CREO que el que canta representa a Irlanda. Sí, el otro día me mandaron vía correo electrónico un enlace para ver un vídeo con la canción que va a representar a ese país en esa cosa horrible, casposa y predecible que es el Festival de Eurovisión.

Tal vez no lo crean, pero el videoclip que me enviaron con la canción me dejó estupefacto, helado, pasmado, anonadado. Independientemente de que el que canta tiene toda la cara de una nevera por detrás -mira que está mal hecho el tío-, la letra de la coplilla no tiene desperdicio. Lástima que no sea este el sitio más adecuado para entrar en detalles sobre la obra de arte, pero más o menos, de lo que habla el cantante es de que metió la pata con la chica que se llevó al huerto la noche anterior, pues al parecer, se "equivocó de agujero" (palabras textuales, siento la grosería). En fin, lo que sigue es una descripción de los hechos y sus consecuencias. Una joya, vamos, que quedará para los anales (valga el juego de palabras) de la historia de la música.

Y para rizar el rizo, lo más extraño es que la música en sí es bonita, y puede que el que la escuche sin entender ni papa de inglés le parezca hasta romántica, pero la realidad, como ya está dicho, es otra muy diferente.

Si quieren que les diga la verdad el peñazo de Eurovisión me parece un aburrimiento y un desfile de horteras infumable. Y para colmo, además de que no ganamos nunca (con lo que llevamos, no me extraña), las votaciones están más que previstas, a menos, claro, que el presentador español sea adivino, porque no suele fallar. Ya saben: Alemmíííía, tri puá.

Y así hasta que te caes de sueño a la espera de saber si quedamos los últimos o los penúltimos. Y si el ganador es tío, tía, las dos cosas, o uno que antes era una y viceversa.

Pero vean, si pueden, el vídeo que les digo -no tengo el enlace, lo siento-. Es una maravilla poética digna de un concurso que, perdónenme la expresión, se ha convertido con los años en un auténtico mojón con flecos.