Como un espadachín, con aires de torero, el pintor jerezano José Basto da la bienvenida al Año Nuevo. Y lo hace como mejor le sale: pintando. Frente al lienzo, se arrima a él y brinda con un pincel y una copa de fino en la mano, en su estudio, por un 2014 en el que Jerez será la Ciudad Europea del Vino -nombrada por Recevin (Red Europea de Ciudades del Vino) el pasado noviembre en Marsala (Italia), y año en que también celebra su 750 aniversario de su incorporación a la Corona de Castilla.

Como uno de los pintores de la ciudad que mejor ha retratado y retrata la campiña, el espíritu del vino y Jerez, Basto califica que este nombramiento para la ciudad es algo "maravilloso y que se reconozca fuera..., más. Yo siempre lo he tenido claro, y todo el mundo. Pero lo que sí me alegro es de que aquí nos tomemos estas cosas como algo que hay que poner en valor o vender. Nos hemos despreocupado de que se nos valore fuera como nos merecemos". "El jerez -añade- ha estado siempre presente en las grandes ocasiones del mundo entero, pero aquí lo vemos de una forma natural como con el resto de manifestaciones artísticas, el flamenco, la pintura...".

Y un día Basto decidió que la esencia, la cepa, estuviera presente en su obra. "Claro, yo estoy impregnado de todo esto. Para mí el paisaje de Jerez es en el que yo me he criado, el que siento, el que miro diferente a otros. Y cuando lo veo me recuerda a un pasado, a una niñez, a momentos vividos que me provocan emociones que no me transmiten otros lugares". Por ello, el autor asegura que refleja en su obra esa luz que ha sentido tan adentro, de aquella niebla, aquellos recuerdos... Un contacto con la campiña que comenzó en su niñez, en la finca Cerro Obregón, de la que era capataz su abuelo, en la que trabajó también su padre, desde la que se disfruta de unas vistas impresionantes. Porque cuando uno se aleja de las cosas, cuando se va haciendo mayor, "va recordando... Y cuando yo decidí ser pintor quería ser como Velázquez o como Rembrandt, pintar retratos, captar la luz. Y aunque he pintado de todo, bodegones, flamencas, marinas..., con el tiempo he pasado a pintar los recuerdos, sobre todo, el paisaje, o ese golpe de plena naturaleza en mi juventud. Aquello de perderme por esos caminos, los olores, los colores, los sonidos... Mi primer profesor fue la naturaleza". Y Jerez le inspira, así que si no existiera tendría que inventársela. "Sí, cierto, soy un pintor más visceral que intelectual y para mí las emociones son muy importantes. Y claro vivo aquí, y pinto las cosas que veo, que me preocupan. Pero si viviera en China me pasaría lo mismo, pintaría lo que me emocionara".

Pepe Basto muestra estos días en su estudio de la plaza Domecq su tradicional exposición de Fin de Año, de la que dicen sus amigos que si no se celebrara es como si no llegara la Navidad. Allí se puede ver una serie sobre las azoteas, la estación de tren, y cuadros de pequeño formato, además de sus obras más tradicionales.

Para el Año Nuevo, Basto hace un brindis, "y es sencillo porque pido salud, que no es un tópico, e ilusión. Y es que estamos perdiendo la ilusión, que lo hace todo. Tener ilusión por los proyectos es primordial. Y una tercera cosa que pido es solidaridad". Y respecto al vino, ¿qué desea? "Pues que este nombramiento de Ciudad Europea sea todo un éxito. Jerez se lo merece. Yo espero participar de alguna manera en este evento". Además, augura que el sector del vino "debe ir a mejor, peor ya no puede ser. Tenemos el clima, la zona y el producto idóneos. Lo hemos descuidado mucho, nos hemos conformado con no venderlo fuera porque pensábamos que estábamos por encima de reconocimientos. Pero ahora se están haciendo las cosas bastante mejor. Hay preocupación". Porque Basto asegura que si tampoco existiera el vino de Jerez, el mundo sería diferente, "este vino te transmite alegría, la misma que te brinda el flamenco".