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Miki&duartela esquinacrónica personal

José Aguilar / Pilar Cernuda

Cuidado con las 'lecturas' precipitadasDifícil equilibrio

PLENO en las encuestas a favor del Partido Popular: todos los sondeos publicados el domingo pasado apostaban por la victoria del PP en las elecciones del venidero. Entre dos y cuatro puntos porcentuales de ventaja le daban a la lista encabezada por Mayor Oreja sobre la liderada por López Aguilar.

En realidad, como ya se ha sugerido aquí, el gran triunfador del 7-J será el partido de la abstención, que probablemente aglutinará a más de la mitad del electorado. Es lo que auguran los encuestadores después de cruzar las respuestas directas de los entrevistados con otros datos sobre intención, recuerdo de voto y valoración de candidatos.

No se fían de los propósitos de los votantes, y hacen bien, porque cuando se les pregunta si piensan ir a votar el domingo nada menos que el 71% de los encuestados responde "seguro que sí" y el 13% "probablemente sí" (encuesta de Metroscopia, para El País, con datos semejantes en otras), cifras que no se cree ni el más desaforado de los optimistas defensores de la importancia de estos comicios. Los demóscopos relacionan tales resultados con el llamado efecto de deseabilidad social, es decir, la tendencia de los entrevistados a contestar lo que creen que se espera de ellos. Vamos, que la gente es muy embustera y miente descaradamente, uncida al yugo de la corrección política y la respetabilidad. Pasa mucho de participar en unas elecciones que ni sabe de qué van, pero se avergüenza de reconocerlo y de que un desconocido lo apunte.

Una vez descontados los abstencionistas por reflexión o convicción, los abstencionistas por pasotismo y los aludidos abstencionistas vergonzantes, el partido más votado será seguramente el PP. Yo creo que los equipos de campaña, candidatos y asesores ya están preparando el argumentario para la noche electoral. Las lecturas que van a hacerse serán tal vez más interesadas y subjetivas que nunca, porque estos comicios tienen menos valor objetivo que simbólico.

Una victoria holgada de la lista del PP terminaría de consolidar a Mariano Rajoy como candidato en las próximas generales, tras el triunfo en Galicia y los resultados influyentes en el País Vasco (hay quien dice que es lo que conviene al PSOE para cerrar el paso a un candidato popular con más tirón). Una victoria ajustada, por el contrario, podría volvérsele en contra, al evidenciar que ni en el peor momento de la crisis de los cuatro millones de parados ni en unas elecciones en las que el castigo a los gobernantes es cómodo y barato Rajoy es capaz de derrotar con claridad a Zapatero.

Conviene que unos y otros rehúyan las conclusiones precipitadas. Al fin y al cabo, falta mucho tiempo para unas nuevas elecciones generales y, entretanto, van a ocurrir un montón de cosas.

CIRCULA el runrún de que existe ya un acuerdo entre el lehendakari López y Antonio Basagoiti para presentar una moción de censura en Álava y que la Diputación quede en manos del PP, que ganó las elecciones en esa provincia. Desde que se hizo público que había acuerdo entre PSE y PP para desalojar al PNV de Ajuria Enea se especulaba con la fecha en que podía hacerse efectiva la recuperación de la diputación alavesa para el PP, pero tanto socialistas como populares decían que la cosa iba para largo. Sin embargo, una vez que Patxi López ha empezado a gobernar, se ha dado cuenta de que es difícil hacerlo "contra" las diputaciones, que son quienes manejan el dinero en el País Vasco.

No es fácil. No por miedo a que no salgan las cuentas en la moción de censura, que salen de sobra, sino porque ni al PSE ni al PP le interesa en este momento provocar más ira en el PNV de la que ya han provocado.

El PSOE tiene la necesidad de llegar a acuerdos con otros grupos parlamentarios si quiere sacar adelante los Presupuestos Generales del Estado, y al PP le conviene llevarse bien con el PNV si quiere hacer efectiva su labor de oposición al Gobierno de Zapatero, en la que incluso se contempla la posibilidad de presentar una moción de censura, que no tendría sentido si a la hora de votar el PP se quedara solo.

Cuando se ha arrebatado el gobierno a quien ha estado instalado en el poder durante 30 años y encima ha ganado las elecciones, es complicado encontrar el punto de equilibrio para conseguir negociar con el perdedor y, al mismo tiempo, mantenerse en el poder sin irritar aún más a la fiera. Es evidente que el PSOE de Zapatero cuenta con muchos resortes para llevar al PNV a su bando, por ejemplo los puestos de trabajo de las miles de personas del PNV que se quedarían en la calle si los nuevos gobernantes decidieran mandar a casa a quienes han formado parte de los equipo de Ardanza, Ibarretxe y sus sucesivos consejeros.

Con esos mimbres podrán los socialistas emprender el tira y afloja que posibilitaría la aprobación de los Presupuestos del 2010, pero si además de arrebatar al PNV el Gobierno vasco se le releva de la diputación de Álava, Zapatero va a tener muy complicado llevar a los peneuvistas a su terreno. Lo mismo podría decirse del PP de Basagoiti: que se olvide Rajoy de sacar adelante alguna iniciativa con los votos del PNV si su partido llega a un acuerdo con Patxi López en el País Vasco para hacerse con la diputación alavesa. Por otra parte, alguna compensación merece el PP vasco por permitir que los socialistas gobiernen. No es suficiente con la presidencia del parlamento vasco, como se le ocurre a cualquiera con dos dedos de frente. Basagoiti no ha pedido nada, pero a nadie se le escapa que un poco de "cariño" garantizaría a Patxi López el apoyo del PP.

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