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Análisis

FÁTIMA DÍAZ

La serie que juega con la incomodidad

En estos tiempos en los que la ficción española está creciendo a pasos agigantados, es complicado conseguir subir un nuevo escalón, algo que Vota Juan (disponible ya completa en TNT) ha logrado de calle. Protagonizada por Javier Cámara, cuenta la historia de un ministro de agricultura, pesca, alimentación y medio ambiente que tiene como objetivo convertirse en presidente de España. Un día se entera de algo que no debería saber y a partir de ahí empieza su curioso plan para conseguirlo. Una original premisa para una comedia que utiliza un humor poco usual hasta el momento en la ficción española. El gag ha sido una obsesión recurrente en las sitcoms españolas durante mucho tiempo, buscándolo de forma descarada o llevando a los actores a actuar con un ímpetu a veces innecesario para conseguir las risas del espectador. Olvídense de que algo así suceda en Vota Juan, una serie que no tiene miedo a usar la pausa y a indagar en el lado oscuro de sus personajes sin que ello suponga renunciar en ningún momento a la comedia.

Ahí es verdad que los guiones ayudan mucho, pero no sería lo mismo sin el inspiradísimo trabajo de Javier Cámara, quien reconoció que en el pasado tendía mucho a la sobreactuación en sus apariciones televisivas porque era algo que se le demandaba, pero aquí se hace rápidamente con el personaje y va manejando su lado más mezquino con lo cómico para que uno quiera saber qué le va a suceder en lugar de cogerle odio por ser así. Nadie puede decir que Cámara no da en la diana con este político desastroso y patético, que encuentra su diferencial y mayor virtud en no ser exactamente lo que esperamos: cabría suponer que Juan Carrasco simplemente es un metepatas por idiotez, pero es vil y, a la vez, extrañamente entrañable por su búsqueda incansable de cariño. De ahí la paradoja.

Vota Juan, desde luego, no sería la misma sin Javier Cámara, pero el resto del reparto también aporta su granito de arena para que llegue a niveles tan altos. Desde sus consejeros hasta otros personajes -pienso en su chofer y su asistenta- que sí representan esa pureza que ayuda a resaltar la mezquindad de Juan, todos aportan algo al protagonista sin dejar de tener una voz propia, algo que no siempre sucede. La serie de Diego San José y Juan Cavestany juega con la incomodidad y se ha convertido en el mejor estreno de la temporada de TNT. Además, se percibe una gran preocupación por dar con el tono adecuado para que uno al mismo tiempo sea consciente de la basura humana que es su protagonista -no hay más que ver cómo trata a su familia en el segundo episodio-, conecte con él y además el humor se sienta como algo natural dentro de un escenario a priori no demasiado propicio para ello.

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