Cómics

Megg, Mogg & Owl

  • La segunda recopilación de historietas de Hanselmann centradas en una bruja, un gato y un búho ya se puede encontrar en el mercado.

Bahía de San Búho. Simon Hanselmann. Fulgencio Pimentel. 176 páginas. 24 euros.

No hace tanto que escribía la reseña de Hechizo total, y me alegraba allí por la rápida aceptación que había tenido en nuestro mercado la obra de Simon Hanselmann (Launceston, Australia, 1981). Bueno, pues se ve que la cosa ha ido a más, y ya tenemos entre nosotros Bahía de San Búho, la segunda recopilación de historietas protagonizadas por la bruja Megg, el gato Mogg y el búho Owl, acompañados ocasionalmente por el hombre lobo Jones. Como no podía ser de otro modo, la edición corre a cargo de Fulgencio Pimentel, para quienes ya se me han agotado los epítetos.

Son 29 piezas que nos devuelven al universo melancólico y arrastrado de estos fumetas impenitentes para los que el síndrome amotivacional es un arte. Entre ellas se incluyen dos nominadas en distinto año a los premios Ignatz: la propia Bahía de San Búho (2013) y Curros (2014). Si digo que el universo de Hanselmann es indie, seguramente sabrán ubicarlo, aunque quizá les ayude el siguiente ejemplo: Megg le dice a Mogg, que yace entre la basura, "Tenemos que ir a la dichosa cena"; el gato lleno de mugre le devuelve un gruñido. Megg insiste: "Dijiste que vendrías conmigo. Te necesito". El otro replica: "¿Dónde estoy? ¿Qué día es hoy?". Megg: "¿Ya no te acuerdas? Es la fiesta de compromiso de Michelle. ¡Arh, da cosa verte así! ¡Estás cubierto de porquería! Tienes pizza en el culo… un trozo de sugus en la espalda. Y una araña asquerosa". La bruja lo lava con el agua fría del grifo del jardín (Mogg: "¡Está fría!", Megg: "… Pues te aguantas"), luego lo lleva al dormitorio, lo coloca en la cama y le pregunta: "¿Te vas a poner la pajarita pequeña?". Mogg, con la cara hundida en la manta: "Ugh. No. No me apetece arreglarme. Tampoco me apetece ir. Odio a esa gente. Odio a la gente. No puedo seguir fingiendo que no pasa nada… Es todo tan aburrido y tan absurdo. No puedo hacerlo… Todo se ha ido a la mierda". Un silencio tenso. Lo rompe Megg: "Ya… Ahora tampoco quiero ir…". Mogg: "Pues no vamos y punto". La pareja acaba en la calle, de noche, contemplando la hermosa luna ("una superluna"), dándole al ron. Dice el gato, en brazos de la bruja: "Joder… ojalá este momento durara siempre…". Megg: "Yo podría morirme en este preciso instante y me daría igual". Mogg: "Ya te digo… Ahora estoy otra vez como en una nube… No quiero abandonar nunca la droga. ¿Podemos no dejarla nunca?". Megg alza su nariz a la noche y concluye: "No… Un año más".

Eternos adolescentes, los personajes de Hanselmann poseen una sensibilidad a flor de piel y necesitan adormecerla con sustancias, o la dejan fluir en sueños y ansias inmediatas. Se mueven por un mundo hostil, refugiados en la extraña comunidad que han fabricado ellos mismos, sostenidos por el cariño y (no pocas veces) la crueldad mutua. El artista que los ha ideado hace gala de un humor peculiar, y domina como pocos la narración, con un tiempo constante, una continua repetición y variación de esquemas y la construcción de una atmósfera mágica y cotidiana a un tiempo. Tiene sabor propio, y es muy adictivo.

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