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Diario de las artes

Pasión expresionista

Pasión expresionista

Pasión expresionista

Llevamos varios años que Málaga es el centro soñado para los amantes del Artes. Este que esto les escribe es, ya, absolutamente algo conocido por todos; no es, ni mucho menos, una afirmación novedosa ni gratuita. Sin embargo, cada vez que escribimos de lo que acontece expositivamente en la Capital de la Costa del Sol echamos manos de ella por su realidad incontestable. También es algo que está fuera de toda duda afirmar que el Museo Ruso está sirviendo para que todos accedamos, además de hasta el Arte general que se ha realizado en Rusia a lo largo de la Historia, al conocimiento de la mejor creación de los autores que conformaron las Vanguardias en aquel país y que, allí, fue de lo mejor de aquel período iniciático. El Museo que se encuentra en la antigua Fábrica de Tabacos y que dirige José María Luna nos ha hecho partícipes de los autores más significativos de aquella Rusia anterior a la Revolución que este año cumple cien años. Por eso, no es de extrañar que uno de los pintores rusos más importantes, Aleksei Jawlensky, aquel que había nacido en 1864 y que anduvo inmerso en los planteamientos renovadores de un arte que, desde ellos y con ellos, iniciaría un discurrir implacable con un futuro lleno de intensidad ilimitada.

La obra de Aleksei Jawlensky fue absolutamente consustancial con los movimientos de la época. Amigo de Kandinsky, formó parte en Alemania con él del Movimiento El Jinete Azul, siendo, por tanto, uno de los grandes pintores de aquel primer gran expresionismo que desarrollaría una realidad artística con poderosos planteamientos formales. La exposición nos sitúa ante unas piezas que dejan transitar por los misteriosos ambientes que crea un particularísimo dominio del color, elemento que conforma una realidad con la naturaleza y la figura humana desarrollando sistemas expresivos contundentes que minimizan los contornos ilustrativos y potencian una expresión máxima con los colores manifestando su poder infinito.

La exposición nos proporciona un conocimiento absoluto de la obra de Aleksei Jawlensky, de sus espacios naturales conformados con estructuras coloristas sabiamente posicionadas para que ofrezcan sus mejores desenlaces expresivos; también de sus personajes, con los que se retrata una humanidad que deja entrever sus formas diferenciadoras pero, sobre todo, sus emociones, sus perfiles psicológicos, sus estados de ánimo; todo realizado con una gran economía de medios que, sin embargo, patrocinan una contundencia expresiva absoluta.

Junto a Aleksei Kawlwensky, la muestra nos presenta, asimismo, la obra del hijo de éste, Andreas Jawlensky, pintor que, si bien gozó una cierta importancia hasta la mitad del siglo XX, no fue, ni mucho menos, tan grande como su padre. Fue autor de una obra amable, colorista pero, con muchísima menos alma que la que encontramos en la pintura del gran Aleksei.

Como viene siendo habitual, desde su inauguración, el Museo Ruso de Málaga, nos pone en la sintonía total de los mejores artistas que forman parte de las colecciones del Museo Estatal de San Petersburgo. Además de los Jawlensky, padre e hijo, en la muestra nos encontramos con un número de artistas contemporáneos a ellos, que completan la visión del momento histórico y artístico que representan. En este caso Ígor Grabar, Olga Della-Vos-Kardóvskala, Dimitri Kardovski, Iliá Repin y Valentín Serov.

La antigua Fábrica de Tabacos de Málaga espera al aficionado con tres muestras de mucha importancia. Junto a la exposición central, "La dinastía de los Romanov", que nos conduce, a través de más de doscientas obras, por un periodo que abarca desde el siglo XVII hasta principios del XX, los espectadores, además de la muestra de los Jawlensky, podrán admirar una colección de Carteles sobre la Revolución de Octubre; un modo de expresión que tuvo gran influencia para el sistema propagandístico del poder soviético y que, en el aspecto artístico, sirvió para crear un estilo con infinita personalidad y carácter.

Una vez más, nuestra visita obligada a la determinante Málaga para captar lo mucho que, allí, tiene lugar, exige la parada obligada en el Museo Ruso. En esta ocasión, Aleksei Jawlensky y su pasión expresionista era nuestra estación término. Todo un lujo del que era imposible sustraerse.

Aleksei Jawlensky

Museo Ruso

Málaga

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