
La colmena
Magdalena Trillo
Moreno de playa
Erre que erre, me escuchó decir una amiga china el martes pasado en plena discusión. "¿Ere que ere?", repitió ella sorprendida. Por supuesto, no lo decía en tono jocoso, es china. Estaba al tanto de la conversación que manteníamos sus compañeros españoles, pero esa expresión le cogía aún lejana. A pesar de que su castellano, y también su andaluz, mejore a diario.
Es algo normal. Los asiáticos a veces piensan que los andaluces hablamos en otro idioma. Me sorprende cada vez que me formulan la pregunta. "¿Cómo se dice en andaluz?" Es magnífico. Somos capaces de decir lo mismo, en el mismo idioma, haciendo creer al resto que utilizamos otro. Como si Andalucía no fuera España. Como si nuestra tierra hubiera conseguido la utopía catalana que tanto nos gusta comentar a los andaluces. Como si ser andaluz te apartara de ser español. Como si fuéramos el PSOE, que para hablar de corrupción pone una A detrás de sus siglas y exime al resto del partido.
Sin embargo, cambiar las palabras es una cosa y mentir es otra. La línea está cerca y, tratando de blanquear a ciertas personas, muchos la han cruzado esta semana. No sólo en Andalucía, en toda España. Y es que a veces los andaluces usamos el término granujas antes que corruptos. Incluso, por encima de robar utilizaremos mangar. De ahí a decir que esto no es un caso del PSOE, que esto es cosa del pasado… Mire usted.
Erre que erre, le dije a mi compañero el pasado martes. Quería expresar mi hartazgo ante los que trataban de blanquear el mayor caso de corrupción de España. Ridículos. Aún siguen. Como si una mentira repetida mil veces se transformara en verdad. Como si los jueces hablaran en otro idioma. Algunos ya no son tan decentes. No sabrán ni qué significa. Otros, como diría mi amiga, continúan "ere que ere".
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