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HABLANDO EN EL DESIERTO

Francisco Bejarano

Observancia del tiempo

SOLAMENTE a Japón se le ha ocurrido dedicar un día a la puntualidad, aunque con él ponga en entredicho la fama de cumplidores de los japoneses, un tópico, suponemos, como siempre que se hacen extensivos vicios y virtudes a una nación entera. Los tópicos sobre los pueblos, ya lo sabemos, no son mentiras, sino realidades observadas durante mucho tiempo y por diversas personas sobre la manera de ser de determinados tipos de sociedad. Los tenemos en cuenta, pero no los usamos en las conversaciones por lo que indican, como los refranes y las frases hechas, de pobreza de recursos dialécticos. La puntualidad es una virtud social, una de las formas de expresión del respeto, que tiene una jerarquía variable de un país a otro, si bien dentro de un margen. Los llamados diez minutos de respeto es el tiempo máximo que en España debemos esperar antes de abandonar el lugar de una cita: o ha ocurrido algo malo que sabremos pronto, o la persona que esperamos nos falta al respeto y se arroga un lugar más alto que el nuestro en la jerarquía, lo que implica educación dudosa.

Pero están las jerarquías afectivas y con ellas se rompen las reglas. Esperamos inútilmente un encuentro deseado como si la espera fuera una llamada que obtendrá respuesta. Los diez minutos de respeto dan lo mismo, pues hemos hecho dueña del tiempo a la persona esperada y, si no viene, ¿qué hacer con el tiempo? Si a quien esperamos es a alguien que nos va a dar un mal rato, y los malos ratos hay que pasarlos cuanto antes, los diez minutos de respeto son muchos, a los ocho empezaremos a abandonar despacio el lugar de la cita. Si aguardamos a un superior, lo sea por su cargo o porque nosotros le hemos dado el título, el tiempo de respeto se alargará según criterio particular. Si esperamos a un inferior, y también en la inferioridad somos nosotros quienes establecemos los grados, no hay minutos de respeto, debe ser puntual. Si se trata de un igual, debe llegar a la hora prevista; pero, si se retrasa, protestaremos y daremos por buenas unas excusas de seguro falsas. Las excusas no hay otro remedio que aceptarlas sean falsas o verdaderas.

El que los japoneses tengan una jornada recordatoria de la puntualidad rompe el tópico: no todos los japoneses son tan milimetrados. Estará pensada para los hombres de negocio y sus empleados, porque el tiempo gastado en esperas influye en la productividad y en la cuenta de resultados. Carece de interés para quienes procuramos vivir la Eternidad en vida. Nos pasamos la existencia esperando personas, fechas, acontecimientos, fiestas, años que pensamos favorables, conjunciones de unos planetas, tránsitos de otros o la gran guerra que vendrá para olvidarse luego. Perder el tiempo es una ganancia personal casi siempre, pero la Humanidad no puede permitírselo.

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