Arquitectura · La belleza intangible

Los Guggenheims (I)

“MIRO hacia atrás y veo mi vida con gran alegría. Creo que fue una vida muy exitosa. Siempre hice lo que quise y nunca me importó lo que los demás pensaran. ¿Liberación de la mujer? Yo era una mujer liberada antes de que hubiera un nombre para eso”. (Peggy Guggenheim).

Venecia es una ciudad para caminantes. Ante la mirada atónita de los venecianos, una multitud de turistas y visitantes caminan siguiendo los rótulos que indican el recorrido que conduce a sus principales lugares o monumentos: Rialto, piazza San Marco o Palazzo Ducale; pasean en ‘románticas’ góndolas y, tras el día de visita, suben a un vaporetto para acelerar el retorno hacia el merecido descanso. Pero, a poco que se esté informado o se vaya sin la prisa del turista, el viajero puede perderse por la ciudad, internarse en los barrios que quedan fuera de los circuitos más frecuentados y encontrar otra visión de esa espléndida ciudad. 

Una de los más hermosos encuentros sorprendentes puede ser ‘La Nueva Puerta del Paraiso’  realizada en 1960 por la escultora americana Claire Falkenstein por encargo de su amiga Peggy Guggenheim para su casa- museo de Venecia. La cancela tiene dos hojas de 1,20m x 3,70m y está construida con una malla irregular de varillas de hierro cuyas trazas van girando entre sí y se separan ocasionalmente para alojar algunos trozos de vidrio de colores. Se trata de la única apertura de la tapia que cierra el jardín hacia la angosta calle peatonal del Campiello Barbaro. 

Peggy era hija de Benjamin, hermano de Solomon Guggenheim, acaudalado hombre de negocios y coleccionista de arte quien en 1937 fundara en New York el primer Museo Guggenheim. Benjamin pereció en el naufragio del Titanic tras encargarse de salvar las vidas de sus acompañantes. Su hija heredó una nada despreciable fortuna que utilizó para instalarse en París, donde se relacionó con los pintores y artistas de la vanguardia de la época. Contrajo matrimonio y se instaló en Londres, donde más tarde, separada ya de su marido, fundó una galería de arte, Guggenheim Jeune, que inauguró con una exposición del surrealista Cocteau. 

Ni esta ni las sucesivas exposiciones de Kandinsky, Tanguy, Henry Moore, Calder, Duchamp o Picasso tuvieron éxito en una ciudad todavía anquilosada, por lo que volvió a París donde pensaba fundar un Museo de Arte Moderno. La entrada de las fuerzas alemanas en París la hizo escapar al sur de Francia en compañía de Max Ernst y otros artistas, para finalmente volver a New York donde, tras contraer matrimonio con Ernst, fundó la Galería del Arte de Este Siglo, donde descubriría a Jackson Pollock y otros artistas de gran talento.

En 1947 decide volver a Europa, instalándose en Venecia, donde compró el Palazzo Venier dei Leoni y lo adecuó a su modo de vida. Lo compartía con sus sirvientes, sus invitados y sus once   perros. En 1951 abrió las puertas de su casa al público. Tres tardes a la semana, se podía acceder para ver la magnífica colección. En 1962, Peggy fue nombrada ciudadana honoraria de Venecia y era vista con frecuencia recorriendo los canales en su góndola privada.  

El Palazzo Venier dei Leoni se inició en la década de 1750 pero, sin que se sepa bien la razón, el  edificio quedó inacabado. Su magnífica fachada clásica con el triple arco de la planta baja (que  quedaron interrumpidos y en la actualidad aparecen cubiertos por la hiedra del jardín), habría  igualado la de Palazzo Corner, construido justo enfrente por Jacopo Sansovino. La larga fachada de una sola planta del Palazzo, construida en piedra de Istria, y la aparición por detrás de las copas de los árboles del jardín, suponen una interrupción muy sugerente de la fachada continua, frente al Gran Canal, existente desde el puente de la Academia hasta la Basilica de Santa Maria della Salute.

Marguerite ‘Peggy’ Guggenheim murió a causa de una apoplejía el 23 de diciembre de 1979 en Padua, Italia. Legó su casa y su colección a la Fundación Guggenheim, con la condición de que sus obras de arte se mantuviesen juntas y expuestas en Venecia. En algún rincón del hermoso jardín del palazzo, cerca de sus queridos perros, yace enterrada la creadora de ese delicado y singular museo.

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