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La venganza es un plato que se sirve frío. Podemos se lo ha servido helado a Yolanda Díaz, ministra de Trabajo, al echar abajo su decreto sobre el subsidio al desempleo. No se lo esperaba la vicepresidenta segunda, aunque debía haber supuesto que Podemos se la tenía guardada desde hacía tiempo. Yolanda le debe su carrera gubernamental a Pablo Iglesias, pero ella respondió vetando a su mujer Irene Montero en las listas al Congreso y también a que continuara de ministra. Podemos, que abandonó Sumar con sus 5 votos, decisión que dejó temblando a Pedro Sánchez, no ha tardado en pasarle factura y en la primera votación parlamentaria de la legislatura ha dejado claro que Sánchez no puede contar con su apoyo cuando al presidente le dé la gana.

La que tiene motivos para preocuparse es Díaz; Sánchez no oculta su malestar por la forma en que la ministra está llevando Sumar –menos aún que no pudiera impedir la salida de Podemos– y el malestar se debe haber acrecentado con la humillación de que Podemos le haya tumbado un decreto promovido por Yolanda. Al escribir estas líneas todavía no se conoce el resultado de todas las votaciones, pero el escenario pinta muy mal para Pedro Sánchez y el sanchismo. Incluso si en el último momento lograra sacar adelante los tres decretos, leyes indispensables para sacar adelante su proyecto de gobierno, el presidente comprobó ayer que su situación es crítica. Va a sufrir todos los días del año, en todas las votaciones, en todas las circunstancias. Y así no hay quien complete la legislatura. Así no hay quien llegue a mitad de legislatura; no hay presidente del Gobierno que aguante un estado de inestabilidad permanente, de ansiedad permanente, de inseguridad permanente.

Pedro Sánchez empieza a sufrir las hieles de empeñarse en gobernar sin ganar las elecciones, y buscar como socios a partidos que, al contrario que él mismo, sí tienen palabra. Y cuando dicen que van a tomar determinada decisión, que no darán sus votos si no se cumplen sus exigencias, resulta que efectivamente no dan esos votos.

Tan grave es la situación de Sánchez y el gobierno, que los socialistas se han visto obligados a pedir ayuda al PP coaccionándole con el argumento de que si no apoya el decreto sobre subsidios a los pensionistas, recibirá el castigo de los mayores cuando llegue el momento de ir a las urnas. Habrá que verlo, porque también los jubilados saben hacer números, y conocen bien qué medidas son viables y cuáles no tienen recorrido porque es imposible su puesta en práctica.

Sánchez tiene abiertos todos los frentes: Podemos, Junts, ERC –en menor grado–, y la propia UE que también vela para que se cumplan determinados compromisos si el gobierno español pretende recibir los 11 mil millones de euros de los fondos europeos. Solo Bildu se mantiene firme en su apoyo. Por la cuenta que le trae.

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