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Nuevo astro que surge

Ser portavoz del partido que nadie quiere oír es ejercer de paradoja andante y parlante

Si no pueden ver a Vox, no les voy a pedir yo que hagan ustedes un poder. Pero si ustedes, sean votantes o jamás, tienen interés en saber qué piensa y hace el tercer partido de España, que se encuadra en una tendencia –la nueva derecha– que crece y crece en Occidente, están de enhorabuena. Su nuevo portavoz, José Antonio Fúster, transmitirá de lujo las líneas esenciales. Ya verán.

Lo conozco muy bien y desde hace años. En 2007, con el infatigable Alex Rosal, fundó la revista Chesterton; y me hicieron un hueco –un hueco ancho– en su mesnada. “Si quieres conocer a Fulanito, dale un carguito”, dice, con un pellizquito cínico, el refranero español. Cuando conocí a Fúster –ahora nuestra amistad está a punto de cumplir la mayoría de edad– venía con el carguito ya puesto, y fue siempre un jefe amabilísimo, que tenía “el arte [arte, según el marqués de Tamarón, ya desaparecido] de simular que recibía un favor cuando lo estaba haciendo él”. El propósito de la revista era vindicar y recuperar la larguísima tradición del humor de derechas. Como último golpe de humor, alcanzó la cifra de trece números, trece. Hoy los buscan los coleccionistas. No está nada mal en un sector –el papel– en crisis. Fúster no entró en crisis y fundó (y volvió a convocarme al equipo titular) un nuevo proyecto: La gallina ilustrada. Era más ilustrada que gallina, porque hizo un humor inteligente y valeroso, enfrentado de nuevo a los carriles del humor sobado de lo políticamente correcto.

No sé si le hará gracia a Fúster que yo afirme que tiene mucha mano izquierda. La mano derecha, en cualquier caso, se le da por sentada, en vista de su trayectoria. Pero volvamos a la izquierda (sólo a la mano). Le va a venir de maravilla porque su cargo es peliagudo. Ser el portavoz de un partido que todos quieren enmudecer. El entorno mediático da por amortizado el mensaje de Vox con tópicos, prejuicios y frases hechas. Fúster tendrá que atravesar la maraña.

Cosa seria, que él hará con guasa. En un artículo memorable, hace un tiempo, Luis Sánchez-Moliní echaba en falta más sentido del humor en Vox, acorde, precisamente, a esa tradición de los Chesterton, Pemán, Foxá, Muñoz Seca y tantos otros. En las intervenciones de Fúster, entre líneas, a contrapunto, sotto voce, al sesgo, sin empañar el mensaje principal, pero transparentándose, vamos a ver una coña inoxidable, implacable. Si su alergia se lo permite, estén atentos.

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