Tribuna Económica
Carmen Pérez
Escapar del estancamiento
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Mucho se ha avanzado en materia de educación infantil. Y no me refiero a lo que los niños aprenden en el aula, más bien a lo que reciben en casa. Si antaño se adoctrinaba a los pequeños por imposición categórica, ahora se busca promover valores y fomentar la inteligencia emocional de una forma cercana y lúdica. Los padres se muestran más afables y menos inquisidores porque, ya se sabe, se cazan más moscas con miel que con hiel. Todo con tal de crear individuos felices (la frustración no tiene cabida en este nuevo sistema), libres y capaces de tomar sus propias decisiones. Por eso, los padres de ahora evitan tomar según que decisiones por sus hijos para que sean ellos las que las tomen al crecer.
Los niños de ahora eligen su propia ropa, aunque haga dos grados y quieran ir en bañador, deciden sus propias extraescolares y hasta lo que quieren comer (qué sería de nosotros sin el maravilloso Baby Lead). Mamá y papá abren ante sus retoños un amplio abanico de posibilidades ante las que decantarse por una, con la esperanza de haberles enseñado las herramientas necesarias para elegir de forma correcta. Pero no todo queda a la libre elección de los pequeños. Pueden decidir si llevar pendientes o no, si comer carne o hacerse vegetarianos, si llamarse como el abuelo o como Pepa Pig, pero acerca de lo que jamás podrán decidir es sobre el derecho a preservar su intimidad.
Esos niños, libres y felices, están en la redes sociales desde que sus progenitores supieron que llegarían al mundo. Un embarazo narrado en fascículos, un parto compartido en stories, la primera toma de pecho, el primer baño y hasta cuando por fin se cae el cordón umbilical. Todo contado de manera pública para que nadie en el universo pierda un sólo detalle de la vida de sus niños. Porque engrosar el ego (benditos me gusta) o acrecentar las cuentas corrientes (en el caso de las influencers) gracias a vender la intimidad (no consentida) de unos menores no te hace un ser deplorable si luego dejas que tu retoño elija comerse una palmera de chocolate en lugar de habichuelas.
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