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Música

Checoslovaquia en cuatro cuerdas

  • El Cuarteto Vlach, uno de los mejores cuartetos de Europa, ofreció un concierto extraordinario basado en autores checos

Un momento del concierto del Cuarteto Vlach.

Un momento del concierto del Cuarteto Vlach. / Miguel Ángel González (Jerez)

El afamado y galardonado Cuarteto Vlach mantiene en lo más alto del podio mundial la tradición checa de este tipo de formación de cámara. Es el segundo cuarteto con este nombre, y por eso se le conoce como Cuarteto Vlach de Praga. Su fundadora, la violinista Jana Vlachová es hija del fundador del primer cuarteto Vlach, Josef Vlacórico, también violinista.

Aunque el repertorio que interpretan es amplio, son especialmente apreciados por su dominio de autores checos, como Dvorak, Janacek o Smetana. Y cumpliendo con lo esperado, interpretaron dos obras checas, una de Antonín Dvorák: Una selección de Los Cipreses B152, colección de 12 canciones escrita especialmente para cuarteto de cuerdas por el compositor que representa al movimiento musical nacionalista checo. Las seis canciones que interpretó el Cuarteto Vlach son hermosas, evocadoras y expresan al Dvorak enamorado. Jana Vlachová hizo una interpretación genial, acompañada del resto del cuarteto, en unas piezas donde el violín lleva la voz cantante. Excelente.

Dentro de la primera parte, y para finalizarla, el cuarteto interpretó La sonata Kreutzer nº 1 de Leos Janacek, obra inspirada en la novela de Leon Tolstoi de igual nombre, y que a su vez se inspiró de la sonata para violín y piano de Beethoven. Es una obra de carácter trágico que relata, con tintes expresivos, las turbulencias del amor cuando no se encuentra. Se trata de una obra de difícil ejecución por los cambios frecuentes en el tempo, y por los diálogos que se establecen entre los cuatro instrumentos del cuarteto.

Dvorak huye de las resoluciones predecibles en sus movimientos, que tampoco responden a las cuatro típicas sonatas clásicas, pese a estar escrita en cuatro movimientos, que en realidad se podrían interpretar como uno solo con diferentes ritmos y melodías. Fue una excelente oportunidad la de poder escuchar esta pieza de un excelente compositor checo, la que nos dio el Cuarteto Vlach.

En la segunda parte del concierto, interpretaron el cuarteto en Mi menor nº 8 op.59/2 'Razumovsky', una obra compuesta por Beethoven a mitad de su carrera, en 1806, y estrenada tres años más tarde. El cuarteto está dedicado al por entonces embajador de Rusia en Viena, conde Razumovsky, quien encargó varias obras a Beethoven. Como mandaban los cánones en el siglo XVIII, la estructura del cuarteto (en cuatro movimientos, para cuatro instrumentos, todos ellos de cuatro cuerdas), está escrito bajo la forma sonata, reina y señora de la academia musical del siglo de las luces, salvo el tercer movimiento, 'Allegretto', que en realidad adopta la forma de 'scherzo', donde el genio de Bonn utiliza formas sincopadas e introduce un 'Tema ruso' del folclore, en forma fugada, tema que posteriormente será utilizado también por los compositores del nacionalismo ruso. Excelente interpretación del Cuarteto Vlach, con un empaste rayando la perfección.

De propina, ante el aplauso del público, una bellísima obra del genial Isaac Albéniz: el Tango en Re mayor de su colección Suite España. Excelente.

Una interesante y agradable noche de música checa, interpretada por checos, al más alto nivel de cuartetos de cuerda de Europa.

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