Programación Guía completa del Gran Premio de Motociclismo en Jerez

C ADA año que pasa, compruebo que el acervo de letras populares de nuestra Navidad va cayendo en desuso. No hay nada más que darse una vuelta por eso que malamente se denominan zambombas para comprobar que el repertorio de villancicos clásicos es cada vez más corto. Posiblemente sea esta sociedad, que ha perdido todo lazo cultural con la tradición oral, y que se despreocupa por aquello que no sean las redes sociales o un mensaje de whatsapps. Lo cierto es que aquellos romances que siempre he escuchado cantar a mi madre y sus primas y que, de alguna forma han pasado de generación en generación, han pasado a mejor vida. Ya no se cantan los villancicos de siempre, con los que el pueblo celebraba la Navidad. No se sale de 'El Carbonero' o 'Tiene que tiene', dejando a un lado el rico legado del romancero tradicional. Hasta El Marinerito o Los Peregrinitos, antes imprescindibles, se cantan cada vez menos en favor de letras nuevas y de composiciones actuales. Dicen que el pueblo es soberano, pero no estaría de más que alguien promoviese su recuperación antes de que se olviden.

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