Programación Guía completa del Gran Premio de Motociclismo en Jerez

Alberto Núñez Seoane

Se dan demasiadas cosas por sentadas...

Y es un grave y muy peligroso error. Lo es porque damos por sentado, por ejemplo, que la democracia y la libertad son los “estados naturales” de nuestra sociedad y, por desgracia, no es así; debiera serlo, pero no lo es.

La condición humana lleva aparejada la ambición, que ésta se mueva dentro de los límites de lo razonable sólo es cuestión de probabilidad, de escasa probabilidad diría yo. Cuando el poder nubla las aspiraciones de quien opta a él, las consecuencias para el resto pueden ser de todo, menos convenientes.

En Europa –con la excepción de Los Balcanes–, nuestra generación ha vivido el mayor período de paz y prosperidad de la Historia. Nuestros hijos, por fortuna, no saben sino de elecciones, ayudas sociales, partidos políticos, alternancias, protección al trabajador y al jubilado, progreso, leyes, orden y libertad; pero esto no nos fue dado porque sí. Para llegar a todo esto hubo muchos que lucharon, que sufrieron lo indecible, que murieron… Hubo, sí, muchas dictaduras que enterrar, muchas guerras que superar, mucho dolor, injusticia y sangre; no debemos olvidarlo, jamás.

No se puede “saber” lo que no se conoce. Se puede hacer, y somos escasos los que nos “entretenemos” en ello, un ejercicio de abstracción e intuición para tratar de imaginar lo que pudo ser el infierno que superaron todos los que hicieron posible que hoy disfrutemos del nivel y la calidad de vida de la que gozamos; de ahí a creer que todo está hecho va un abismo, tan oscuro y profundo, que nos engullirá a todos si no empeñamos parte de nuestras energías en defender y mantener el privilegio con el que nos encontramos al nacer.Más que preocupar, me asusta la estúpida frivolidad con la que hoy, en todos los ámbitos pero sobre todo en el de la mayoría de los medios de comunicación, se menosprecian –con altiva prepotencia- los principios que nos hacen ser personas, se ridiculizan –con cretina vanidad- los credos que nos alejaron de la barbarie absoluta, se atacan –con una saña sólo propia de la más aberrante ignorancia- los valores que nos han permitido dejar de masacrarnos unos a otros y hacer posible vivir como seres humanos, no como alimañas.La obscena desfachatez de todos esos “relatores” sociales que desde pantallas o emisoras –en mucha menor medida desde las hojas de un periódico, porque este requiere de un lector que ha querido leer- echan “información” para que sea engullida con el mínimo esfuerzo -como quien da pienso a las vacas en el establo, pontificando sobre lo que desconocen, sentenciando “ex cathedra” sobre el Bien y el Mal, juzgando –sin escuchar- y sentenciando –sin pruebas-, sólo en función de los espurios intereses que les habitan; tiene una sustancial parte de responsabilidad en los “engendros” mentales que están apareciendo en nuestro mundo por doquier, como lo hacen las setas en el bosque otoñal. Personas con “encefalograma plano”, embotadas por la basura mental que ocupa sus mentes oxidadas, que no se plantean, ni por asomo, preguntarse sobre lo que podría haber sido… dónde podríamos haber terminado… o como sobreviviríamos hoy sin todos los que han hecho real un sueño histórico de la Humanidad: la libertad; con sus condicionantes, sí, pero libertad.

Porque la Europa que tenemos, con sus más y sus menos, es una aspiración colmada. Pero, ¡atentos!, nadie nos garantiza ni su estabilidad ni su permanencia. Únicamente nosotros, sus ciudadanos, los europeos, podemos cuidar, proteger y conservar un legado que no tiene precio, que no podría ser recuperado si se perdiese y que no podemos permitirnos echar por la borda.

Educar a los jóvenes, privilegiados miembros de una sociedad que en su tiempo, el que ellos viven, no ha conocido el horror de los desastres que los humanos somos capaces de provocar; hacer ver, a los que mañana mandarán, que sólo la cultura, la conciencia de responsabilidad, la sensatez y el respeto a los demás conseguirán regalarnos la posibilidad de seguir haciendo de este mundo un lugar mejor en el que vivir; es nuestra ineludible obligación. Como lo es la de informarnos y dar crédito a quien lo merece, no a quien lo exige.

Dar por sentado que lo que tenemos nos ha sido dado para siempre, sólo es el principio del fin. La democracia es mucho más frágil de lo que se cree, mucho más...

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