quién he vivido?

-¿Qué mundo dejaremos a nuestros nietos?

- Pues yo lo veo bien. No estamos en ninguna guerra, las dictaduras irán desapareciendo… El mundo está cambiando. Vamos a dejar un mundo de la duda, de más incertidumbre, un mundo donde los estados nación van a desaparecer… Pero antes de preguntarnos qué mundo vamos a dejar a nuestros nietos, me preocupa qué nietos vamos a dejar al mundo.

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