Tenemos la inmensa suerte de vivir en un país en el que un disparo al aire sigue siendo noticia. Y que dure. En Estados Unidos no lo es. Que los policías desenfunden y aprieten el gatillo en la 'Cuna de la Democracia' (ja, ja, ja) es algo tan habitual como que un fontanero coja el desatascador o un mecánico la llave inglesa: pan nuestro de cada día. Aquí los tiros son noticiables. Allí lo son los muertos por arma de fuego. Gran diferencia. Si algo me gusta de mi país es el gran control que existe en torno a las armas. He visto operaciones policiales desencadenarse al tenerse constancia de que se habían robado escopetas. Somos un país serio a este respecto. Pese a todo, en los últimos años se está detectando un serio incremento de armas en manos equivocadas. Internet y su 'zona oscura', dicen. Lo cierto es que cualquier persona que se echa a la calle con un 'hierro' en la cintura tan sólo merece ser llamado canalla y que todo el peso de la ley caiga sobre él. Y que lo cojan cuanto antes.

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