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Sacerdote

POR el alcance universal de testimonio, traigo a la prensa las palabras que leyó Mercedes, hermana del difunto, en el entierro de Antonio Sánchez Trujillano, hijo de Antonio y de Mercedes, de 47 años de edad, con la minusvalía psíquica síndrome Rubinstein y Taybi, que le incapacitaba para los estudios y el trabajo. Su actividad fuera de la familia era participar en el centro de Afanas.

La falta de Toñete ha supuesto para los suyos, especialmente para su madre y hermanas, un vacío muy difícil de llenar. Sin más, transcribo el texto de Mercedes, en estos días de Navidad, de fiestas, también de los Santos Inocentes y de los Reyes y regalos:

En primer lugar, quiero agradeceros vuestra asistencia; señal de afecto, en estos duros momentos, así como tantas muestras de cariño, acompañando en silencio o bajo una mirada de complicidad.

Me gustaría que todos recordásemos a Antoñete con lo que fue y es, un Ángel. Sí, y no me excedo, así lo confirmó la Virgen el día 2 de agosto, en la festividad de Ntra. Sra. de los Ángeles. Ese mismo día, Ella lo reclamó para su corte celestial y con una caricia, se lo llevó de la mano.

Antoñete, como todos los niños llamados "especiales", son ángeles en la tierra, enviados por nuestro Padre para enseñarnos lecciones de vida, ayudándonos a abrir los ojos y el corazón.

Y es que, gracias a él, cada día que pasabas a su lado te dabas cuenta de que la felicidad está en la sencillez de las cosas.

No olvidaremos la candidez de tu inocencia invadiendo de alegría tu entorno, feliz en un simple McDonald's, con un helado -que te sabía a gloria- o escuchando y cantando a José Luis Perales o a Parchís, con tu sonrisa y el brillo en los ojos.

Lo más valioso era, que en ti, la bondad se convertía en generosidad hacia los demás. Siempre te acordabas de todos en las cartas de los Reyes Magos, pidiendo lo que sabías que querían y conformándote tú con lo mínimo.

La pureza de tu alma, de conciencia fina y delicada, apreciando la creación del Señor, maravillado de tanta belleza impresa en los libros y en los cuentos, en los vídeos y en la música; todo lo que tanto disfrutabas.

Desde tu mundo, lo oías a Él para cumplir tu misión. Has sabido perdonar, y con paciencia has pasado por nuestra vida iluminando a todos aquellos que te hemos querido amar.

Ojalá siga existiendo humanidad en el planeta para que puedan seguir bajando ángeles como tú y acompañarnos en la tierra.

Dios ha querido que estés entre nosotros para darnos la oportunidad de aprender de ti, trabajar por ti. Y trabajar es servir: servir es vivir y vivir es amar, porque la vida se nos dio para eso. "El que no vive para servir, no sirve para vivir".

Podemos pensar que lo hemos hecho todo por Antoñete, pero lo cierto es que ha sido él el que nos ha hecho mejores a los demás. Gracias a él hemos servido y hemos amado, ha sido un niño feliz y rodeado de cariño.

Dios eligió a mis padres para un regalo tan valioso, entregándoles a Antoñete. Muy privilegiadas, gracias a vosotros y a la educación cristiana y humana que hemos recibido, hemos devuelto a Antoñete como el ángel que se os confió a vosotros. Todo ese amor y los innumerables valores que en él se apreciaban, han sido recibidos por nosotras como hijas y hermanas, y hemos intentado coger el relevo.

Ahora me lo imagino disfrutando en la gloria a la que todos aspiramos llegar, alegrando el cielo con su sonrisa y cuidándonos a todos desde allí.

Antoñete, nos has enseñado a vivir contigo y ahora nos toca a nosotros aprender a vivir sin ti. Cógenos fuerte de la mano y junto con la Virgen, ayúdanos siempre desde el cielo.

Gracias a todos por estar con nosotros y no nos soltéis ahora.

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