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El excelentísimo Carles Mulet, senador designado por las Corts Valencianes del Grupo Parlamentario de Izquierda Confederal, se ha dirigido al Ayuntamiento de El Puerto de Santa María para exigir que quiten el nombre a la calle Crucero Baleares. Agradezcamos a Mulet tanta atención.

Porque cualquier nacionalista o confederalista se indignaría de que un valenciano se preocupe de una calle de un barrio de un pueblo de una provincia de Andalucía la Baja, pero, si creemos en la soberanía nacional, celebramos que Mulet esté tan interesado en nosotros como nosotros lo estamos por Cataluña, españoles todos. Prefería que se ocupase, ya puesto a emplear su talento en estos tiempos del coronavirus en temas diversos, en financiarnos una nueva depuradora, pero la españolidad no se le puede negar.

No me ha recordado a mi tío abuelo Joaquín, que murió en ese crucero acorazado de la Armada, porque, cada vez que paso por esa calle, me acuerdo. Pero me ha dado pie de actualidad para dedicarle un artículo. Aunque no lo conocí, le tengo mucha ley. En el despacho de mi padre, había enmarcada una foto del crucero Baleares escorado, hundiéndose, mientras la aviación republicana bombardeaba a los buques ingleses que acudieron al rescate y en la cubierta los marinos esperaban la muerte cantando un himno de esperanza… ¿Qué niño no se impresiona para siempre?

Cualquier ingenuo pensaría que, para una derrota que sufrieron los nacionales en la Guerra Civil, ¿a qué cambiar el nombre, no? Hace muchos años teníamos de vecino al impecable capitán de navío Calvar (y a sus guapísimas hijas, aunque ésa es otra historia) y su calle se llamaba Trafalgar; pero él se negaba en redondo a habitar en una derrota española, y no paró hasta que consiguió que la calle se rebautizase como Lepanto, como aún se llama, con permiso del excelentísimo Mulet. Aquella victoria naval de Calvar me dio un poco de pena porque en Trafalgar también habían luchado heroicamente muchos compatriotas. Ahora el grupo de Izquierda Confederal podría haberse marcado un Calvar al revés con el crucero Baleares.

Sin embargo, Mulet, Dios se lo pague, se da cuenta de que la verdadera victoria es el sacrificio; en el Baleares, el de los 788 marinos que perdieron la vida. Yo se lo agradezco porque me da la oportunidad de homenajear a mi tío, vencedor en su naufragio. Al alcalde de El Puerto le da una estupenda oportunidad de pasar de Mulet.

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