La tradición de la imaginería barroca sigue viva en Andalucía. Quizás esté más viva que nunca, teniendo en cuenta el enorme número de personas que se dedican a esta singular parcela de la escultura en la actualidad. Aunque con todos los matices que queramos, dos son las tendencias principales que predominan hoy en día: la vertiente más naturalista, e incluso realista, y la más clásica, basada en la inspiración en los modelos del pasado. Esta última opción es la que defiende con su obra el jerezano López Ramírez.

Inmerso en una continua y muy positiva evolución, López Ramírez es consciente de que los grandes creadores de la imaginería andaluza nos dan lecciones más profundas que aquella que sólo se queda en la mera copia sin personalidad. Su búsqueda por el pasado es, por ello, también una búsqueda de un camino propio.

Todo esto queda reflejado en su última dolorosa, realizada en los tiempos difíciles del confinamiento, paralelamente a la talla del Prendimiento de Torrecera. Él me pide que os invite a verla en su taller y sólo os puedo decir que reúne todo lo bueno de esa particular búsqueda. Es una imagen con esa misma mezcla de misticismo e idealización presente en sus dolorosas anteriores, con esa misma inspiración que funde modelos como Juan de Astorga o la escultura barroca jerezana pero sin caer en la copia. Dotada de una delicada policromía pálida y una expresión contenida, que se anima por un sutil giro de cabeza, una frágil mirada lánguida y una gesticulante boca entreabierta, es una invitación a la contemplación estética y espiritual.

López Ramírez tiene las puertas abiertas de su taller para todo aquel que desee contemplarla. En horario de mañana os atenderá con su habitual simpatía y sencillez en calle Nuestra Señora Peregrina, en el barrio jerezano del Olivar de Rivero. Os animo a hacer una visita.