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francisco Domouso

Justicia y Caridad: La gratuidad como caricia

CADA vez más escuchamos machaconamente ciertas frases que suenan a consignas y que afirman que quieren "mas justicia y menos caridad". En el día de la Caridad, no puedo dejar pasar la idoneidad del momento para objetar esta frase, dicha desde el desconocimiento o lo que es más doloroso, desde cierta postura anticlerical.

Ambas palabras ni son antagónicas, ni existe oposición entre ellas. Y el significado práctico de éstas son tan complementarias como que la caridad comienza donde acaba la justicia. La justicia como derecho natural está interpretada en nuestra sociedad por la institución jurídica, y ésta impide que los hombres se perjudiquen, y para ello como afirma Sto. Tomás, "con frecuencia, el hombre necesita un concurso que no cae bajo una obligación de justicia y para que se ayuden era necesario agregar a la justicia la facultad del amor mutuo por el cual cada uno debe ayudar a su prójimo, aunque no exista para ello un deber de justicia." Y este es el papel de la caridad (que es el amor misericordioso) al lado de la justicia.

Desde la caridad, desde Cáritas, gritamos que son imprescindibles cambios a gran escala, en los sistemas económicos y políticos, que hay que trabajar directamente en ello o apoyar cada uno en la medida de sus posibilidades la labor de buscar nuevos caminos de justicia para el mundo, pero hemos de cuidar que no nos suceda, esperando y procurando el cambio necesario, que olvidemos lo imprescindible: "El camino de nuestro corazón y de nuestra vida", porque como decía Etty Hillesum, la joven judía que murió en Auschwitz, un lugar donde no existía la justicia, pero donde había muchos gestos de caridad por parte de los que sufrieron la injusticia, "una quisiera ser un bálsamo derramado sobre tantas heridas".

Recuerdo el Salmo 42: "Hazme justicia, Oh Dios, y defiende mi causa contra esta gente sin amor". Porque es difícil que quien desprecie la caridad pueda jactarse de ser perfectamente justo. Quien practica la caridad está siempre dispuesto a pagar lo que dicta la justicia, ya que el que la practica, sabe dar por añadidura.

La caridad nada tiene que ver con la limosna. La caridad comparte desde el amor, la limosna otorga desde lo que sobra. Quien así actúa no solo no conoce el evangelio, sino que colabora con las situaciones de injusticia. Quien practica la caridad anuncia el reino de Dios, ya que como afirma Ignacio Ellacuría: "Los pobres y la pobreza injustamente infligida, las estructuras sociales, económicas y políticas que fundan su realidad, las complicadas ramificaciones en forma de hambre, enfermedad, cárcel, tortura, asesinatos, etc…es la negación del reino de Dios y no puede pensarse en el anuncio sincero del reino de Dios dando la espalda o echando sobre ella un manto que cubra sus vergüenzas"

No despreciemos el amor, no despreciemos la caridad, por revanchismo, porque la dictadura del individualismo de determinadas ideologías, no mitiga las lagunas de la justicia, es más las enmascara; Y solo el Amor nos hace verdaderamente libres. Quien desprecia la Caridad, no sabe lo que es la caricia y no hay nada más humano que una caricia.

Para terminar quisiera recordar a Mario Benedetti, cuando dice: "la cosas son según el dolor con que se miren" y como dijo alguien: pero también según el amor (la caridad) con que se miren.

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