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Viernes Flamenco 2019

50 años a compás

  • La Peña Flamenca ‘Los Cernícalos’ propone un Viernes Flamenco donde la bulería fue la protagonista de la noche

La maestra Ana María López, David Carpio, al cante, y José de Pura, al toque, durante la actuación.

La maestra Ana María López, David Carpio, al cante, y José de Pura, al toque, durante la actuación.

Al flamenco le gusta más agosto que julio. Y si no que le pregunten al patio de butacas del Alcázar. El público local, el mismo. El que no fue el mismo fue el de más allá de sus fronteras. Debería hacérselo mirar quien organice esto. La primera alegría fue llegar a las diez y ver tres cuartos de plaza llena. Un poco más que el primero. Más de la mitad que al que sucedieron. Porque los Viernes Flamencos que organiza el Ayuntamiento este año sólo son tres. Los otro son dos conciertos.

La decana de las peñas jerezanas estaba al frente del evento. Es la tercera más antigua de España en esto del flamenco. Sólo por detrás de La Platería de Granada y Juan Breva en Málaga. Ahora también la del Pozo de las Penas pide su sitio en esto. Lo único fijo y cierto es que ‘Los Cernícalos’ fue de las primeras en este invento. 50 años sabiendo escuchar. No todos pueden decir eso.

Los artistas de la casa fueron los protagonistas. Según los más viejos del lugar ‘’los que han nacido en nuestro seno’’. Al frente de todos Manuel de la Fragua. Director y dueño de la batuta del evento. La Fragua del Tío Juane – sin el Nano por problemas de salud- en el escenario al completo. Y además, Luis Moneo, David Carpio, Carmen Grilo, María José Franco, Manuel Moneo Carrasco, José ‘El Berenjeno’, José de Pura, Juan Manuel Moneo, José Rubichi y dos históricos del compás de doce tiempos como Tío Pepe ‘El Zorri’ y Ana María López, profesora eterna que ha enseñado a medio Jerez cómo se entra, cómo se sale, cómo se marca el paso y cómo no perderse en el baile que la referencia de un pueblo.

Ronda de tonás. Abre Manuel. Torrente y potencia. El Niño del yunque y los martillos, su hermano Pedro, pone modulación y mesura. El Moneo le sopla el tono con la bajañí al Gordo. Se abre la puerta de la fragua. Dos letras. Salida y remate. Martinete y debla. El Carpio, David, pone los tercios en su sitio. Temple y largura. Sabe de qué va esto. Le pone el ‘pescao caro’ al que cierra. El Moneo se pica. Luis no es nuevo y saca la raza. La Moneo y la Lara. No todo el mundo puede ronear de apellidos. El sí. Los tiene y lo tiene. Pa escucharlos a todos de nuevo.

Carmen Grilo le pone melodía a la milonga. A mitad del camino cambia a bulerías. La absoluta protagonista de la noche. Tanto que perdimos hasta la cuenta. Romancea y se baila y hasta los fotógrafos terminan haciendo compás ¿Verdad Leafar Soirrab? El ‘jefe’ da las gracias por venir. Como está mandado. Como las personas de bien. Cantiñas. Para él y para nosotros. José de Pura la pone al dos y tira p’alante con oficio y buen gusto. Sin marcharnos de Cádiz, Pedro la pide al cinco. Sí. ‘’Para los tangos’’. Y de Puerta Tierra nos fuimos a Málaga. De Pericón a la Repompa. De Mariana Cornejo al Piyayo. Qué bien suenan los cantes binarios que tienen horizontes marineros.

Con expectación escuchamos a David Carpio. ‘’Voy a hacer uno poquito por seguiriyas y se lo voy a dedicar a mi primo Juanillorro’’. No hay mejor cante para quebrantar ese velo que divide las entretelas del cariño y el recuerdo. El Carpio se acopla a José de Pura. Pulsación y pulgar a compás de cinco por ocho y Paco La Luz como estandarte. Cuando el cante duele, salen ‘Los Cernícalos’. Los que saben escuchar. Y lo escuchamos.

Segunda bulería de la noche. Turno para el Berenjeno. Se va para la Heeren. Sí, la Academia del Flamenco. Al menos eso dice su premio. El Talento 2019 sacó de la lámpara el genio plazuelero. Ese al que le gusta alargar el segundo tercio. Ese que le gusta bailar a Ana María López. La que no se aguantó en el asiento. Escuela de Jerez por bandera. Esa que se queda en el sitio. Esa que mira a los ojos al que marca los tiempos. Esa que le baila al cante. Esa que lleva más de media vida enseñando.

‘’¿Hay una escalera por ahí? Bueno, una escalera o dos cajas de cerveza’’. El buen ambiente en el escenario llegaba con la conexión con el público. Buen ambiente entre compañeros que, entre risas, jugaban a esa ‘guasa con ángel’ mientras se preguntan eso de ‘’¿Quién canta? ¡Ah! El Gordo’’. Ni mil palabras más. Por cierto, más bulerías y ya van tres. Esta vez con letras de transmisión oral. Como el aprendizaje de un oficio. Letras que pasan de padres a hijos, de abuelos a nietos. El Gordo busca quien le baile. Le sale ‘El Zorri’. ‘’Vamos allá el Richard Gere de La Plazuela’’, ‘’Viva la liga de la juventud’’, se oye. Anda que iban mal tirados los jaleos. El dueño del balón se recoge y se van dos amigos para dentro.

Turno para el otro Manuel. El de la fragua no. El Moneo. Y Carrasco. El hijo de Luis. No se preocupen que no ha terminado esto. Recordando a su Tío Juan, El Torta. El Genio. La personificación del duende a título póstumo, se pone clausura a la triple entrega del compás buleaero.

Por fin se cambia el tercio y de negro y rojo llega el baile. Los colores del duende. Eso al menos dijo el Poeta. Federico García y Lorca, que algo sabía de esto. Soleá por bulerías. María José Franco sale a escena con el cante del dueño de la batuta. Le responde su cuñado. El otro Manuel. Dos letras y cambio a… ¡¡Bulerías!!. A Jerez le gusta el compás. La bulería se transforma en el opio del pueblo.

Y volvimos como nos fuimos. Con baile. ¿Más bulerías? No, hombre, con tangos, pero antes tientos. Cara a cara Franco y Grilo. Tranquilos. María José y Carmen. Que no se asuste nadie. Moneos y Rubichis en el atrás. José se ganó el sueldo. Y hasta una propina. Se va el baile y llega el cuadro. De nuevo todos para arriba. Esta vez con Luis Moneo, la estrella de la noche. Hasta el viento se marchó para que pudiéramos escucharle. ¡Va por ti Antoñín! Imperial el patriarca. Soleá por bulerías. Junto con la soleá y la seguiriya, su cante. Terrenos donde está a gusto. Donde se gusta y nos gusta. Donde poca competencia tiene. Nos hubiera gustado disfrutarle más. La noche estaba propicia. Hasta con los cernícalos despiertos. Esos que saben escuchar y con Luis nos quedamos a medias. Nos fuimos para casa en cuanto comenzó el fin de fiesta, porque de bulerías ya íbamos bien servidos y había que escribir esto. Por cierto, ha sido un placer.

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