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Armengol

En esta empresa por la justicia igualitaria, hemos de denunciar que también hay mujeres que mienten

Una mujer mentirosa ha ganado en igualdad. Es de justicia celebrarlo en la semana del 8-M. Remitiéndonos a los hechos durante la comparecencia en el Congreso de la tercera fuerza del Estado representado por una mujer, Francina Armengol, podemos concluir que las mentiras de una mujer se juzgan de igual modo y derecho que las de un hombre: léase Pedro Sánchez. Mentir es un arte para él. Lo hace con tanto convencimiento y de manera sistémica, que la continuidad de sus mentiras para tapar una falsedad tras otra, le obligan a construir ese mecanismo de defensa al que se refería Susan Sontag por el que la mentira evita que otros te hieran, pero entonces es cuando tú te conviertes en manipulador. Buscando las siete diferencias vemos que para mentir se requieren de ciertas premisas: claridad en largumentario, discurso determinado, clara oratoria, control corporal, reñir al oyente, sentirse moralmente superior y no responder a preguntas de los periodistas. Armengol hizo todo lo contrario. Se expuso vestida de nerviosismo corporal, se mostró titubeante, sus argumentos eran tan incoherentes como contradictorios, y vertió falsedades vergonzosamente construidas a los periodistas. En esta empresa por la justicia igualitaria, hemos de denunciar que también hay mujeres que mienten y que gestionan muy mal su poder. La mujer debe ser más ejemplar, tal y como se nos sigue exigiendo, en su oportunidad para demostrar que las cosas se pueden y deben hacer de la manera correcta. Necesitamos seguir poniendo, juntas, el foco en la educación desde la infancia para acabar con los estereotipos de género. Acabar con el edadismo laboral femenino. La brecha digital que continúa manteniendo la desigualdad en el diseño de los juegos infantiles. Es importante reforzar el concepto de la economía feminista con el que superemos la falta de conexión entre políticas sociales, de igualdad y económicas. Ha de resolverse elimperioso reconocimiento de que cuidar de otras personas es un trabajo y no solo un asunto familiar privado. Dar fuerza a todas las desigualdades de género existentes, visibilizar a las mujeres intelectuales y a las científicas para convencer a las niñas de que sí se puede, acabar con la violencia sexual y de género. Dirigir desde la ejemplaridad. Pero, sobre todo, la mujer ha de demostrar más inteligencia, independencia de creencias alejadas de la ideología, para fortalecer nuestra igualdad de derechos por las trabas mantenidas, no por dictaduras políticas. La mujer ha de ser más digna para no igualarse en corrupciones.

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