Palabra de arquitecto (II)

Arquitectura · La belleza intangible

Ramón González De La Peña

Jerez, 29 de abril 2015 - 08:46

LA arquitectura es una música de piedra y la música una arquitectura de sonidos. (Ludwig van Beethoven)

Si la naturaleza hubiera sido confortable, la humanidad no hubiera inventado nunca la arquitectura. Oscar Wilde es seguramente uno de los más grandes escritores de la historia de la literatura, además de uno de los espíritus más libres que haya existido. Su definición del porqué de la existencia de la arquitectura no puede ser más sintética y certera: la arquitectura importa para adecuar el espacio a las necesidades del hombre, para construir el lugar en el que éste encuentre el bienestar, protegido de las inclemencias, alejado de los peligros y de la incertidumbre exterior.

Menos es más, es quizás la frase más exitosa de un arquitecto incorporada al lenguaje cotidiano. Hay que recordar que la frase debió ser enunciada allá por los años treinta del siglo XX, o sea, que ha resistido. Mies van der Rohe vivió y se ganó la vida como arquitecto desde la primera década hasta el año 69 del siglo pasado, y tomó, probablemente, la famosa frase del poeta alemán de finales del XVIII Cristoph Martin Wieland. Ya venía de lejos. Es una de las principales recogidas por Laura S. Dushkes en el libro ‘Palabra de arquitecto’. No hay tantas de interés en esta publicación. De manera un tanto artificiosa se contraponen aquellas que, de algún modo, compiten entre sí, enunciadas por personalidades (a veces no tanto) de la arquitectura. Pero Mies no queda definido por menos es más, pues era un ser mucho más complejo, diferente de algo sencillo y claro como parece deducirse de su enunciado más famoso. Continuando con el ejercicio propuesto por la autora, existen otras frases de Mies van der Rohe que el libro no cita y que lo retratan mejor: la arquitectura es la voluntad de la época traducida a espacio. Parece certera, hay que recordar que el arquitecto era un gran amante de la precisión.

¿Y Le Corbusier? Dijo tantas cosas, escribió tantos libros, teorizó tanto, no sólo sobre arquitectura, sino sobre la ciudad, la vida, el desarrollo, el futuro, la industria. Le Corbusier escribió sobre la casa como una máquina de habitar; sobre la arquitectura de L’Esprit Nouveau; teorizó sobre una nueva unidad de medida a escala del hombre: Le Modulor; estableció los cinco puntos de la arquitectura moderna. Palabra de arquitecto atribuye a Le Corbusier la frase Prefiero dibujar a hablar. Dibujar es más rápido y deja menos espacio a las mentiras y Yo mismo estoy instalado en una oficina sin ventanas y con aire acondicionado, una especie de celda. Mis visitantes son conscientes de este hecho, lo que les induce a ser concisos e ir al grano. Tampoco es Le Corbu.

Admiro la perfección desde que vi el Partenón. Y, en nuestra civilización, esa perfección la aporta automáticamente la máquina, que no es un espanto ni algo horrible, sino un útil extraordinario de perfección. Esta sí parece una frase a la altura de alguien como él. O, La casa debe ser el estuche de la vida, la máquina de felicidad. Y también, La arquitectura es el punto de partida del que quiera llevar a la humanidad hacia un porvenir mejor. Claro que Le Corbusier se pasó la vida creyendo que podría hacer mejor el mundo desde su trabajo como arquitecto. Esa creencia en la importancia de la arquitectura y de los arquitectos acompañó al hombre moderno hasta el final de los años 60. No pudo llegar más allá. (Continuará).

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