Programación Guía completa del Gran Premio de Motociclismo en Jerez

Que hoy sea miércoles santos, con el esplendoroso día que la excelsa Semana Santa de Jerez depara, con la belleza insuperable de algunas imágenes que vamos a contemplar, con la calidad de la factura plástica de algunas de ellas y de sus magníficos pasos donde procesionan, no quita que seamos ajenos a un mal que aqueja a bastantes de las obras escultóricas elegidas por esas nuevas potenciales hermandades que esperan el beneplácito generosa - demasiado generosos ante lo que algunas ofrecen - y permisivo del Obispado. No pasa desapercibido para casi nadie, al menos que su ceguera sea absoluta, que muchas imágenes que se colocan en los pasos - algunos de estos, también, mueven al sonrojo - no gozan de la más mínima calidad estética y su realidad artística es absolutamente nula. Verán ustedes, no pedimos con esto que estas loables corporaciones tengan la obligación de dar culto a imágenes salidas de lo más selecto de los imagineros - que por otra parte, éstos, los buenos, se acabaron, casi en su totalidad, hace años - pero sí se debería conceder, al menos, ciertos gestos al buen gusto, al rigor estético y no permitir, como se está haciendo, que nos encontremos con verdaderos bodrios artísticos pasando por obras devocionales dignas de culto. Además, se está permitiendo absolutos excesos expresivos - o lo que sea - de unos autores - que no artistas - que juegan a ser originales y a plantear experimentos burdos, engañosos y faltos de entidad artística que, más que a mover la fe, incitan al abandono y al horror. Algunas de las cosas que se han visto por las calles de Jerez bien arropadas por estruendosas bandas de cornetas y tambores dudo que fueran dignas de fallas valencianas y, éstas, al menos, se queman.

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